En 1840, Charles Wheatstone construyó el primer estereoscopio para comprobar el principio de la visión tridimensional. El objeto permitía visualizar dos imágenes iguales, ligeramente desfasadas, dando como resultado un efecto de profundidad al momento de ser interpretada por el cerebro. Posteriormente, en 1851, Louis Jules Duboscq-Soleil inventó la cámara estereoscópica, la cual fue presentada, con gran éxito, en la exposición del Palacio de Cristal en Londres.

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Cerca de 1861, la cámara estereoscópica llegó a México, siendo el francés José Julio Michaud el primero en editar y vender fotografías estereoscópicas en nuestro país. De manera paulatina se perfeccionaron los aparatos fotográficos, los visores y soportes, lo que propició que el uso de tales cámaras no fuera exclusivo de los fotógrafos experimentados, sino de cualquier persona interesada. Este tipo de producción visual se popularizó entre la clase alta, para registrar viajes y reuniones familiares.

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Un ejemplo de lo antes mencionado es la colección fotográfica del hidalguense Ignacio Avilés Serna, integrada por más de diez mil imágenes estereoscópicas tomadas entre 1920 y 1940, preservada en el Archivo General de la Nación (AGN).

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Ignacio Avilés Serna nació en Tulancingo, Hidalgo, el 28 de marzo de 1890. Estudió la carrera de ingeniería en la Escuela Nacional de Ingenieros, lo que le aseguró seguir formándose en la Secretaría de Comunicación y Obras Públicas de 1919 a 1924. Es precisamente a su llegada a la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, cuando comenzó a tomar este tipo de fotografía, para testimoniar y registrar el avance de las obras a su cargo. En ese sentido, la colección inicia con una secuencia tomada en enero de 1920, cuya temática se relaciona con los trabajos del proyecto del Palacio Legislativo.

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Más tarde, el gusto por la fotografía estereoscópica se transformó en una actividad lúdica para el ingeniero, por lo cual las vistas que fueron realizadas los fines de semana —las placas de vidrio fueron fechadas, permitiendo conocer el día preciso—, tienen como tema central reuniones familiares y vistas de lugares de entretenimiento.

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De ese modo, Ignacio Avilés construyó un archivo personal, donde quedó documentada parte de su vida pública y privada.  Es de hacer notar que fue una afición que compartió con otros fotógrafos aficionados, al haber sido una actividad que se insertó como pasatiempo para algunos burgueses.

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De la gran cantidad de placas de vidrio en positivo destacan las escenas costumbristas, las vistas panorámicas de múltiples lugares del país y, sobre todo, aquellas imágenes en donde el ingeniero logró capturar el movimiento, como por ejemplo una carrera de automóviles, una locomotora en marcha y una corrida de toros; entre otras.

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La colección llega hasta 1940, justo en el período que el viejo estereoscopio fue sustituido por el View-Master, el invento que consiguió recrear la ilusión de la tridimensionalidad. Por lo tanto, las placas de vidrios y albúmina; los visores y las cámaras estereoscópicas quedaron en desuso.

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Para garantizar la preservación del fondo fotográfico Ignacio Avilés,  se realizó en 2002 la estabilización y en 2012 la digitalización de las placas de vidrio. Las imágenes pueden ser consultadas en el Centro de Referencias del AGN.

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