En el edificio del Archivo Histórico de la Universidad de Colima se muestra el mural El Archivista, obra concebida por el coreógrafo, escultor y pintor Rafael Zamarripa Castañeda, donde se exponen los inicios de la archivonomía y se destaca el carácter e identidad de los acervos como patrimonio cultural, además de la importancia de su conservación para ser transmitidos a las futuras generaciones.

La obra exhibe en su composición tres elementos principales: pasado, presente y futuro de la preservación de los documentos históricos, así como su valor y su trascendencia.

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En la parte izquierda, está personificado el pretérito de la archivonomía mediante la reina egipcia Cleopatra, quien fue de los primeros personajes de la antigüedad en percatarse de la importancia que los conocimientos podrían significar para el futuro; de esta manera, reunió en Alejandría múltiples documentos de diferentes procedencias y lenguas. En el mural es representada sujetando con su mano izquierda un papiro, la forma tradicional de narrar la historia, mientras en su mano derecha sostiene herramientas médicas.

Al centro puede contemplarse la silueta de un hombre con expresión enérgica y preocupante, en actitud de proteger y conservar celosamente la transmisión de conocimientos a futuras generaciones. Sus vigorosos brazos y grandes manos representan el cúmulo de conocimientos que guarda con responsabilidad y celo. De su cabeza se desprenden tres rostros, el lateral izquierdo que mira hacia el pasado, hacia la labor de Cleopatra antes referida. Y el flanco derecho que mira hacia un joven quien simboliza el futuro, consciente de su responsabilidad de proteger nuestro planeta.

Este último individuo observa símbolos de los más grandes descubrimientos científicos aplicados a la exploración, la genética y la comunicación de nuestra era.

El mural del maestro Zamarripa fue plasmado con la técnica de alto relieve vaciado en resina y fibra de vidrio. El artista, quien comienza su educación formal a la edad de trece años en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara (UdeG), obtuvo el Premio Nacional de Escultura en 1960. Desde las artes plásticas, fusionó expresiones y creó espacios, composición, colores, texturas y materiales, creando un mundo propio que ya es identidad cultural de nuestro país.

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Zamarripa es considerado un constructor lúdico de sueños, impregnados en el gusto popular, mediante cientos de montajes: desde sones hasta suites coreográficas. Su trayectoria de más de cincuenta años demuestra la valía y vigencia de un hombre visionario, poseedor de un espíritu innovador y revolucionario que lo ha convertido en referente obligado de la danza escénica en nuestro país.