La imprenta asumió un papel trascendental en el proceso de la Independencia de México. Desde el comienzo de la crisis del Imperio español, en 1808, las primeras noticias que llegaron a la Nueva España sobre los sucesos acaecidos en España fueron a manera de impresos que traían las embarcaciones que entraban por el puerto de Veracruz, como la Gaceta de Madrid, en la cual se anunciaba la abdicación de los reyes Carlos IV y Fernando VII y la proclamación real de José Bonaparte.
Ante la falta de una comunicación oficial con las autoridades de la península, la confusión se desató en la Nueva España, lo que provocó un golpe de Estado en contra del virrey José de Iturrigaray, ante su intento de dirigir la administración del virreinato junto con el Ayuntamiento de México, ante la ausencia del rey Fernando VII. Asimismo, la opinión pública novohispana condenó y rechazó el gobierno de José Bonaparte, considerado como imposición de Napoleón Bonaparte, con lo que se desató un exacerbado patriotismo que condujo a una cacería de brujas en la Nueva España, en contra de todo lo francés.
El escenario se tornó más difícil a partir del 16 de septiembre de 1810, con el movimiento encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla, lo que llevó a la guerra y a la división de la sociedad novohispana, entre quienes se mostraban hostiles al movimiento y los que simpatizaban con la causa por un gobierno autónomo, por lo cual la imprenta fue el arma para propagar los ideales de ambas facciones. En el caso de los insurgentes, El Despertador Americano fue el primer impreso subversivo que, además de defender la idea de autogobierno, contenía notables noticias del movimiento encabezado por Simón Bolívar en Caracas, capital de Venezuela.
El Ilustrador Nacional prosiguió con los ideales de las fuerzas insurgentes de seguir contando con una publicación tras el final del El Despertador Americano, del que sólo se habían publicado siete números. José María Cos fue el encargado de su edición y quien logró improvisar una pequeña imprenta en la villa de Sultepec. En el primer número narra su ingenioso actuar:
“…incesantes desvelos, y activos conatos con que la nación se aplica infatigablemente a promover de todos modos, su pública felicidad. Una imprenta fabricada por nuestras propias manos, entre la agitación y estruendo de la guerra y en un estado de movilidad, sin artífices, sin instrumentos y sin otras luces que las que nos han dado la reflexión y la necesidad, es un comprobante incontestable del ingenio americano…”
El objetivo del periódico fue informar sobre la finalidad del movimiento y dar a conocer las acciones militares de los insurgentes, en especial aquellas donde se obtenían favorables resultados. Tal fue el número seis, dedicado a las acciones de José María Morelos durante el sitio de Cuautla. Asimismo, se percibe entre líneas el malestar político de Cos, al criticar con severidad el modo de actuar de las autoridades peninsulares, al no permitir una participación política de los criollos.
A pesar de no haber contado con suficientes recursos la imprenta de Sultepec, los seis números que en ella se editaron resultaron de suma preocupación para el virrey Francisco Xavier Venegas, quien prohibió dicha publicación. Sin embargo, a pesar de tal medida, el historiador Lorenzo de Zavala comenta que el limitado tiraje se introducía a la capital, a pesar de la vigilancia de la policía; inspirando la confianza de los ocultos sediciosos. Ejemplo de ello fue la sociedad secreta de Los Guadalupes, quienes financiaron una imprenta de mejor calidad a las fuerzas insurgentes.
Hoy en día se conservan pocos números del Ilustrador Nacional y el Archivo General de la Nación preserva parte de aquel periódico de la insurgencia.
