La Casa de Moneda de México fue fundada el 11 de mayo de 1535, cuando el Virrey Antonio de Mendoza arribó a la Nueva España, portando consigo la cédula real, en la que la Corona Española disponía la creación de este organismo en América para acuñar moneda.

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Poco después de la Conquista de América, los primeros españoles que arribaron a lo que sería territorio novohispano, encontraron un sistema comercial en el cual estaba excluida la moneda acuñada. El sistema prehispánico —basado en el trueque de mercancías—, sería reemplazado paulatinamente por el método imperante en España, que utilizaba la pieza monetaria como único medio de cambio.

/cms/uploads/image/file/498966/Captura1.JPGProyecto de las nuevas oficinas de la Real Casa de Moneda de México, AGN, Casa de Moneda, vol. 463, f. 337.

 

El primer intento por establecer el régimen de uso monetario en la Nueva España fue tratar de introducir piezas acuñadas en la región de Castilla. Y para ello, la Corona realizó varios envíos de monedas, procedentes de las cecas (lugares donde se fabrican o emiten monedas) castellanas. Este método no obtuvo mayor éxito y mucho menos aliviaron las dificultades existentes en las actividades comerciales, debido a que la importación desde España era ineficiente y de alto costo, además de que no se alcanzaban a cubrir las cantidades que la población demandaba.

/cms/uploads/image/file/498967/2.JPGPlano de la Real Casa de Moneda de México, AGN, Mapas, Planos e Ilustraciones, N° 0512.

Por estos motivos y la falta de una casa acuñadora en la Nueva España, provocaban que los tratos comerciales siguieran resintiéndose, afectando incluso los intereses de la propia Corona, ya que los indígenas pagaban sus tributos con mercancías, lo cual imposibilitaba la acumulación y rendimiento de la moneda.

Esta serie de factores llevaron a la decisión de instalar una ceca en territorio novohispano. La riqueza de metales preciosos en la región, las abundantes y fecundas minas de plata, las cuales se iban localizando en el norte, acabaron por reafirmar su instauración. Para el local se eligió la parte trasera de las “casas viejas” de Moctezuma, propiedad de Hernán Cortes, en donde actualmente se sitúa el Nacional Monte de Piedad.

En 1753 la Corona retomó la administración directa de la Casa de Moneda. En adelante, la institución compraría la plata a los introductores y las monedas acuñadas pertenecerían a la Real Hacienda. Debido a la gran demanda de monedas se renovó la maquinaria con la introducción de grandes molinos de laminación para aplanar las barras y prensas de volante para facilitar la acuñación de piezas circulares uniformes.

Para este fin, entre los años 1779 hasta 1783, se realizaron diversas ampliaciones y modificaciones en el edificio, como la creación de la oficina de talla troqueles; una vivienda para el primer grabador de dependientes; una academia de dibujo, caballerizas, bodegas y almacenes, todo bajo la dirección de Nicolás Peinado Valenzuela.

Con el inicio de la guerra de Independencia, la Casa de Moneda sufrió una grave crisis, debido a que muchas minas fueron abandonadas y, en otros casos, los caminos eran demasiado peligrosos para transportar plata hacia la capital virreinal. Esto llevó a las autoridades a establecer casas de moneda provinciales. Una vez consumada la Independencia, la ceca pasó a llamarse por breve tiempo Imperial Casa de Moneda de México y, posteriormente, Casa Nacional de Moneda.

Para conocer más sobre la documentación histórica que se generó durante el virreinato y actualmente se resguarda en el Archivo General de la Nación, consulta la Guía General de Fondos, elaborada en 1990, que ofrece información detallada sobre los grupos documentales de las instituciones coloniales.

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