El 7 de octubre de 1913, el senador chiapaneco Belisario Domínguez fue privado de su libertad y posteriormente asesinado por elementos militares, quienes cumplimentando órdenes superiores del general Victoriano Huerta, ingresaron al Hotel del Jardín situado en la Ciudad de México, con el propósito de aprehender al legislador para conducirlo al interior del panteón de Xoco, en Coyoacán, al sur de la capital; donde finalmente aconteció el crimen de su muerte.

Días previos al homicidio del senador, el general Huerta ordenó vigilarlo por medio de agentes policiacos, esto a consecuencia de los discursos emitidos ante la Cámara de Senadores, en los cuales denunció de manera incisiva las malas acciones cometidas por el gobierno militar del usurpador.

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“La verdad es ésta: durante el gobierno del general Huerta la situación actual de la República es infinitamente peor que antes: muchas naciones se niegan a reconocer este gobierno por ilegal; nuestra moneda se encuentra depreciada; la prensa entera en el país amordazada; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados; y el hambre y la miseria en todas sus formas amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada patria”.

El impacto del discurso fue notorio entre aquellos que lograron acceder a las opiniones del legislador; y como consecuencia, Victoriano Huerta respondió con autoritarismo atroz, lo cual desencadenó una violenta represión contra Domínguez, quien incluso infirió su asesinato durante el mismo discurso ante el senado el 29 de septiembre de 1913.

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“Al leer estos documentos, lo más probable es que don Victoriano pierda la paciencia, sea acometido por un ataque de ira y me mate”.

El 7 de octubre, alrededor de las 11 de la noche, elementos militares ingresaron al hotel donde se encontraba Belisario Domínguez y, tras confundir la habitación del senador, él mismo salió al pasillo e indicó a sus captores el error. Según la declaración judicial realizada por Francisco Chávez, inspector de policía en el gobierno huertista, el político chiapaneco se entregó temerariamente en manos de sus victimarios.

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Cuando los agentes confundieron la habitación del legislador, éste mismo salió de su alcoba y dijo: “Señores, parece que están equivocados. Ustedes buscan al senador Domínguez, soy yo y estoy a su disposición”.

Gilberto Márquez, uno de sus verdugos, le indicó entonces: “Le habla a usted el señor general”.

Belisario Domínguez respondió con un cuestionamiento: “¿Qué general? ¿El general Huerta? Pues dígale usted que yo no quiero hablar con ese bandolero ni con el mequetrefe de Quiroz, pero estoy a disposición de ustedes; aunque sé que me van a matar. A ustedes los perdono, cumplan con su deber; pues si cien vidas tuviera para el triunfo de mi causa, con todo placer las daría. Vamos”.

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Entonces salieron a la calle y condujeron a Domínguez hacia la presencia de los generales Alberto Quiroz y Gabriel Huerta. Abordaron un par de automóviles y transitaron por la Calzada de Tlalpan con dirección al sur de la capital. En el trayecto, el senador fue torturado por sus verdugos siendo golpeado hasta causarle heridas que lo dejaron repleto de sangre.

Al arribar a Coyoacán, el grupo de asesinos trasladó al senador hasta el interior del panteón de Xoco. Fue allí donde el general Alberto Quiroz lo abofeteó por última vez y enseguida desenfundó su pistola para atestarle un disparo en la cabeza. Su muerte fue instantánea. Ahí mismo sepultaron el cadáver, quemaron sus ropas con gasolina e incluso se repartieron entre sí el poco dinero que traía consigo el legislador chiapaneco. La orden superior había sido cumplida.

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La muerte de Belisario Domínguez marcó un parteaguas en la política mexicana. Sus grandes convicciones democráticas y su solemne defensa a las libertades básicas de los individuos, así como su extraordinario humanismo y su posterior sacrificio, lo enaltecieron como un ejemplo de lo que un auténtico representante del pueblo debe realizar para lograr una función correcta.

El 28 de enero de 1953, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el cual se creaba la Medalla de Honor Belisario Domínguez, con el objeto de conmemorar la lucha y el sacrificio de este ilustre mexicano.

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