Dicha confabulación no  logró evitar el restablecimiento de la Constitución de Cádiz por el virrey Ruiz de Apodaca, pero si consiguieron que Agustín de Iturbide fuera designado Comandante de las fuerzas del sur. A pesar de mantenerse alejado por cuatro años de las armas, su reconocida trayectoria en el Ejército Realista lo posicionó como la persona idónea, para terminar con la lucha que aún sostenía el insurgente Vicente Guerrero en esa zona.

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Sin embargo, a su regreso comenzó a proyectar una alianza con Vicente Guerrero —a pesar del odio ferviente que había manifestado en un principio en contra del movimiento iniciado por Miguel Hidalgo y Costilla; y continuado por José María Morelos—. Al parecer, entre el período que se había mantenido fuera del combate (1816 y 1820), viró su opinión sobre la independencia de la Nueva España.

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Para el 24 de febrero de 1821, Agustín de Iturbide oficialmente dio a conocer el Plan de Iguala, donde se proclamó la independencia de México y su conformación como imperio bajo una forma de gobierno monárquico constitucionalista; la defensa a ultranza de la religión católica, sin tolerancia de otra alguna; y el respeto a los privilegios de la clase alta. Todas estas resoluciones, defendidas por el Ejército Trigarante, formado principalmente por militares del Ejército Realista.

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Bajo este plan logró adherir a gran parte de la población novohispana a la causa, obligando a que el 24 de agosto de 1821 el capitán general don Juan O'Donojú firmara los Tratados de Córdoba, texto en el que, de manera no oficial, la Corona de España reconocía la independencia del Imperio Mexicano.

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Con la entrada del Ejército Trigarante a la capital del país —el 27 de septiembre—, y la firma del Acta de Independencia del Imperio Mexicano, se consumó la soberanía de la nación. Al día siguiente se instituyó la Junta Provisional Gubernativa, que asumió el poder legislativo. Su tarea consistió en convocar a un Congreso constituyente y organizar la Regencia, que fungió como poder ejecutivo mientras se reunía el Congreso, para definir quién debería ocupar el trono mexicano.

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El Congreso se instaló el 24 de febrero de 1822 y las desavenencias se hicieron notar de inmediato. Por todos los medios —incluyendo los ritos solemnes de las secciones—, los congresistas buscaron menoscabar la figura de Agustín de Iturbide.

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El conflicto entre el Congreso e Iturbide se desbordó, la facción política republicana y la borbonista se unieron, para evitar la entronización del Héroe de Iguala al conocer la deliberación del gobierno de España, de no aceptar enviar a un descendiente de la dinastía de la Casa de Borbón. Por ello, los iturbidistas, junto con el apoyo del pueblo, proclamaron la noche del 18 de mayo de 1822, la entronización de Agustín de Iturbide como primer emperador de México. Al día siguiente, el Congreso no tuvo otra salida que la ratificación. No obstante, los conflictos continuaron y Agustín I decidió disolver el Congreso y nombrar una Junta Nacional Instituyente.

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La única manera que logró mantenerse aquel efímero Primer Imperio Mexicano, fue por medio del Ejército Trigarante, pero el 2 de diciembre de 1822, Santa Anna salió al frente de su regimiento y recorrió las calles de Veracruz proclamando la república. Unos días después lanzó el Plan de Veracruz y el 1 de febrero de 1823 dio a conocer el Acta de Casa Mata, el cual convocaba la reinstauración del Congreso. Así, obteniendo la simpatía de la élite política y del Ejército Trigarante, el gobierno de Agustín I quedó sin apoyo.

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El 3 de marzo de 1823 Iturbide decidió restablecer el Congreso y para evitar el derramamiento de más sangre presentó su dimisión. El 29 de aquel mes se declaró inexistente el Imperio y se procedió a nombrar al Supremo Poder Ejecutivo. Éste se entregó a un triunvirato de generales: dos insurgentes y un realista.

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El nuevo Congreso se reunió el 5 de noviembre de 1823 y dos días después quedó instalado solemnemente. Se nombró a Miguel Ramos Arizpe presidente de la Comisión de Constitución, quien presentó el Acta Constitutiva que establecía el sistema federal y que fue aprobada el 31 de enero de 1824 con el nombre de Acta Constitutiva de la Federación.

Dos meses después, el 1 de abril de 1824, se inició el debate sobre el proyecto de Constitución Federativa de los Estados Unidos Mexicanos, la cual fue aprobada el 3 de octubre, promulgada el 4  y publicada el 25 del mismo mes, bajo el título de Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos.

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