La implicación de las mujeres en la Guerra de Independencia de México ha quedado relacionada con la figura de dos trascendentales heroínas: la corregidora de Querétaro, Josefa Ortiz (quien mandó a informar al cura Miguel Hidalgo y Costilla que la conspiración había sido descubierta, lo que permitió emprender de improvisto la insurrección en Dolores, Guanajuato la madrugada del 16 de septiembre de 1810) y Leonora Vicario (quien al simpatizar con las ideas independentistas fue asilada en el Colegio de Belén, del cual logró escapar para trasladarse al campamento de la insurgencia donde, con una pequeña imprenta, realizó los primeros impresos de la insurgencia que difundieron las ideas de la abolición de la esclavitud, la libertad de ideas y la independencia de América).

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Doña Josefa Ortiz, litografía, en, Niceto de Zamacois, Historia de México, Barcelona-México, 1888, Biblioteca - Hemeroteca "Ignacio Cubas" AGN.

Estas mujeres han pasado a la historia como figuras femeninas de la Independencia de México, aunque no fueron las únicas; cabe mencionar que se ha identificado la presencia de la mujer en el campo de batalla insurgente combatiendo directamente contra las fuerzas realistas, tal como informó el capitán realista Miguel Suárez de la Serna, quien, al presentarse en el pueblo de Santiago, Tlaxcala, fue atacado “hasta por mujeres y niños”. 

Para captar e involucrar a todos los sectores sociales, incluida la mujer, es conveniente mirar hacia la importante función que tuvo la propagación de las ideas y valores independentistas la transmisión, cobrando gran relevancia la forma de hacer llegar los conceptos y lenguajes conceptualmente integrados para luchar por la independencia, por lo que la imprenta, los panfletos y cualquier otro tipo de escrito subversivo tuvo un papel fundamental para propagar la insurgencia y reavivar el sentir patriótico de los criollos.

Caso particular resulta un documento muy peculiar, que fue escrito y dirigido exclusivamente a las mujeres de la Nueva España para que se sumaran a las filas de los insurgentes. Se trata de una composición creada en 1814 —en los inicios del periodo de la lucha por la independencia de nuestro país—. En su primera oración se puede leer “A la guerra americanas”, seguido de un mensaje que invita a tomar las armas y salir a luchar a favor de José María Morelos y de Miguel Hidalgo. El texto, de autoría anónima, refleja la intención del escritor o escritora de destinar el contenido hacia la población femenina, invitándola a tomar una postura activa en la guerra que se vivía.

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Con dicho documento —que procede del fondo documental Operaciones de Guerra, vol. 406, exp. 22, f. 195—, queda demostrado que la insurgencia no fue abanderada exclusivamente por los hombres, sino también por mujeres que en el ámbito de la historia quedan olvidadas o conjuntadas dentro de un ejército donde la figura del héroe masculino es dominante.  

/cms/uploads/image/file/517300/02648F.jpgLírica insurgente cuyos versos son un llamado a la guerra dirigido a las mujeres americanas con la finalidad de derrotar tropas de Félix María Calleja, anónimo, AGN, Operaciones de Guerra, vol. 406, exp. 22, f. 195.

En otros expedientes se puede conocer y entender las acciones de las mujeres dentro del ejército insurgente que participaron siendo emisarias, espías, enfermeras y combatientes; incluso del destino de algunas que fueron capturadas, encarceladas, expatriadas y hasta sentenciadas a la pena de muerte, como fue la suerte de dos mujeres combatientes de la región de Puebla, que quedaron registradas en el expediente 10, del volumen 316, del fondo Operaciones de Guerra, que si bien relata esta fatalidad, no ofrece el nombre de las dos mujeres que sufrieron tal pena por sus acciones patrióticas.

/cms/uploads/image/file/517303/2.JPG Parte del coronel realista Benito Armiñán sobre el fusilamiento de dos mujeres por haber envenenano a tres cazadores, 07 de octubre de 1817, AGN, Operaciones de Guerra, vol. 316, exp. 10, (6 fs.) fs. 42-47.

La organización colectiva de las mujeres dentro de los pueblos rebeldes fue otra manera de contribuir en la lucha por la independencia de México, por un lado, colaboraban al mantener la producción de alimento para las líneas militares y resistir a los interrogatorios de las fuerzas enemigas; su determinación y organización las llevó a ser protagonistas de revueltas para expulsar la ocupación realista, por ejemplo, sólo por citar un caso se relata la situación que vivió el brigadier Bernardino Bonavia, en 1811, en el poblado de Miahuatlán Oaxaca, cuando fue sorprendido por un motín organizado por las mujeres de aquella comunidad, provocando que fuera desarmada su compañía y se viera obligado a salir de ahí.

Otra situación, que está documentada, expone la demanda de una mujer novohispana dispuesta a tomar las armas y combatir a los insurgentes; esta petición la realizó María Gertrudis Arteaga quién se presentó con 60 mujeres ante el brigadier García Rebollo, solicitando que fueran instruidas en las armas, “ya que, a falta de hombres, preferían morir en defensa de su santa fe y de la santa madre iglesia”, la respuesta del virrey fue negativa. Este hecho deja ver que la insurgencia fue un ámbito donde la mujer tuvo una mayor participación en las decisiones sobre su vida y cuestionar, a través de sus acciones y decisiones, el rol de la mujer  en la vida social novohispana, la cual como plantea Patricia Galeana “la cultura religiosa de la Nueva España consolidó, arraigó y perpetuó el sometimiento de las mujeres a la sociedad patriarcal, en la que su función social se limitó a las actividades reproductivas”[1].

[1] María de J. Rodríguez Guerrero, México, independencia, mujeres, olvido, resistencia, rebeldía, dignidad y rescate, Alegato, núm. 73, México, septiembre/diciembre de 2009.