Afortunadamente para la vida en la Tierra la atmósfera solo permite el paso de los fotones ópticos o visibles, algunos infrarrojos y de radio. Sin embargo, esto también bloquea el paso a mucha de la información que proviene del Universo y aquella que puede pasar es distorsionada y filtrada. Así pues, con el afán de desnudar el cosmos, la humanidad ha aprovechado los avances de la exploración espacial desarrollando telescopios espaciales u observatorios espaciales, los cuales son instrumentos situados fuera de la Tierra para observar objetos astronómicos con mayor detalle.

Desde el origen de la curiosidad humana existió la pregunta “¿qué es esa luz en el cielo?”. Esta pregunta llevó a la humanidad a desarrollar herramientas que eventualmente le permitieron descubrir astros, predecir fenómenos celestes y explorar el Universo. El telescopio es un invento que abrió una ventana del conocimiento y que, con la posibilidad de poner telescopios en el espacio, se ha hecho cada vez más grande, permitiéndonos descubrir cosas antes inimaginables.

Si bien es cierto que originalmente el telescopio fue un instrumento óptico que no estuvo diseñado para ver hacia las estrellas, la curiosidad de Galileo Galilei lo llevó a apuntarlo al cielo en 1610. Este hecho revolucionó el conocimiento permitiendo el estudio de los cuerpos celestes ya conocidos de forma más detallada y precisa que con sólo el ojo humano, además de permitir el descubrimiento de muchos otros.

Conoce más de este interesante tema a través de nuestra revista de divulgación de la ciencia "Hacia el Espacio": 

http://haciaelespacio.aem.gob.mx/revistadigital/articul.php?interior=729