Desde que Thomas Edison encendió las primeras lámparas incandescentes a finales del siglo XIX, el mundo no ha dejado de iluminarse. Este maravilloso invento alargó los días y permitió que las personas siguieran con sus actividades aún después de que se pusiera el Sol. La luz eléctrica se convirtió en un símbolo de progreso y modernidad. Pero este desarrollo ha traído también consecuencias muy negativas.

Sobre las ciudades existe un velo luminoso que impide observar el cielo nocturno, a este fenómeno se le conoce como contaminación lumínica y se trata de la emisión de luz artificial en intensidades, direcciones y horarios innecesarios.

Este problema es ocasionado principalmente por luminarias poco eficientes que proyectan su luz hacia el cielo, en lugar de ser dirigida al piso, que es donde se necesita iluminar.

A esto podemos agregarle la afectación que ocasionan los anuncios espectaculares, fachadas y monumentos, que más allá de funcionalidad cumplen con una función estética. Además, la situación empeora con la contaminación del aire, ya que las partículas suspendidas hacen que la luz se disperse en todas direcciones.

Conoce más sobre Mercurio a través de "Hacia el Espacio" : 

http://haciaelespacio.aem.gob.mx/revistadigital/articul.php?interior=435