A sus 74 años se considera “una maestra utópica, porque
las utopías sobre la educación de principios del siglo
xx, y que se desarrollaron en la unesco durante esa época,
son las que han dirigido mi quehacer profesional como
docente.
“Pienso profundamente que esas utopías sobre la formación
integral de los alumnos, que estaban en la Constitución,
en la unesco, en todos esos organismos internacionales, era
una formación plena y completa en los alumnos, no una formación
para el empleo, para el éxito económico en los acomodos
de trabajo o de empresarios, donde no les importa el
desarrollo integral.
“A veces pienso que por ser viejita sigo con esas ideas,
pero son ideales que nosotros queríamos transformar en
realidades, por modesto que fuera nuestro trabajo. Queríamos
dejar en nuestros alumnos el anhelo por transformar la
práctica en prospectiva para alcanzar valores, pero no individuales,
sino en un sentido mucho más amplio y, dada la
globalización, comprometerse con todo el planeta”.
De voz suave y risueña, la profesora Zurita asegura que
llegó a la educación “sin querer”, pues su más grande sueño
era trabajar en la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco).
“Yo estudié relaciones internacionales porque me encantaba
la unesco, era el organismo en el que yo soñaba trabajar;
es más, cuando llegué a Europa con mi beca, lo primero que
hice fue visitar la unesco en París, porque yo quería trabajar
en la oficina de México. Tenía una relación con la educación,
pero quería ser diplomática en esa institución.
“Cuando regresé a México mi marido consiguió trabajo en
la Siderúrgica Lázaro Cárdenas, él también daba clases en la
unam, de meteorología, y yo conseguí un humilde trabajo
de analista, también en la unam, en la Comisión de Nuevos
Métodos de Enseñanza. Ahí comenzó mi inquietud para focalizarme
en la educación. Gracias a ese empleo comencé a
tomar muchos cursos”.
Tiempo más tarde, al fallecer su esposo, la profesora Zurita
se integró al Instituto Nacional de Investigación Educativa
de la Secretaría de Educación Pública (sep), y forma parte de
un grupo de trabajo que tiene como misión cimentar las bases
de lo que pronto sería la upn.
“José Ángel Pescador Osuna, que trabajaba con Fernando
Solana Morales, me dio clases a mí y a otros compañeros
en la Facultad de Ciencias Políticas (de la unam), y con él
comenzamos a trabajar sobre el proyecto de crear la Universidad
Pedagógica.
“Así que conozco la upn desde su gestación, incluso la
nueva institución iba a finiquitar el instituto [Instituto Nacional
de Investigación Educativa].
“La upn nace para modernizar, en el sentido de preparar
profesionales para el mundo competitivo de la economía internacional,
pero siempre con el fin de estar al servicio del
ser humano, del desarrollo integral; una educación humanahumanista-
humanizante con eficiencias económicas, pero a
la par con eficiencias sociales.
“¿Qué quería decir eso? Que era educar no sólo para un
desempeño exitoso en la cuestión de empleo, sino era para
que el estudiante, desde la primaria, tuviera acceso a las áreas
del arte, la ética y el civismo”.
En 1978, en el año de creación de la upn, Fernando Solana,
entonces secretario de Educación Pública, dio su apoyo

y dirección al grupo que redactaría el Decreto de Creación
de nuestra casa de estudios para ser publicado en el Diario
Oficial de la Federación el 29 de agosto de ese mismo año.
El 15 de marzo de 1979, Fernando Solana Morales leyó
su discurso de inauguración del primer curso de la upn y
previamente asistió a la colocación de la primera piedra de
nuestra Universidad.
Con más de tres décadas de experiencia, la profesora Zurita
Fagoaga considera que “un maestro es un estudiante eterno,
porque los cambios tan vertiginosos que sufre el mundo
te obliga a ello. Yo he estudiado toda la vida, tengo muchos
diplomas de diversas instituciones, la Iberoamericana, el
inah, el itam, la unam…
“También un profesor debe tener la humildad para saber
que ser maestro y ser alumno son liderazgos rotativos, pues
muchas veces aprendemos mucho de los estudiantes y debemos
de tener humildad para reconocerlo.
“Mis alumnos han sido mis maestros. Un alumno que
reprobé me enseñó computación con una paciencia maravillosa,
me dio una lección de docencia; en cambio yo con él
fui impaciente, exigente y difícil. Aún en el conocimiento,
en la información, en la didáctica y hasta en el trato humano,
muchas veces nuestros alumnos son nuestros maestros.
“El ser maestro es tener un humilde trabajo, es más,
muchas veces no vemos los productos, yo llego a verlos
aisladamente y no sabes la alegría que me causa saber de
ex alumnos exitosos y humanamente sensibilizados”.
Le apasionó la docencia porque “nuestro primer encuentro
es con seres humanos, no te encuentras con los libros o
con los exámenes, lo más importante de la docencia es que
trabajas con seres humanos y así tenemos que verlos: de ojo
a ojo, de mente a mente.
“He tenido en muchos momentos mucho éxito, en otros
no tanto, y quizá en algunos más he sido medio burocrática.
Yo siempre les digo a mis alumnos: ‘ustedes escucharán
muchas cosas allá afuera de la maestra Zurita, y escucharán
tanto que soy buena profesora como que es una maestra
cumplidora nada más, y las dos cosas son verdad, porque
dependo mucho de ustedes’.
“Cuando veo un grupo difícil, que no hace las tareas, en
los exámenes salen muy bajos, comienzo a perder interés y
comienzo a llevar la clase de manera burocrática para cumplir
con la obligación del programa, pero afortunadamente
he logrado despertar en los alumnos el interés en el conocimiento,
que es lo fundamental que un maestro debe hacer”.
Subrayó que existe diferencia entre saber y conocimiento,
pues “saber te lleva a la sabiduría y el conocimiento, canalizado
a la cuestión material, te lleva a un progreso material
inmenso, pero con una miseria humana terrible”.
Asegura que “la crítica no se debe de perder, y a la par
los maestros debemos educar en la autocrítica. El otro día
regañaba a mis alumnos porque no querían comprar un libro
porque era muy caro, pero les vi sus tenis carísimos y les
dije que para sus patas apestosas gastan mucho, pero para su
cerebro desnudo, que ni tanga tiene y que da vergüenza, no
quieren comprar un libro”.
Convocó a los jóvenes a valorar todo lo que la upn les
ofrece, “sensibilizarlos hacia la educación… Muchos que
han venido rechazados de otras instituciones se les ha podido
abocar, promover, sensibilizar hacia la educación; habrá
otros que no, pero yo he visto grandes mayorías que toman
vocación por la educación.
“No importa cómo se llegue, yo misma llegué a la educación
de otros caminos. Yo quería entrar a la unam para ser
profesora, pero en ese tiempo era muy difícil, y como sabía
que se abriría la Pedagógica hice mi concurso de oposición
y me quedé, y fui más afortunada que si hubiera estado en
la unam, la Pedagógica me encanta. Incluso tiene el edificio
más hermoso que pueda tener una universidad, es una obra
de arte.
“He sabido de maestros eminentes de la upn en otras
instituciones, por ejemplo, yo descubrí un texto de Ricardo
García Jaime, titulado Placer y orgasmo entre mujeres jóvenes,
porque alumnos de la Ibero estaban desesperados por encontrarlo;
también en el inah me he enterado de los textos
de educación indígena”.
Aún en proceso de jubilación, la profesora Zurita acude
casi todos los días a la upn. “Me hacen falta mis alumnos.
Con mis compañeros me llevo muy bien, los quiero mucho,
pero los que me hacen falta son los estudiantes. Ahí es donde
siento que cumplo con mi trabajo, que soy profesional,
que hago algo por mi sociedad, mi país y la humanidad.
“No debemos convertir las universidades ni en cuarteles ni
en empresas, debemos impedir esa colonización que tiene el
Banco Mundial de medir cuantitativamente los logros en la
educación, pues no puedes comparar la educación en la pobreza
en un pueblo en la sierra de Guerrero con la educación
en la pobreza de París.
“Viene una avalancha terrible de robótica educativa […],
las computadoras pueden atender cuantitativamente y la robótica
educativa está muy avanzada y hay programas completos
en las universidades en las que no se necesita ni un
maestro, pero en la enseñanza de valores no creo que exista
ninguna computadora que pueda sustituir al ser humano.
“La información para ser eficiente, para ser empresario y para
ganar dinero la puedes adquirir robóticamente, pero los valores,
los derechos humanos, el cuidado del planeta y el cuidado de la
naturaleza lo tienes que aprender de otro ser humano”.