Canciller, Claudia Ruiz Massieu: Quiero antes que nada, saludar con cariño y respeto de parte del Presidente de la República a la familia del Dr. Fernando Solana Morales y transmitirles el más sentido pésame de todo el Gobierno de la República.

Si bien estos días han sido de duelo, sepan ustedes que no sólo sus amigos y ex colaboradores, sino todos los mexicanos agradecidos, los acompañamos en su pérdida.

Distinguidos Secretarios, señoras y señores Legisladores, señores Embajadores, señora y señores ex Cancilleres, distinguidos Embajadores eminentes eméritos, familiares, amigos, correligionarios y colegas de Don Fernando Solana Morales, es costumbre en estos casos hacer un ejercicio de memoria, voltear al pasado para recordar las múltiples facetas y los logros de la persona a quien hoy recordamos y sin duda la vida y la obra del Dr. Solana dan para innumerables anécdotas, se requerirían muchas páginas, muchas conferencias y muchas sobremesas.

Sin embargo yo quisiera hoy que este homenaje al ex Canciller Solana estuviera no tanto en clave de pasado, sino en clave de futuro. Porque su basta aportación en diferentes ámbitos, en la economía, en periodismo en la educación, en la diplomacia, no sólo es parte ya de los libros de historia sino sobre todo es un legado vigente en forma de instituciones, de políticas públicas y de ideas.

Don Fernando fue un hombre que estaba convencido de que el estudio de la historia tiene un fin práctico, arrojar luz sobre el presente y ayudarnos a atisbar el futuro, por ello estoy segura de que él sería el primero en insistir que este homenaje fuera no sólo un ejercicio de memoria, sino de imaginación, sobre todo por el momento histórico y reformador que vive nuestro país, de profundas transformaciones y también de enormes retos.

Como él mismo señaló en alguna ocasión, son tiempos de ir adelante, de tomar resueltamente posiciones de avanzada, de tomar riesgos cuando es necesario, para no perder las oportunidades, por lo mismo son tiempos de ahondar con firmeza en el conocimiento de nuestra historia y de hincar profundamente en ella y en nuestra experiencia del pasado, nuestra acción presente.

Uno de los rasgos más notables de Fernando Solana del que mucho podemos aprender, fue su capacidad para conciliar tensiones aparentes. En una era de cambios acelerados en México y el mundo, no se dejó atrapar, ni por idealismos ordinarios que paralizaran su acción, ni por pragmatismos con tranza que descartaran los principios.

Fue un profundo enamorado de México y un defensor incansable de sus intereses, al mismo tiempo, ayudó a que nuestro país se abriera al mundo haciendo hincapié con igual firmeza en que ni podíamos perder nuestra identidad nacional pero tampoco evadirnos, negarnos a ser parte de la globalidad.

Don Fernando era un nacionalista con vocación universal, hasta sus últimas participaciones en foros académicos, continuó insistiendo en la necesidad de fortalecer nuestro mercado interno, pero en su pensamiento, esto nunca fue contradictorio con impulsar con igual determinación la prosperidad mediante el comercio exterior de lo que por cierto fue pionero como Secretario de Comercio, y más tarde como Secretario de Relaciones Exteriores, como aquí ya se ha referido.

Don Fernando fue un modernizador y un humanista en lo político y en lo económico, que sabía que el triunfo de la producción y del crecimiento debe traducirse en el triunfo de las personas, como afirmó ante delegados de la UNESCO, en 1982.

Para él, como lo dijera, era un falso debate tener que decidir entre el estado o el mercado. En cambio, trabajó a favor de un gobierno fuerte y eficiente que mantuviese la capacidad rectora al tiempo que permitía y fomentaba una economía liberal y moderna.

Quizá por todo ello, una de las facetas por que las que es más conocido y reconocido, es la creación de instituciones y la promoción de leyes. Esta es otra de las grandes lecciones que Don Fernando nos deja para el presente y el futuro.

Porque sabía que sólo con instituciones y con reformes consagradas en ley, se garantiza simultáneamente la continuidad de las transformaciones que requiere México, y la capacidad para corregir e innovar cuando es necesario, pero no como resultado del capricho o del clima político del momento, sino de la reflexión y la conveniencia nacional de largo plazo.

Pensemos en unas de las instituciones más destacadas que creo el Dr. Solana que ya se han referido en el ámbito educativo, estarán de acuerdo en que el gran mérito de esas iniciativas como el CONALEP o el INEA no es que hayan sido una buena idea en su momento, sino que siguen siendo pilares indispensables en nuestro proyecto nacional varias décadas después.

Es esta reflexión la que nos invita a hacer la obra de Don Fernando, que un gobierno responsable, que un servidor público comprometido si bien tienen una clara responsabilidad en el presente, guíen su actuar con miras al futuro, creando instituciones, diseñando políticas públicas, impulsando reformas que le sean útiles y le podamos heredar con orgullo a las nuevas generaciones.

La política se tiene que hacer cargo del presente, pero la administración pública tiene que hacerse cargo del futuro, parecería ser la moraleja que nos deja Fernando Solana.

A Don Fernando se le puede aprender también mucho de sus principios y de sus convicciones, es este sentido, una de las lecciones más valiosas que nos deja es que en política se puede ser un crítico propositivo, se puede disentir y ser al mismo tiempo institucional y cuánta falta nos hace a veces esta visión y esta sensibilidad.

El Dr. Solana, nunca dudó en alzar la voz para criticar, señalar y denunciar; pero tampoco dejó nunca de proponer, aportar y conciliar.

Don Fernando fue un hombre que encontró en la actividad política y en el gobierno, canales para hacer transformaciones positivas en beneficio del país y de la sociedad, al mismo tiempo fue un hombre que jamás perdió su visión crítica, que era reconocido por su ecumenismo intelectual y su capacidad para convocar, escuchar y aprender de personas de todas las ideologías y persuasiones políticas.

Para Don Fernando, hombre cultísimo que dirigió las páginas de “Mañana”; donde escribieron Torres Bodet y Salvador Novo; las ideas y las palabras eran importantes, pero la verdadera prueba de fuego estaba en que las acciones fueran congruentes y así lo fueron durante toda su vida.

Resulta complicado, tratándose de un polímata como Don Fernando hablar de sus facetas sin tener que referirse inmediatamente a otra porque además su trayectoria posee una consistencia interna notable.

Permítanme por razones evidentes detenerme un poco en su obra como Secretario de Relaciones Exteriores. Lo primero que hay que advertir es que el mundo que existía cuando el Canciller Solana tomó las riendas de la diplomacia mexicana, en 1988 y el mundo que había cuando dejó este cargo, en 1993 eran dos mundos completamente diferentes.

En esos años no sólo México cambiaba y se modernizaba, sino que el sistema internacional en su conjunto se reconfiguró. Tras más de cuatro décadas de un mundo bipolar, de guerra fría, a Don Fernando le toco la responsabilidad desde Tlatelolco de preparar a México para encarar su nuevo lugar en el concierto internacional, tras la caída de Muro de Berlín en 1989 y el colapso de la Unión Soviética en 1991, lo que dejó a nuestro vecino Estados Unidos como la potencia hegemónica del momento.

Es también ésta la época de la consolidación de la Unión Europea y del ascenso indiscutible de países como China e India a los primeros planos de la escena global, a nivel regional fueron los años del fin de las dictaduras militares sudamericanas y de la paulatina pacificación y democratización de países de Centro América en nuestra frontera sur.

Ser Canciller siempre es un reto importante y una oportunidad privilegiada para servir a México, pero en aquellos años resultaban en ambos casos, algo particularmente trascendente y mayúsculo.

La respuesta de Don Fernando a estos desafíos fue, como era costumbre: de mesura en la reflexión y contundencia en la acción.

Por un lado Ante el auge de Bloques regionales. Y el peligro de que México quedara aislado en la reconfiguración global, nuestro país optó por integrarse al gran bloque de América del Norte, mediante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), logramos a un acuerdo ventajoso para ser parte como socio activo y propositivo del mercado más grande y competitivo del mundo, al tiempo que preservamos nuestra soberanía e identidad nacional.

Por el otro lado la agenda buscaba equilibrio de cara al peso de Estados Unidos y México diversifico sus relaciones políticas y comerciales, así bajo la gestión del Canciller Solana ingresamos al Foro de Cooperación Asia – Pacifico (APEC), e iniciamos el proceso de adhesión a la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico.

El Canciller Solana impulso el diálogo con la entonces Comunidad Económica Europea y de manera muy particular y muy significativa relanzó la presencia de México en Sudamérica y América Central, regiones en las que siempre hemos gravitado con un peso específico y donde siempre hemos tenido una voz de liderazgo.

Así hizo el Canciller Solana, condujo con dureza y tacto el proceso histórico mediante el que México y el Vaticano restablecieron relaciones diplomáticas.

Y si Don Fernando condujo con mano firme el timón de la diplomacia mexicana en momentos de turbulencia y cambio acelerado, no es menos relevante y perdurable es su legado al interior de la Cancillería.

He visto en estos días, sonrisas de calidez y aun de complicidad cuando se menciona este tema, porque muchos de los aquí presentes serán parte de esta importante etapa de la Secretaría de Relaciones Exteriores y muchos otros ingresaron en esos tiempos, pero en beneficio de los cuadros más jóvenes de la Cancillería y como un reconocimiento merecido, vale la pena recordar que el Dr. Solana creó buena parte del andamiaje institucional y legal; que hace hoy del Servicio Exterior Mexicano uno de los más profesionales, modernos y comprometidos, de la Administración Pública en México.

Durante la Titularidad de Don Fernando, se creó la Comisión Mexicana para la Cooperación con Centro América y el Caribe, el antecedente del actual Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo. También se fundó la Dirección General para los Mexicanos en el Exterior, hoy Instituto de los Mexicanos en el Exterior. Hoy la labor de la Cancillería no se comprendería sin esas dos instituciones.

Hombre adelantado a su tiempo, durante su gestión estableció oficinas para atender los entonces nuevos temas globales, que hoy son imprescindibles; derechos humanos, medio ambiente, asuntos especiales como el combate al narcotráfico y al crimen organizado transnacional.

En esta Cancillería hasta el día de hoy es común que se oiga hablar con afecto de la era Solana, y no es para menos, durante su gestión, hubo cinco concursos de ingreso al servicio exterior mexicano, en los que se incorporaron, fueron más de cuatrocientos servidores públicos aproximados, fue también él, quien creó las reuniones anuales de Embajadores y Cónsules de las cuales apenas en Enero, celebramos la vigésimo séptima edición.

Don Fernando impulsó la ley del Servicio Exterior, incluyendo los concursos de ascenso por oposición, estas iniciativas no sólo fueron en beneficio de esta Secretaría en particular, sino todo el país en su conjunto, porque en la medida en que más profesional sea el Servicio Exterior Mexicano, mejor atención y servicio le daremos a nuestros connacionales dentro y fuera de México. Es tanto el cariño de quienes ingresaron al servicio en su época como Canciller, que el Doctor Solana solía reunirse con los cuadros más jóvenes y de menor jerarquía, no sólo como una muestra de su sencillez y (inaudible), sino para no perder el pulso de las nuevas ideas, las nuevas tendencias, las nuevas voces, y lo que tenían que decir.

Por todo ello fue natural que en 2014 la Cancillería y la UNAM con apoyo privado se unieran para crear la Cátedra Fernando Solana, como justo reconocimiento a una persona que hasta el final de su vida continuó siendo mentor y aprendiz permanente compartiendo ideas, propuestas y visiones de política exterior, materia que requiere de permanentes revisiones y replanteamientos.

Se necesitaba de un personaje amplio y de estatura universal para lograr la convocatoria que esta cátedra amerita, de forma que estoy segura que en esta tarea el Secretario Meade Kuribreña no tuvo grandes dificultades para hacer esta primera selección.

Señoras y señores, hay muchas formas de caracterizar a Fernando Solana, pero hay una en particular que yo elegiría para esta ocasión, Fernando Solana es uno de esos mexicanos que podemos y debemos presumir, es uno de esos mexicanos de los que queremos que todo el mundo sepa, que todo el mundo conozca, porque su legado y su obra nos inspiran y su recuerdo nos hace sonreír de forma espontánea e inevitable.

Porque qué presumimos si  no aquello que más nos llena de orgullo, cuando un mexicano se entera de quien fue y qué hizo Fernando Solana, independientemente de cualquier consideración política o teológica, encuentra en su obra, en su rectitud o en su amor por México una fuente de aliento y optimismo, una razón para creer que el servicio público y la actividad política sirven para servir, para transformar y mejorar la realidad.

Cuando un extranjero se entera de quién fue y qué hizo Fernando Solana, se da cuenta de la enorme capacidad intelectual, de la robustez moral de la energía innovadora y creativa y del potencial que hay en México.

Fernando Solana, es uno de los mejores embajadores permanentes que tiene México, de cara al mundo y de cara a la historia.

Hombre del siglo XX pero con visión preclara sobre el papel de México en el Siglo XXI, con visión de 360°, constructor de instituciones, formador de mujeres y hombres, humanista y patriota de educación global, servidor público con visión social inquebrantable y convicción  ética del desarrollo económico, hombre culto, genio de ingenio, moral, sensible y agudo para entender las transformaciones necesarias y trazar el camino institucional del futuro.

Fernando Solana, hombre de letras y hombre de leyes, profesor, periodista, escritor, mentor, intelectual, ejemplo y referente, Secretario General de la UNAM, Secretario de Comercio, Secretario de Educación Pública, Senador de la República, Fernando Solana Secretario de Relaciones Exteriores; esta Cancillería donde él se sentía en casa, donde él creó, y en sus propias palabras donde él se divirtió, esta Cancillería lo siente suyo, pero sabemos que como mexicano universal nos pertenece a todos.

Emulemos todos pues, su ejemplo de entrega y compromiso, de eficiencia y honestidad para seguir sirviendo a México; uno de los grandes siempre presente, Fernando Solana Morales, Descanse en Paz.