Canciller Claudia Ruiz Massieu: Muy buenos días tengan todas y todos ustedes, Silvia, Rebeca, gracias por haber co conspirado con la Cancillería por haber auspiciado este evento. Saludo también a los representantes del Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país, a mis colegas del gabinete del Gobierno del Presidente Peña Nieto, funcionarios, académicos, estudiantes, a don Valentín Diez por su puesto, a todos ustedes por estar aquí.

Es de verdad un privilegio estar en este foro acompañada por dos mujeres latinoamericanas, dos iberoamericanas que dan testimonio del enorme capital que representan las mujeres en nuestra región, como fuerza intelectual, propositiva y transformadora.

Gracias Silvia por albergar este encuentro que nos permite reflexionar, seguir reflexionando sobre el futuro del Espacio Iberoamericano a 25 años de haber sido concebido con esta forma institucional. Y reconocer también a Rebeca por su labor tan destacada al frente de la SEGIB, Rebeca ha encabezado esta responsabilidad con el entusiasmo que la caracteriza, pero sobre todo con una gran visión, ha puesto su experiencia y talento al servicio de todas las sociedades de Iberoamérica y no es casual que este ejercicio de renovación y reflexión que iniciara hace dos años en Veracruz hoy, haya dado ya frutos concretos y sea un ejercicio que nos permita trazar una ruta hacia el futuro.

Hace un cuarto de siglo cuando por primera vez los mandatarios de Iberoamérica se encontraron en un mismo espacio, lo que los unía sin duda eran nuestras afinidades históricas y culturales; pero también una visión pragmática, una visión de construir juntos una manera de afrontar los retos que presentaba el escenario internacional que, en ese momento igual que ahora se transformaba con rapidez.

Por eso quiero aprovechar esta ocasión para reconocer la visión de uno de los arquitectos de ese primer encuentro de 1991, año del fin del mundo bipolar, al ex Canciller Fernando Solana, artífice de grandes páginas de la diplomacia mexicana.

En ese momento Iberoamérica coincidió en la necesidad de consolidar la democracia, promover el estado de derecho, y atender los rezagos sociales en toda la región; pero también reconocimos que cada país vivía realidades distintas, y por ello no podía pretenderse la uniformidad de soluciones y de visiones.

Se necesitaba un mecanismo innovador y así el Espacio Iberoamericano aportó por ser una plataforma para el diálogo político y la cooperación horizontal. Un foro para abordar a partir de nuestras coincidencias los problemas comunes, pero desde el primer momento se subrayó que no debía ser un espacio para ampliar nuestras diferencias.

Hoy, 25 años después sigue siendo necesario reflexionar ¿qué significa en esta época este espacio?, ¿qué resultados hemos construido juntos?, ¿hacia dónde queremos llevar nuestro esquema de cooperación?, ¿Qué ruta podemos trazar para los millones de hombres y mujeres que en el espacio iberoamericano aun buscan incorporarse al modelo de desarrollo que hemos venido construyendo? ¿qué retos nos plantea el siglo XXI?

Porque nuevamente enfrentamos una realidad cambiante que nos llama a adaptarnos con audacia, con decisión pero en unidad. En diversas partes del mundo vemos emerger visiones aislacionistas que desestiman los beneficios de la globalización y la cooperación internacional, discurso que rechazan la integración y promueven la discriminación, la intolerancia y la xenofobia.

Ante este escenario, las sociedades iberoamericanas y latinoamericanas diversas por cultura, mestizas por origen y unidas por la historia debemos erigirnos con un contraste virtuoso. Hoy más que nunca debemos ser un ejemplo de inclusión, de pluralidad y de solidaridad.

El cambio como aquí ya señalaba Rebeca también ha sido interno, la región hoy tiene 115 millones de habitantes más que en 1991, tenemos una clase media en expansión, un PIB per cápita que se ha cuadriplicado y hemos reafirmado nuestra convicción democrática, nuestra convicción pacífica y también nuestra vocación iberoamericanamente universal, pero también somos la región del mundo con mayores potencialidades y mayores brechas de desigualdad en distintos ámbitos.

En ese contexto vamos a llegar a Cartagena en octubre próximo con un mecanismo vigente que sin embargo requiere seguir profundizando su renovación.

Ya avanzamos de manera decidida en Veracruz posicionando a Iberoamérica como el espacio más grande de cooperación horizontal en el mundo, de hecho el Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur- Sur ha permitido la elaboración del único informe regional en la materia que nos ha posicionado como punta de lanza a nivel global en la medición de proyectos de esta naturaleza, ninguna otra región del mundo ha hecho un esfuerzo similar.

En la actualidad los 22 miembros del Espacio Iberoamericano reciben y ofrecen cooperación a través de los programas que administra la SEGIB, y en el caso de México somos parte de los 27 de los 29 en curso y más de 25 entidades del gobierno participan en estos distintos programas.

La voluntad política de México se ha traducido en apoyos concretos, en el último lustro, nuestro país ha aportado casi 8 millones de euros en cooperación, sin contar las aportaciones en especie.

Este esquema flexible donde cada país participa de acuerdo a sus prioridades y capacidades permite que el Espacio Iberoamericano no duplique tareas sino complemente los esfuerzos que se hacen al amparo de otros procesos de integración refuercen la visión iberoamericana y viceversa.

Para México por ejemplo, la ciencia como motor de desarrollo es un área estratégica, por ello, en el marco del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, 61 instituciones del Gobierno de México participan en áreas como: la agroalimentación, la salud, la promoción de desarrollo industrial, el desarrollo sostenible, tecnologías de la información y la ciencia.

Otro tema al que México le da particular relevancia es la educación, en la actualidad 150 millones de jóvenes iberoamericanos entre 15 y 29 años, 10 por ciento de la juventud global son parte de la generación más educada de la historia de la humanidad.

El 70 por ciento de quienes cursan la educación superior como decía Rebeca, son los primeros de su familia en hacerlo y para apuntalar esa tendencia y esa visión hemos desarrollado en estos 25 años el Plan Iberoamericano de Alfabetización que entre 2007 y 2015 ha permitido que 34 millones de personas se beneficien de educación básica.

Sin embargo hay una amplia tarea por delante para detonar ese potencial y transitar a una verdadera economía del conocimiento y a un esquema de desarrollo incluyente.

Por eso, en la próxima cumbre en Cartagena los temas a abordar serán precisamente la juventud, el emprendimiento y la educación.

Señoras y señores, nuestra América siempre ha sido una tierra abierta a las posibilidades, con capacidad de reinvención y de adaptación  por eso en este foro no sólo venimos a conmemorar el pasado, sino a imaginar y trabajar juntos por un nuevo futuro. Un futuro en el que el desarrollo sea incluyente, un futuro en el que las oportunidades que ofrece la integración y la cooperación internacional estén al alcance de todos.

Sigamos juntos trabajando por hacer de Iberoamérica el espacio más incluyente y más próspero del mundo.

Muchas gracias.