El 11 de octubre de 2011 se instauró la celebración del Día Internacional de la Niña, aprobado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (AGONU) y promovido por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Dichos organismos internacionales afirman que, el empoderamiento de las niñas es fundamental para romper el ciclo de discriminación y violencia contra ellas, así como para promover el ejercicio de sus derechos humanos fundamentales.

Se han emitido datos que indican que más de 700 millones de mujeres a nivel mundial se casaron antes de cumplir los 18 años de edad, mientras que alrededor de 250 millones lo hicieron antes de cumplir 15 años. Ser mujer y vivir bajo estas circunstancias las hace vulnerables, pues se estima que el riesgo de vivir violencia de pareja, quedar embarazada y/o contraer una enfermedad de transmisión sexual es muy alto. En México, el 15.5% de las adolescentes ya se ha convertido en madres (INEGI, 2009).

El hecho de ser madre adolescente limita las oportunidades de desarrollo y de empoderamiento económico de las mujeres, puesto que se dedican al cuidado de otros, abandonan la escuela y se enfrentan a mayores situaciones de vulnerabilidad y exclusión.

Otro fenómeno alarmante es la mutilación genital femenina, vigente hoy en día en 29 países de África y Oriente Medio. Se estima que la salud sexual y reproductiva de las futuras mujeres se encuentra comprometida cuando de niñas son sometidas a estas prácticas. Paradójicamente, cuando logran evitar esta injustificable violencia, son blanco de rechazo social y críticas por parte de su comunidad, lo que les genera ansiedad y malestar en sus pueblos de origen.

En virtud de lo anterior, se sabe que la educación sexual es una forma de empoderar a las niñas y así dar un paso hacia la erradicación de las desigualdades de género a las que se enfrentan. El acceso a la educación se considera como una de las herramientas más efectivas para proteger a las niñas y adolescentes tanto de los embarazos como de los matrimonios tempranos. De hecho, existe una correlación que señala que mientras más años de educación formal tengan las mujeres, tendrán una menor cantidad de hijas e hijos y cuidarán mucho más de su salud sexual, incrementando sus posibilidades de mejorar su calidad de vida.

#UnidadDeGéneroSRE

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