Elaborados con maíz (planta sagrada que identifica a nuestra cultura mexicana y que presenta una diversidad de razas), los tamales son un alimento con alto valor nutrimental que debe consumirse sin exceso, pero disfrutando de su amplia variedad en sabores.

Si en la rosca de reyes “te salió el niño” y te convertiste en “padrino”, la tradición dicta que el 2 de febrero, Día de la Candelaria, debes ofrecer tamales con quienes compartiste la rosca.

Este festejo es una mezcla de tradiciones prehispánicas y católicas. Diversas investigaciones señalan que nuestros antepasados llevaban a la iglesia mazorcas para que fueran bendecidas y después sembrarlas, cumpliendo así con el ciclo agrícola. Este ritual se efectuaba cada 2 de febrero que, de acuerdo con el calendario azteca, era el primer día del año y lo celebraban en honor a Tláloc, Chalchiuhtlicue y Quetzalcóatl. Todo ello coincidió con el día en que se presentó al Niño Jesús ante el Templo de Jerusalén.

Valga decir que, de acuerdo con el Atlas agroalimentario 2016, en 2015 la superficie con el cultivo del maíz fue mayor en 174 mil hectáreas respecto al año anterior.

Es así como el tamal, proveniente del maíz, ya sea por tradición prehispánica o por capricho gastronómico, no puede faltar cada 2 de febrero en los hogares mexicanos.

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