Antiguamente conocidos como panteones, estos versos nacieron en el siglo XIX a modo de inscripciones burlescas y a manera de expresar ideas o sentimientos que en otras circunstancias sería difícil decir.
Frecuentemente fueron censuradas e incluso hasta destruidas ya que también servían como medio para expresar descontento y frustración con los sucesos de la época.
Las primeras calaveras fueron publicadas en el periódico El Socialista en 1879, en Guadalajara.
Las ilustraciones que suelen acompañar las calaveritas son conocidas como de La Catrina o Calavera Garbancera, creada por José Guadalupe Posada y bautizada por Diego Rivera.