Muchas gracias. Es verdaderamente un privilegio compartir la mesa y escuchar los conceptos, la inteligencia de dos latinoamericanos de excepción.

Me da mucho gusto dar la bienvenida a su casa, al Secretario General de la OCDE, José Ángel Gurría con quien tenemos la fortuna de contar con una colaboración en muchos temas, y uno de ellos es el tema de la Productividad.

Y también bienvenido a su casa, Don Enrique, es un privilegio que esté usted de nuevo en México y gracias por compartirnos su elocuencia y su inteligencia.

Quiero saludar la presencia de muchos amigos de México, o de mexicanos muy distinguidos que todos desde sus trincheras contribuyen a poner el tema de la Productividad como un tema prioritario para la agenda nacional.

Saludo a Enrique García, presidente de la CAF, hace muy pocos días estuvimos juntos en un evento que la CAF organizó en México para discutir, para pensar sobre un tema clave para la productividad que es la infraestructura.

Saludo a los legisladores federales, de manera particular quiero destacar la presencia del senador Héctor Larios, presidente de la Comisión de Economía del Senado de la República; del diputado Adolfo Uribe, presidente de la Comisión Especial de la Competitividad de la Cámara de Diputados, y uno de los más importantes impulsores del tema de la productividad en los últimos años en México.

Saludo a los liderazgos del sector laboral, a Don Carlos Aceves, también diputado Federal y otros liderazgos del sector laboral que nos acompañan. A los liderazgos empresariales muy importantes, como Valentín Diez, del Comce; Luis Robles de la ABM, a Emilio Cadena de Index. Muchas gracias por estar aquí,  Luis Foncerrada, el Director General del Centro de Estudios Económicos del sector privado.

Si algo distingue a todos quienes están aquí es que es gente preocupada y ocupada en el tema de la productividad. Escuchando hablar a Ángel Gurría recordaba yo alguna conversación hace ya algunos años en la que comentábamos lo complicado que a veces es conciliar desde la política pública, desde la política económica, lo importante y lo urgente, y sin duda si queremos hablar de lo importante para una economía, pocos temas vamos a encontrar tan importantes como el de la productividad.

Sin embargo, en la acción de un gobierno, la coyuntura, lo urgente, lo inminente, muchas veces nos roba la atención, no solamente de quienes hacen política pública, sino de la opinión pública también, y rara vez vemos a los temas de la productividad ocupando las primeras planas.

Sin embargo, no hay una agenda más importante y más determinante del bienestar de una nación, de su capacidad de crecer, de crecer con equidad, de crecer con empleos bien pagados que el de la productividad.

Y ahí hay que reconocer que en México tenemos una gran asignatura pendiente. Les comparto un dato que lo revela: De 1983 a 2013 México tuvo una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto de apenas el 2.4%. Esta tasa está incluso ligeramente por abajo de la tasa promedio de los países de la OECD en ese periodo, es más baja que la de Brasil, Brasil creció al 3.1 en ese periodo, que Chile que creció al 5.1 y por supuesto que China que creció al 10.3%.

Es decir, en México como una nación emergente no hemos tenido durante un periodo muy largo de tiempo, 30 años, tasas de crecimiento de un país emergente, y piensen que en 30 años ha sucedido de todo, en lo político, en lo económico, en lo externo; han sido 30 años donde han sucedido, hemos vivido momentos muy favorables, momentos muy desfavorables, momentos de cambio político, de alternancias democráticas, y sin embargo, la constante sigue siendo que México crece por debajo de su potencial.

Y la explicación de fondo de por qué México crece menos que otras economías emergentes, es precisamente el tema de la productividad.

Entre 1990 y el año 2014, según cifras del INEGI, la productividad total de los factores en México no creció, al contrario, cayó 7.6%. Esta cifra debería de ser la más importante, la más comentada, la más pensada por quienes hacen política económica, quienes están en el sector privado, quienes hacen opinión pública, y sin embargo, es una de las cifras de las que menos se habla.

Por eso la administración del Presidente Enrique Peña Nieto ha hecho, desde el principio, de la productividad uno de sus ejes principales de acción. Ya lo mencionó muy generosamente hace un rato don Enrique, creamos una Unidad Especial de Productividad --que además nos honra mucho que está en la Secretaría de Hacienda--, para generar políticas transversales, políticas públicas transversales en todo el gobierno, orientadas al fomento de la productividad.

Pero cuando pensamos en la productividad de México rápidamente nos encontramos con una aparente paradoja: En México tenemos industrias, tenemos regiones que son hoy ejemplo de competitividad y de productividad y de crecimiento, piensen tan sólo en la industria automotriz -–que por cierto hace un rato dio a conocer un magnífico dato de un crecimiento en el primer semestre del año de más de 8% en la producción de vehículos--, y que hoy gana terreno, somos ya el sexto exportador más importante de vehículos en el mundo. O pensemos en la industria de electrodomésticos, somos el quinto exportador más importante de electrodomésticos en el mundo.

Poca gente lo sabe, pero México es el principal exportador de pantallas planas en todo el mundo; es decir, en México tenemos una industria, particularmente una industria manufacturera de exportación que hoy es orgullo y ejemplo de que en México sí se pueden hacer muy bien las cosas, se puede competir y se puede ganar en los mercados internacionales, y sin embargo las cifras agregadas de productividad nos muestran que la productividad cae año con año.

¿Qué es lo que está en el fondo? Lo que está en el fondo es una gran inequidad, una gran desigualdad en la distribución de la productividad, porque así como tenemos industrias como la automotriz, o la aéreo espacial, tenemos industrias, por ejemplo, la del comercio al menudeo, que le da empleo a uno de cada cuatro mexicanas y mexicanos en la fuerza laboral, que muestra un estancamiento en sus índices de productividad en los últimos 20 años.

O la industria de toda la cadena gastronómica, incluyendo la industria restaurantera, que también es un gran empleador de mexicanas y mexicanos, que sin embargo muestran estancamiento en su productividad.

Y si lo vemos por regiones, también es muy evidente el contraste, desde la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte -–y eso me da oportunidad para saludar a uno de sus arquitectos que es Herminio Blanco que también está aquí--, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte ha generado un enorme crecimiento y bienestar pero no en todo el país.

El corredor que podríamos llamar TLC, que incluye el Bajío, que incluye por supuesto toda la zona de la frontera norte, en sólo 20 años aumentó el Producto Interno Bruto per cápita en 40%, es decir, es una gran historia de creación de prosperidad.

Sin embargo, en ese mismo lapso el Producto Interno Bruto por habitante en el sur del país, particularmente en Oaxaca, en Chiapas y en Guerrero, se ha mantenido prácticamente estancado.

 

Es decir, no basta con el análisis agregado de las cifras sobre productividad, tenemos que afinar la mira del análisis y entender que lo que tenemos es una gran inequidad en la distribución  de la productividad.

En México no solamente tenemos mal distribuida la riqueza y el ingreso, tenemos un problema de distribución de la productividad. Lo decía muy bien hace un momento don Enrique Iglesias: “El impulso de la productividad tiene que ser un impulso más incluyente”.

El Presidente Enrique Peña Nieto desde el inicio de su mandato ha denominado a este esfuerzo la democratización de la productividad ¿Qué quiere decir esto? Que tenemos que fomentar políticas públicas y esfuerzos conjuntos con el sector privado, con el sector laboral, con la academia, para hacer que la productividad esté en todo el país y en todas las industrias, y eso es lo que hemos venido haciendo.

Permítanme referirme a cuatro ejes importantes de las políticas de democratización de la productividad: La primera, reforma estructurales. Ustedes me dirán “¿Bueno y las reformas estructurales cómo democratizan la productividad?” Hay un conjunto de industrias que a pesar de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y otros tratados comerciales no han sido expuestas realmente a la competencia en los últimos años.

Las reformas estructurales lo que hacen es abrir a la competencia estas industrias. Piensen ustedes en la industria energética, una industria que se mantuvo cerrada durante décadas y en la cual fuimos perdiendo terreno, fuimos perdiendo productividad.

Hoy, las perspectivas que tenemos hacia adelante, no solamente es de atracción de inversiones y de creación de empleos en la industria energética, sino de mayor productividad y de reducir los costos de la energía para las empresas en todo el país; empresas pequeñas, empresas medianas y también las grandes empresas. Y eso generará indudablemente productividad en todas las cadenas de valor.

Piensen ustedes en la reforma en telecomunicaciones que hoy ya está dando resultados notables y atracción de inversión extranjera como no se había visto en mucho tiempo en México.

El tener telecomunicaciones de mejor calidad, más baratas de mayor acceso es una manera de democratizar la productividad, de democratizar el acceso a la era de la información, particularmente para las pequeñas y medianas empresas,  y así podemos hablar del resto del conjunto de reformas, como la reforma en materia de competencia económica --aquí está la presidenta de la Comisión Federal de Competencia Económica, Alejandra Palacios--, que sin duda lo que hace es eliminar barreras a la competencia, “tener una cancha más pareja” para todas las empresas, y eso permite acceder a la difusión de tecnología, a la difusión de conocimiento y, por supuesto, a mayor productividad. Y así cada una de las reformas tiene estos impactos.

Pero no basta con una agenda de reforma estructural, en México necesitamos adoptar una política moderna, pero finalmente una política industrial proactiva.

Durante muchos años en México renunciamos a la política industrial, incluso se llegó a decir que la mejor política industrial es la no política industrial, y eso se dijo en muchos países, pero se dijo hace 20 años o más, y se dejó de hacer hace 20 años o más, y en México necesitamos ponernos al día y tener una política industrial moderna que no compite con el mercado sino que trabaja con el mercado y con el sector privado, y que permite generar un marco predecible y duradero de fomento económico.

De ahí la gran importancia de la nueva Ley de Productividad y Competitividad que aprobó el Congreso de la Unión --nuevamente destaco el impulso que a ella le dio el diputado Adolfo Uribe--, que lo que permite es crear un marco institucional de permanencia en una política de fomento económico proactiva que implica muchas cosas, entre otras, por ejemplo, trabajar de manera institucional a través de un instrumento permanente que es el Comité Nacional de Productividad, en el fomento del contenido nacional de las cadenas productivas, lo mencionaba hace un momento don Enrique Iglesias, la promesa de libre comercio, de los beneficios del desarrollo de libre comercio, solamente llegarán a todo el país si realmente desarrollamos el contenido nacional en las cadenas de valor.

De ahí celebro lo que estamos haciendo con INDEX, con quienes hemos empezado a construir, y con Emilio Cadena, construir realmente oportunidades de encuentro entre las grandes empresas tractoras y las pequeñas empresas y medianas empresas mexicanas que pueden convertirse de manera competitiva en proveedores de las grandes industrias nacionales de exportación.

También significa el que utilicemos el combate a la ilegalidad como una política de productividad y de desarrollo económico. Ahí están los casos, por ejemplo, de combate a las importaciones ilegales de automóviles que se han traducido en ventas que han crecido en más de 20% en un año, de automóviles nuevos en el país, o el combate al contrabando técnico en textiles, en vestido, en calzado, en vinos y licores, que hoy está generando ya que estas industrias, no a través de medidas proteccionistas, pero simplemente de la aplicación del marco legal, tengan un mejor panorama de crecimiento económico y de creación de empleos.

 

En esto también se inscribe un papel más activo de la banca de desarrollo. Una banca de desarrollo que se atreva a tomar riesgos, que se atreva no solamente a dar crédito, sino a aportar capital, capital de riesgo, capital privado; que apueste a los proyectos de infraestructura, que acompañe a nuestros exportadores, que apueste por invertir en las pequeñas y medianas empresas.

Todo esto conforma una política industrial moderna que se basa en la cooperación con el mercado, que trabaja con el sector privado, y que permite que juntos impulsemos nuestras ventajas competitivas.

Un tercer eje fundamental es la creación de infraestructura, y ahí quiero decir que México uno de los programas de infraestructura más ambiciosos de las últimas décadas, y que a pesar de la coyuntura presupuestal que atravesamos continúa, y continúa con gran ímpetu; ahora con mayor participación del sector privado, a través de figuras como las Asociaciones Público-Privadas, las concesiones, y un mayor uso de los instrumentos de mercado para el financiamiento. Esto lo hablamos en la conferencia de la CAF hace apenas unos días.

Y finalmente debo decir que el sector público tiene la obligación, tiene el imperativo de volverse también más productivo. No basta con impulsar mayor productividad en las empresas y de los trabajadores, el sector público tiene que hacer su parte. Y ahí tenemos una gran oportunidad con el trabajo que estamos haciendo y que en septiembre presentará el Presidente de la República a la Cámara de Diputados, en la elaboración del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2016.

Ante la coyuntura de menores ingresos petroleros, el Presidente de la República ha sido muy claro, le toca al Gobierno Federal “apretarse el cinturón”, no vamos a financiar los menores ingresos petroleros ni aumentando los impuestos ni creando nuevos impuestos, y mucho menos incrementando el endeudamiento público. Le toca al Gobierno Federal “apretarse el cinturón”, y ésta es una gran oportunidad para tener un gasto público más eficiente, más eficaz; es decir, más productivo.

El trabajo, con la metodología de presupuesto base cero es entonces también un trabajo de productividad, que debe contribuir a que nuestro país, insisto, retome como prioridad esto que no sale en las noticias todos los días, que es la productividad y que, sin embargo, es el más importante y determinante de nuestro futuro económico, y más que eso, del bienestar de las familias mexicanas en todas las regiones del país, en todos los sectores de nuestra economía.

Quiero nuevamente agradecer a todo el equipo de la OECD, encabezado por su Secretario General, Ángel Gurría, por la propuesta de hacer en México esta Cumbre Internacional de Productividad.

Nos sentimos muy honrados que se considere a México como sede de este esfuerzo, y hacemos votos porque la propuesta de una red de productividad en la OECD pronto sea una realidad, y por supuesto apoyamos con gran entusiasmo la idea que la próxima Reunión Ministerial, que fue tan importante sobre inversión hace apenas algunas semanas, la próxima Reunión Ministerial sea sobre productividad. Creo que no habrá un tema más relevante y más trascendente para nuestras economías.

Nuevamente a todos muchas gracias y muchas felicidades.