Muy buenas tardes.

Con su permiso, señor presidente de la República.

Señor director del Instituto Politécnico Nacional, doctor Enrique Fernández Fassnacht.

Saludo también, con mucho gusto, al líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, al maestro Juan Díaz de la Torre, que nos acompaña el día de hoy aquí.

Doctor Mayagoitia, muchas gracias por estar hoy aquí, con nosotros.

Saludo también al señor director de la Comisión Federal de Electricidad.

Al jefe de la Oficina de la Presidencia.

A todos quienes nos acompañan en el presídium.

Saludo a los ex directores del Instituto Politécnico Nacional aquí presentes.

Por supuesto, también, a los representantes de los trabajadores que se encuentran hoy aquí, con nosotros.

A los académicos. A los maestros. A los alumnos. A todos los galardonados. A los ex alumnos, que nos acompañan el día de hoy.

Legisladores, que también están con nosotros.

A todos, bienvenidos.

Quiero iniciar mi mensaje dirigiéndome a los galardonados que hoy reciben la presea Lázaro Cárdenas, el reconocimiento más alto que otorga el Instituto Politécnico Nacional.

Se trata de alumnos, maestros, investigadores, ex directores y egresados, que han sobresalido por su talento y por su compromiso. Ustedes son motivo de orgullo para todos los mexicanos, pues representan la excelencia que caracteriza a una comunidad propositiva e innovadora, que siempre ha acompañado las grandes transformaciones de nuestro país.

Muchas felicidades a todos ustedes.

Es para mí un gran gusto y un honor, señor presidente, poderlo acompañar en esta fecha tan significativa, en la que como cada año, reconocemos a una de las instituciones más importantes para el pasado, el presente y sobre todo, el futuro de México: el Instituto Politécnico Nacional

La celebración que nos convoca el día de hoy es particularmente importante, pues 2016 marca el aniversario número 80 de esta gran institución.

Hoy quiero invitarlos a volver la vista atrás, hacia el México de los años 30.

En aquél entonces, nuestro país contaba con un poco más de 16 millones de habitantes: 70 por ciento de la población trabajaba en el campo; prácticamente, el 60 por ciento era analfabeta; y únicamente el 14 por ciento, trabajaba en la industria.

Fue en ese contexto que el presidente Lázaro Cárdenas fundó al Instituto Politécnico Nacional el primero de enero de 1936, convencido de la necesidad impostergable de preparar a los mexicanos, para poder detonar la modernización, y un desarrollo igualitario de todo el país.

En aquel primer año, el Poli estaba conformado por apenas 16 escuelas; poco más de 10 mil estudiantes, y casi 700 maestros. Hoy, 80 años después, cuenta con 100 unidades de Educación Media Superior y Superior en gran parte del país; casi 200 mil estudiantes, y más de 16 mil docentes e investigadores.

Pero la evolución no solo ha sido numérica. A lo largo de estas ocho décadas la comunidad politécnica se ha entregado en cuerpo y alma a la misión consagrada en el primer artículo de su Ley Orgánica, que cito textualmente: “Consolidar a través de la educación la independencia económica, científica, tecnológica, cultural y política para alcanzar el progreso social de la nación”.

El México que hoy tenemos no puede entenderse sin el legado de las mujeres y hombres que han estudiado, enseñado e investigado en esta noble institución.

Al Poli debemos, en buena medida, la conectividad carretera del país, su electrificación, la disponibilidad de sistemas de irrigación para el campo, la modernización de procesos industriales, el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, el saneamiento de suelos contaminados, entre otras muchas contribuciones en todos los ámbitos del conocimiento.

En sus aulas se han formado miles de especialistas, reconocidos en todo el mundo, como los inventores Guillermo González Camarena y Juan Celada o el neuroquímico Guillermo Massieu y el bacteriólogo Jorge Cerbón, entre muchos otros investigadores, maestros y alumnos, muy distinguidos de esta institución.

Pero el día de hoy, de manera muy particular quiero reconocer a los jóvenes estudiantes del Instituto Politécnico Nacional. Todos los días nos enorgullecen con sus triunfos, por ejemplo, en diversos concursos internacionales de robótica, de matemáticas o de física.

Además de que nos sorprenden, y nunca nos dejan de sorprender, con descubrimientos innovadores que pueden contribuir a que la sociedad mexicana pueda vivir mucho mejor.

Todos ustedes estudiantes jóvenes destacados del Instituto Politécnico Nacional comienzan una vida.

Y empiezan a destacar en su campo de estudios, y estoy seguro que en un futuro no muy lejano se convertirán en los nuevos líderes y referentes del desarrollo científico, académico, intelectual, y por supuesto, también político y empresarial del país.

Señor presidente, como usted me lo ha instruido, con absoluto respeto a las decisiones internas del Instituto Politécnico Nacional, la Secretaría de Educación Pública estará muy cerca, para poder seguir apoyando el proceso de fortalecimiento y de engrandecimiento de esta gran institución.

Señor director toda la comunidad, estudiantes, maestros, trabajadores e investigadores cuenten que con en el secretario de Educación tienen un gran aliado.

Un gran aliado que reitero con el respeto a la vida interna del Instituto Politécnico estará muy cerca, para que podamos seguir trabajando hombro con hombro y codo con codo, para hacer del Instituto Politécnico Nacional, como lo es ya, una de las mejores instituciones de este país, y que pueda tener 80 y muchos años más destinados al progreso y al servicio del pueblo de México.

Muchas gracias.

Audio. Mensaje del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer.