Muy buenas tardes.

¿Cómo están jóvenes? ¿En dónde están los chavos del Poli que estaban muy ruidosos hace rato? ¿Y los de la UNAM? ¿Y los del Tecnológico Nacional de México? ¿Y los de las universidades tecnológicas y politécnicas? ¿Y el Conalep? Eso, aquí están.

Muchas felicidades jóvenes por esta graduación, por este éxito y muchas felicidades a sus familias.

Le quiero agradecer mucho a Emilio Azcárraga y a Marcos Martínez, por haberme invitado a esta que es su fiesta, a esta que es su ceremonia de graduación.

Y les quiero hacer un reconocimiento, porque como ya se ha dicho mucho en quienes me antecedieron en el uso de la palabra, lo que hace 12 años fue una idea, hoy es un gran proyecto que ésta cambiando y transformando la vida de muchísimos jóvenes de México.

Muchas felicidades y, por supuesto,  también muchas felicidades a nuestra muy querida amiga, la licenciada Lebrija, muchas gracias por ese trabajo, gracias Alicia, y gracias a todos ustedes por ese esfuerzo.

Un gran aplauso, también les pido, para todos quienes han encabezado este proyecto de Bécalos. A los bancos, por supuesto, que hacen esto posible, pero sobre todo, como lo decía hace un momento Alicia, a cientos de miles de mexicanos  que de manera anónima y con una gran generosidad han contribuido para que muchos de ustedes y sus compañeros tengan una gran educación  y a través de ella puedan salir adelante.

Nelson Mandela, quien fue presidente de Sudáfrica, un gran luchador de los derechos humanos que pasó muchas décadas en la cárcel por luchar por el derecho de muchos de sus compatriotas a la libertad. En algún momento digo una frase muy simple, pero muy poderosa, dijo que la educación era el arma más poderosa para cambiar y para transformar vidas.

Y eso es algo en lo que ustedes creen y por eso están aquí, pero que además después de escuchar el testimonio de Cristóbal, nos queda muy claro que si hay algo que tiene el poder de cambiar y de transformar una vida, es el poder de la educación.

Yo traía aquí un discurso, pero yo les quiero dejar el día de hoy dos reflexiones. La primera, es que la educación no solamente es el arma más poderosa para cambiar y transformar el mundo como lo decía Mandela, sino que la educación, créanmelo, es una de las principales fuentes de la felicidad.

Cuando alguien, y ustedes lo han experimentado, logra entender  y comprender un fenómeno es feliz. Cuando alguien logra avanzar a través del conocimiento, también es feliz. Cuando alguien logra generar una innovación o detonar algo creativo que cambie a la humanidad, como lo hizo Cristóbal, se llena de felicidad no sólo porque está apoyando y ayudando a alguien más y está permitiendo cambiar y transformar su vida, sino porque está logrando una gran satisfacción.

La felicidad que logra la educación es algo connatural al ser humano. Pero, además, la educación también es la principal fuente de la libertad. Lo acaba de explicar también de otra manera Cristóbal. Cuando alguien tiene educación como ustedes, tiene opciones.

Voy a optar y voy a optar particularmente por lo que más le gusta hacer en la vida. Sin educación la libertad se restringe porque hay otras cosas.

Pero además la  educación es también la principal fuente de justicia, como nos lo  compartía Alicia con una cita de José Vasconcelos, el primer secretario de Educación Pública de nuestro país.

¿Y por qué?  Porque la educación es fuente de movilidad. Porque la educación  alumbra donde hay ignorancia. Y donde hay ignorancia hay injusticia, pero donde hay educación está la luz de la justicia.

Ese es el poder transformador que tiene la educación y ese es el principio que ustedes han tomado el día de hoy.

Jóvenes que están en la secundaria, jóvenes que están terminando el bachillerato y ahora van por una carrera o jóvenes que se están titulando y que tendrán un mundo gigantesco enfrente de ustedes.

Que podrán continuar con un posgrado. Que podrán incorporarse al mercado laboral, que podrán traducir en realidad alguna idea.

Ese es el poder de la educación y el mensaje que les quiero dejar es que no lo pierdan.

Sigan trabajando y sigan por una ruta de la educación. Sea en una escuela. Sea  a través de seguirse formando ustedes mismos porque la educación es la ruta que les va a hacer felices. Que les va a permitir a encontrar la libertad y la justicia.

Y será precisamente a través de la educación como no únicamente van a poder cambiar su vida, o la de su familia, o la de su comunidad, o la de su municipio, sino también tendrán el poder de cambiar y transformar a nuestro país.

Y eso precisamente jóvenes me lleva al segundo mensaje que les quiero dejar. Sé que lo saben pero nunca lo pierdan de vista. Somos parte de un extraordinario país. Somos parte de uno de los mejores países del mundo.

Un país que tiene una cultura milenaria. Todos nosotros somos herederos  de las  múltiples culturas prehispánicas que después se fusionaron con múltiples culturas europeas.

Y que a lo largo  de la historia de nuestro país se ha enriquecido con migraciones de Asia, de África, de prácticamente todo el mundo.

Y que ha dado píe a una de las culturas más multifacéticas, profundas y  explosivas que existen en el mundo. Que es nuestra cultura que ha sido capaz de construir una de las ciudades más bellas del mundo.

Que ha tenido la capacidad de ser el país de gente como Sor Juana Inés de la Cruz, de ser el México de Octavio Paz, de ser el México de científicos como Mario Molina.

Ese es nuestro país que además hoy  es uno de los once países más poblados del mundo. Una de las 15 economías más grandes y más potentes del mundo. Un país libre.

Un país que crece. Un país que se está transformando. Y un país que joven que tiene gente como ustedes. Gente que con su visión, que con su esfuerzo, que con su capacidad y que con una educación de calidad será capaz de hacer de este gran país del que todos nos sentimos muy orgullosos, aún más grande.

Y que vamos a poder lograr con ese entusiasmo, con esa fuerza, con esa innovación como la de Cristóbal una educación  de calidad; lograr que México sea el país más exitoso de todo el mundo en el siglo XXI.

Esa debe de ser nuestra visión como sé que ustedes la tienen. Y que lo podamos hacer a través de la educación.

Muchas felicidades por su esfuerzo. Muchas felicidades a sus familias que se deben de sentir muy orgullosos de ustedes. Muchas felicidades a Bécalos y sigan trabajando por México, por la educación y porque todos tengamos una mejor vida con gente como ustedes, con jóvenes con esta fuerza que ustedes tienen. Muchas felicidades jóvenes.