Ciudadana Diputada Presidenta de la Comisión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados.

Señora Subsecretaria de Educación Básica.

Javier López Sánchez, Director General del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.

Jesús Fuentes Blanco, Presidente del Consejo Consultivo de la CDI.

Alejandro Rivas y Beatriz García, traductores.

Señoras y señores.

Las lenguas indígenas que se hablan en México han pasado por situaciones muy diferentes a lo largo de la historia. En el siglo XIX el liberalismo entendía que todos los hombres eran iguales y que, por tanto, no deberían haber diferencias lingüísticas entre ellos. De manera que los liberales del siglo XIX señalaron que debía desaparecer el término indígena de las Constituciones, porque todos estaban englobados dentro del concepto de ciudadanos.

 Pero hubo voces que se levantaron en contra de esta decisión. Una muy respetable de Guanajuato, Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, que pugnó por el establecimiento de un sistema educativo en el que se emplearan tanto el castellano como el idioma indígena de las distintas regiones. Se unió a él su discípulo guerrerense, Ignacio Manuel Altamirano, para exigir la educación indígena en México.

Muy contrario a la visión del Nigromante y de Altamirano, fue el pensamiento positivista de finales del siglo XIX y principios del XX, según el cual la enseñanza debería impartirse siempre en castellano, racial o étnicamente no debería existir ninguna distinción, bajo la desafortunada idea que la pluralidad lingüística era un obstáculo para crear el ser nacional.

Tras la Revolución, el mexicano volvió a ocuparse de su propia identidad. Personajes como José Vasconcelos y don Samuel Ramos apelaron al mito del mestizo que considera al indígena como parte de sí mismo.

La cultura hispana e indígena son igualmente valiosas y tuvieron una evolución en el pensamiento y acción de lo que se llamó “mexicano”, así lo sostuvo don Manuel Gamio, que influyó enormemente en la visión contraria del siglo XIX.

Fue un indigenista exitoso que hizo que el Gobierno de México comenzara a preocuparse por sus indígenas. Don Manuel promovió la creación de institutos indigenistas en varios países del continente, desde la dirección del Instituto Indigenista Interamericano, creado en 1940 como consecuencia del Congreso de Pátzcuaro, que fue convocado por el Presidente Lázaro Cárdenas.

En esta línea, en nuestro país Alfonso Caso, con otros antropólogos como Julio de la Fuente, Gonzalo Aguirre Beltrán y Alfonso Villa Rojas, dieron origen al Instituto Nacional Indigenista y fomentaron el desarrollo de comunidades nativas en campos como el de la educación, las actividades económicas, la salud y el bilingüismo. A partir de entonces, fueron el enfoque integrador que empezó a permear la educación para comunidades indígenas con el fin de hacerlas autosuficientes, válidas en sí mismas y que preexistieran con los otros grupos sociales que integran la pluralidad cultural mexicana.

La culminación de todo este proceso, sin embargo, requería que en la Carta Magna se reconociera esta deuda histórica del silencio Constitucional de 1857.

Por ello, en 1992 se recogió en nuestra Carta Suprema la condición multiétnica de nuestra nación, entendiendo que las culturas y tradiciones indígenas tienen el mismo valor que cualquier otra. Diez años después, con la reforma al Artículo 2º de la Constitución, se estableció la obligación de preservar y enriquecer las lenguas indígenas. Hoy se da un paso más. No sólo la Constitución reconoce a los indígenas, sino que está siendo ya impresa en libros con lenguaje de los indígenas. Cultura y Constitución son dos conceptos que se implican mutuamente. La Constitución es parte de la cultura de un pueblo. La Constitución también protege todas las manifestaciones culturales.

Es imprescindible entender que los elementos antropológicos, como la lengua, son parte de la cultura. Por ello, las comunidades lingüísticas deben ser consideradas también comunidades culturales, ya que a cada una le corresponde un determinado grado y un determinado patrimonio de cultura, que de alguna manera se refleja infaliblemente en la lengua.

Cada lengua es única, expresa una forma de ver el mundo. Las lenguas constituyen así una riqueza invaluable, pues cada una contiene una memoria histórica del pueblo que la habla.

Conforme al Catálogo de Lenguas Nacionales que el INALI publicó en el Diario Oficial de la Federación, en México se hablan 374 variantes dialectales, pertenecientes a 68 agrupaciones que se desprenden de 11 familias lingüísticas. Cada familia lingüística encarga un origen cultural distinto, ahí radica la diversidad y la riqueza cultural de México.

Si queremos lograr una cultura constitucional en nuestra sociedad, tenemos que dar a conocer el contenido de estas leyes en todas las lenguas a todos los grupos que habitan en el país.

Por ello, quiero felicitar a quienes han logrado la traducción el día de hoy entregada en los idiomas Chontal de Tabasco, Mixteco del Oeste de la Costa, Zapoteco de la Planicie Costera, Pima del Norte, Tarahumara del Norte, Tepehuano del Norte, Yaqui, Mayo y Zoque del Norte Alto.

Pero quiero decirles que tenemos que hacer un compromiso, como decía el papá de Alejandro, los hechos hablan y nosotros también queremos hablar este lenguaje.

En la celebración del centenario de la Constitución, el 5 de febrero del año 2017, estarán todos los libros de las 68 lenguas indígenas que se hablan en México traducidos a estas lenguas, la norma suprema de los mexicanos.

Por su parte, la Secretaría tiene que seguir con la enseñanza bilingüe en zonas indígenas. Quiero comentarles que la CONALITEG, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, hace cada año de 25 a 30 millones de libros para nuestros niños indígenas y los vamos a seguir haciendo. Quiero decirles también que tenemos todos los marcos y parámetros curriculares para que los maestros indígenas adecúen a la cultura indígena en que se hallan inmersos, los contenidos de sus lecciones, de sus enseñanzas; no sólo los contenidos, también los métodos.

Y, finalmente, quiero anunciar que por instrucciones del Presidente Enrique Peña, que destaca el valor de nuestras culturas indígenas en el país, las primeras Escuelas de Tiempo Completo con alimentos, serán las de las comunidades indígenas para apoyar de esta manera el crecimiento de nuestros niños.

Les agradezco a todos los que han colaborado en este proyecto su participación y los invito a que sigamos trabajando en pro de la pluralidad, porque al hacerlo estamos trabajando en beneficio de la unidad.

Muchas gracias.