La COP se realiza cada dos años con el objetivo de que los países que forman parte del Convenio de Diversidad Biológica adopten planes de trabajo para la conservación de la biodiversidad, la utilización sustentable de sus componentes y la participación justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos.

Dado que el uso de la biodiversidad se ve modificado por las actividades de diversos sectores productivos, México propuso convocar a esta reunión a los representantes de las carteras forestal, pesquera, agrícola y turística a fin de que la conservación de la biodiversidad fuera incluida como un criterio básico en el diseño y desarrollo de los planes de crecimiento de estos sectores.

Además, en la COP13 tuvieron cabida otras representaciones que realizaron compromisos importantes, como el sector privado, sociedad civil, jóvenes, pueblos indígenas, legisladores, así como autoridades de ciudades y gobiernos estatales. De esta manera, México logró que el Convenio sobre Diversidad Biológica traspasara los límites de una visión enfocada en lo ambiental para alcanzar aquellos sectores que más dependen de la biodiversidad y de los servicios que proveen los ecosistemas (por ello su potencial para generar un cambio también es mayor).

Y si bien Cancún representó un parteaguas para el futuro del Convenio sobre Diversidad Biológica, la experiencia dejó muchas cosas buenas a México. En el marco de la cumbre, el gobierno de la República aprovechó para presentar su Estrategia Nacional de Biodiversidad y su Plan de Acción al 2030. Con ella, nuestro país cuenta con una ruta para articular en la agenda del desarrollo nacional los compromisos adquiridos por México en el marco internacional.

Además, la COP13 fue un catalizador de acuerdos que por décadas se habían mantenido pendientes, como el caso del acuerdo firmado entre SAGARPA y SEMARNAT que tiene el objetivo de que las políticas de subsidio al campo no compitan con los apoyos en favor de la conservación de los bosques.

Igualmente importantes fueron los acuerdos con los representantes de 70 núcleos agrarios que habitan alrededor de la Reserva de la Biósfera de Montes Azules, en Chiapas. El gobierno mexicano se comprometió a garantizar que la región estará libre de exploraciones o explotaciones de hidrocarburos o mineras. Tampoco se permitirá la construcción de represas en el río Usumacinta.

Pero, sin duda, el anuncio más sobresaliente fue el decreto de cerca de 65 millones de hectáreas de áreas naturales protegidas que, sumadas a las ya existentes, permiten que México cuente con 91 millones de hectáreas de su territorio bajo un esquema de conservación: 70 millones de ellas abarcan zonas marinas y 21 millones, áreas terrestres.

Con estas acciones se refrendó el compromiso de México con la conservación de la biodiversidad. Cabe destacar que en los dos años siguientes nuestro país ostentará la presidencia de la Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica y habrá de dar seguimiento a los acuerdos alcanzados en Cancún.