Muy buenas tardes a todas, a todos.

Si me lo permite mi amigo el Secretario de Desarrollo Social, a nombre de él y de su servidor, pedirles sean tan amables de aceptar una disculpa por los momentos de retraso, y en lo personal también por no haber recorrido todos los espacios de cada una de las entidades que vinieron a mostrar el esfuerzo que hacen cotidianamente en favor de las mujeres de este país.

Pero como se ha comentado, acompañamos al señor Presidente a un recorrido por una zona devastada, en el estado de Puebla, en Huauchinango.

Ahí, a ese lugar desde muy temprano había llegado el Secretario de Desarrollo, Meade, que le pudo explicar al Presidente cuando llegó después de una gira en el Estado de México, el Presidente, las circunstancias en que se encontraban ése y 27 municipios más.

Y fue complejo, por cierto, el poder llegar a este lugar, muy difícil, muy peligroso, pero el Presidente quiso estar, dar instrucciones y dirigir los esfuerzos para recuperar las circunstancias adversas que hoy viven ciudadanos, mujeres y hombres de Puebla.

Por eso, les pedimos que acepten la disculpa por la demora en el inicio de este evento.

Saludo al señor Secretario, José Antonio Meade.

A todo el presídium.

A Lorena.

A quien hoy se le tiene no solo cariño, sino reconocimiento, María Angélica Parra, este se gana y se gana con trabajo, y ella se lo ha ganado por muchos años.

Permítanme saludar a Ana.

A las legisladoras.

A los funcionarios del Gobierno de la República, de los institutos locales que también están enfrente de nosotros.

A todas y a todos, muy buenas tardes.

Agradecer al Secretario Meade, por esta invitación para acompañarles en la clausura de este importante foro.

Sí, hace una década, en el privilegio de haber estado en la 59 Legislatura, pude observar el trabajo de ustedes, pude acompañarlas en el trabajo de ustedes, Malú, Diva, y otras más. Desde ahí daban la batalla.

Muchos, muchos no entendía para qué se estaba buscando este presupuesto.

Fue difícil, complejo, pero ya las conocen, se impusieron por sobre todos, y pudieron lograr este que es ya, un gran programa para las mujeres en el país, PAIMEF. Muchas felicidades.

México está avanzando, antes de este programa ya se había sumado a diversos mecanismos internacionales en favor de las mujeres, como la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, la CEDAW, en 1979.

La Convención de Belém do Pará, de 1994, y la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, de 1995.

Pero, como nación teníamos la responsabilidad de avanzar, para hacer efectivos los derechos, la igualdad y la no violencia de género en todos, en todos los rincones del país.

Desde entonces, la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida nacional ha ido en aumento.

Así lo demuestra no solo su mayor presencia en el mercado de trabajo –hemos ido avanzando- sino también el liderazgo que ejercen en todos los sectores, desde la cultural, el artístico, el académico, hasta el empresarial, y sin duda, también en los medios de comunicación.

Es decir, debemos reconocer los avances que han sido posibles gracias al compromiso de miles de mujeres, que desde diversos espacios han impulsado los cambios que este país necesita.

Y por supuesto, gracias también a las instancias en las entidades federativas, las 32 que hoy nos acompañan, que con pocos recursos, pero como lo pudimos observar en algunos de los stands, con mucha creatividad y compromiso han ido empujando la agenda a nivel local, y de verdad, nuestro reconocimiento, sabemos por las que han pasado.

Lo dijo Lorena, algunas llegaron a ese espacio con un puesto que se les daba por llenar los organigramas, apenas hace poco han sido visibles ante las instancias locales, hoy son muy visibles y hoy es un espacio que se busca, porque a través de él se puede proteger, ayudar y a erradicar la violencia contra las mujeres.

Por eso, a ustedes, a ustedes que dejaron marca y que la seguirán dejando en sus entidades en favor del país y en favor de las mujeres, muchas felicidades.

El Presidente Enrique Peña Nieto lo dijo ayer: falta, falta por hacer. Pero nadie puede hacer menos lo logrado.

Incluso por décadas, el esfuerzo de ustedes y de otras que les han antecedido, ha sido un esfuerzo prácticamente de las mujeres, que no había sido acompañado por los varones.

Por eso decir 10 años, sí, se dice fácil, en lo que se refiere a este programa, pero hay un gran esfuerzo, hay un gran esfuerzo de muchas más antes, que lo han dado todo por proteger, por cuidar a las mujeres.

Pero reitero, hay camino por andar y retos que tenemos que afrontar con la misma o más determinación.

Debemos admitir que persisten prejuicios y estereotipos que ofenden y lastiman a las mujeres y a las niñas.

Debemos reconocer que más allá de las leyes y las políticas, hay un cambio fundamental que cada una y cada uno de nosotros debe realizar.

Comenzando, por ejemplo, por enseñar a nuestras hijas e hijos a convivir y crecer en la igualdad; a caminar siempre en un piso parejo, nunca por encima, siempre a su lado una del otro, uno de la otra.

Dejando en claro que es falso y dañino pensar que es mejor que solo estudien los niños, porque las niñas crecerán para casarse; o que ellas no tienen la capacidad para labores tradicionalmente ejercidas por los hombres, y que por tanto deben de ganar menos; o que son algo así como propiedad de sus padres, hermanos, novios o maridos, y peor aún que es normal que sufran violencia.

Porque hay que decirlo claro y hay que decirlo fuerte: luchar contra el sexismo y la violencia machista, no es un asunto solo de mujeres. Por el contrario, los hombres tenemos una responsabilidad ineludible para forjar relaciones igualitarias y libres de violencia.

Lo mismo en la escuela y el espacio público que en el trabajo o en el hogar, los hombres estamos llamados a entender que los estereotipos de género nos afectan a todos por igual, a todos como la sociedad en la que pertenecemos.

Por eso, hoy más que nunca, nuestro país requiere que los hombres asumamos la causa de las mujeres y luchemos a la par, por la agenda de la igualdad entre el hombre y la mujer, entre la mujer y el hombre.

Ayer, ayer lo dejó claro el señor Presidente de la República, yo estoy seguro que ustedes lo ven, sin duda, cuentan con un aliado en el Ejecutivo Federal, un hombre que yo denominaría y lo digo a distancia, porque creo que ahí se inscribe él, como se inscribe Pepe Meade y su servidor, como feministas, trabajamos en favor de las mujeres.

Porque estoy convencido de que la diferencia entre los géneros no debe significar diferencia en el ejercicio de los derechos.

Porque todos, absolutamente todos estamos obligados a decir basta. No más niñas o mujeres agredidas, discriminadas, acosadas, ni violadas, y menos, mucho menos, asesinadas.

Y a decir: sí, sí al respeto, sí a la inclusión, sí a la erradicación de toda forma de violencia y sí a la igualdad de oportunidades. Porque el empoderamiento de la mujer no se decreta, se construye con corresponsabilidad.

Por eso es tan importante este Foro que hoy concluye, y que ha permitido evaluar logros pero también los desafíos de las instancias en cada estado y en cada municipio.

Funcionarias, funcionarios, representantes de la sociedad civil organizada y académicos han intercambiado experiencias y buenas prácticas, y lo más importante, han trazado rutas a seguir para superar los obstáculos que aún persisten.

Porque nos une una misma causa, y sin duda, cuando trabajamos juntos, los resultados son más y por supuesto mejores.

Se trata de una tarea que exige el esfuerzo de todos, de todos absolutamente; del gobierno, poniendo en marcha políticas y acciones decididas; de los Congresos locales, concluyendo la armonización legislativa; y por supuesto, de la sociedad con su participación.

Se trata de construir una nueva forma de convivencia; una nueva mentalidad y nuevas prácticas sociales, fincadas en los valores del respeto, la libertad y la igualdad plena.

Estamos hablando de una transformación de fondo, que implica desterrar o sustituir hábitos y falsas creencias que han estado ahí durante siglos y que por ende, están muy arraigadas.

Sí, sin duda es un desafío complejo, pero no estamos cerrando los ojos ante ello, por el contrario, le estamos haciendo frente con la determinación que amerita.

Porque solo así estaremos removiendo limitantes no solo para las mujeres, sino también para el avance de México.

Porque cuando las niñas y las mujeres ejercen cabalmente sus derechos, las comunidades encuentran mejores caminos para prosperar.

Porque trabajar por la igualdad y la no violencia de género es no solo un acto de justicia, sino la piedra angular de un país más digno y más incluyente.

El México que hoy somos, se ha dicho y lo es, se ha logrado en gran medida gracias a la tenacidad, el trabajo, la lucha y muchas veces el sacrificio, de las mujeres.

Respeto y admiro todo lo que hacen, construyen y contribuyen por México.

Quedan, sin duda, brechas por cerrar y barreras que derribar, pero ya hemos abierto el camino y habremos de seguir avanzando hasta que todas las mujeres logren su empoderamiento.

Han sido ustedes, con su entrega, empeño y labor incansable, las que han iniciado estas grandes transformaciones.

Y por ello, es junto a ustedes que seguiremos caminando y trabajando, pero no solo de palabra, sino reafirmando, como hoy lo estamos haciendo, nuestro respaldo, contundente, claro y decidido en favor de la mujer.

Vamos por la unidad, por la unidad que significa trabajo conjunto en favor de ellas, de las niñas y de las mujeres de este país. Se lo merecen.

Discurso