A todas y a todos agradecemos a quienes han hecho uso de la voz el día de hoy, con puntualizaciones muy importantes, y coincido, esta es el Acta de Nacimiento que hablará de una acción después a la historia de nuestros países.

Cuando decimos que el derecho a la identidad es fundamental, nos referimos a que define la vida de las personas y marca el rumbo de las sociedades.

Hablamos sobre todo, de reconocer plenamente la existencia y la dignidad humana; de saber quiénes somos, dónde nacimos y cuáles son nuestras raíces; de compartir una nacionalidad y adquirir sentido de pertenencia.

Y es a partir de lo anterior, que nos integramos en entorno común como sujetos poseedores de libertades y obligaciones.

Por eso en México, trabajamos con la convicción de que garantizar la identidad permite brindar certeza jurídica y generar políticas públicas más efectivas.

Ello, sin perder de vista que el derecho a la identidad no solamente es fin, sino también comienzo. Es punto de llegada, y a su vez, punto de partida.

Porque es el primero de todos los derechos, y en consecuencia, abre las puertas para que podamos ejercer otras garantías igual de importantes.

Abre el camino para que ninguna niña, niño o adolescente, se quede sin ir a la escuela.

Para que ninguna mujer o jefa de familia carezca de atención médica oportuna.

Para que más jóvenes cuenten con apoyos e incentivos, que les permitan emprender y trazar su proyecto de vida.

En suma, estamos hablando de una pieza clave, sin la cual no es posible ampliar las condiciones de prosperidad en nuestras naciones.

Por eso es tan importante este encuentro, y por eso, México propuso y promovió junto con otros países de nuestro Continente, su realización, como un espacio para analizar de manera conjunta los desafíos y hacerles frente en la corresponsabilidad.

Aquí, por primera vez, se eleva a rango ministerial la colaboración y el intercambio de buenas prácticas, para fortalecer nuestras políticas de identidad.

Y a la par, se busca establecer una nueva ruta, con metas e indicadores puntuales, para superar rezagos, afianzar nuestros sistemas, y así, alcanzar la cobertura universal, como lo ha planteado Néstor. El reto es significativo e importante.

Esto a través de los compromisos plasmados en la Declaratoria que hoy adoptamos, mismos que brindan un marco de referencia para la mejora permanente de nuestros procesos, porque solo evaluando mejoramos nuestras acciones y entregamos resultados a la sociedad.

Subrayo que estas estrategias habrán de contribuir a que avancemos en el cumplimento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable hacia el 2030, que son una agenda y una responsabilidad compartida.

Por ello, reconozco a la OEA, al BID y a la UNICEF, así como al Consejo Latinoamericano y del Caribe de Registro Civil, Identidad y Estadísticas Vitales, y a cada uno de los países presentes.

Porque juntos estamos dando un paso de gran trascendencia, para que nadie en las Américas carezca de visibilidad y respaldo.

Porque al tener nombre y apellido, cobran vida nuestros derechos y libertades, y esta es una condición fundamental para todas y todos, pero muy especialmente para los grupos en situación vulnerable.

Porque la identidad no solo tiene importancia jurídica, también es una oportunidad para salir adelante, una herramienta para ser tomado en cuenta y cerrar las brechas de marginación.

Por eso trabajar por el derecho a la identidad es sembrar mayor igualdad y justicia social.

De ahí que debamos seguir avanzando de manera conjunta, para consolidar un registro universal, gratuito y oportuno.

Focalizando esfuerzos en tres rubros primordiales:

Cobertura, para terminar con el sub-registro y llegar a cada rincón de nuestras geografías.

Accesibilidad, con procesos sencillos que faciliten la realización de trámites.

Y modernización, para poner las ventajas de la tecnología al servicio de la identidad.

Estamos hablando de retos que ustedes conocen y que enfrentan en su quehacer diario.

Por eso al acercarnos, al dialogar y al reflexionar juntos, en espacios como éste, podemos encontrar mejores fórmulas y caminos innovadores.

En México, bajo el liderazgo del Presidente Enrique Peña Nieto, estamos haciendo lo propio y hemos comenzando por darle a la agenda de identidad la atención prioritaria que merece.

Hemos avanzando en la interconexión de registros, para que nuestra información y documentos estén siempre a la mano, dondequiera que estemos.

Esto, como saben, se trata de una labor compleja, que en sistemas federales exige, exige gran coordinación.

También hace apenas una semana, lanzamos el Programa “Soy México”, en colaboración con la Embajada de Estados Unidos, que facilita la entrega de actas de nacimiento a los México-Americanos, para que sin importar en qué lado de la frontera se encuentren, puedan ejercer su bi-nacionalidad.

Se estima que esta estrategia habrá de beneficiar a entre 450 mil y 600 mil menores de 18 años.

Y a la par de lo anterior, estamos ampliando y acercando los servicios del Registro Civil a comunidades históricamente marginadas, especialmente, con los grupos indígenas de nuestro país, a partir de políticas de población con perspectiva intercultural.

Sabemos que aún quedan brechas por cerrar y retos por superar.

El compromiso es seguir trabajando hasta que la universalidad y oportunidad en el registro de personas, sea una realidad en cada rincón de nuestro país y por supuesto, en el esfuerzo conjunto de nuestro Continente.

Nuestra identidad es algo que nos acompaña por siempre. Por eso es injusto que alguien carezca de los documentos que la acreditan.

Porque la identidad es motivo de orgullo y arraigo; es origen, pero sin duda, también es porvenir.

Al garantizarla y tomarla como base de las políticas públicas, se convierte en una palanca para promover el desarrollo incluyente y la movilidad social.

Que no haya una persona de las Américas sin poder comprobar su existencia. Ese es el objetivo al que estamos llamados todas y todos a cumplir.

Sigamos trabajando juntos, en nuestras naciones, y a la vez, en nuestra región, para que nadie se quede a la deriva, ninguno de nuestros países, a todos nos conviene. Es por nuestras y nuestros ciudadanos.

Para que todas y todos tengan un nombre, un rostro y una voz plenamente reconocidos por la sociedad y sobre todo, protegidos por el Estado.