Muy buenas noches a todas, a todos.
 
Es para mí un honor el poder estar en este evento tan significativo, y permítanme saludar al Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Luis María Aguilar.
 
Saludar a Ministra, Ministros.
 
A la Procuradora General de la República.
 
Al Presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
 
Al Presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje.
 
A Humberto Castillejos.
 
Agradecer mucho a Juan Díaz de la Torre, por permitirnos estar en este Centro Cultural, hermoso, a todas y a todos nosotros.
 
Por supuesto, saludar a los Consejeros de la Judicatura, Jueces de Distrito, Magistrados, presidentes de Poderes Judiciales en las entidades.
 
Al General de Brigada, licenciado Gonzalo Corona González, Director General de Justicia Militar.
 
A familiares y acompañantes de los hoy galardonados.
 
A los medios de comunicación.
 
Muy buenas noches a todos.
 
Una justicia efectiva es aquella que logra traducir sus decisiones y sentencias en bienestar, convivencia armónica y derechos plenos para todas y para todos.
 
Que se genera concordia y confianza de la ciudadanía en sus instituciones.
 
Que da certeza de trato igualitario ante la ley, sin importar origen, género o condición social.
 
Que cierra el paso a la impunidad, y abre el camino para consolidar nuestro Estado de Derecho.
 
Una justicia que es, por tanto, sustento básico para el desarrollo del país.
Esta es la justicia que exigen las y los mexicanos, de la cual ustedes, las y los juzgadores, son actores fundamentales.
 
Por eso, reitero que me da mucho gusto estar hoy aquí, y honrar a quienes trabajan todos los días para que la administración de justicia sea una realidad cotidiana.
 
Mi reconocimiento a todas y todos ustedes, y en especial a quienes han sido distinguidos esta noche.
 
La labor que desempeñan diariamente en favor de las y los mexicanos, representa, sin duda, una oportunidad, pero sobre todo, es una gran responsabilidad.
 
Una responsabilidad que exige un compromiso absoluto con la ley, más allá de su propia visión moral, religiosa, social o política.
 
Que requiere actuar con autonomía, prudencia y templanza. Resguardando siempre la independencia judicial, sin someterse a presiones externas, y respondiendo solo al llamado de la justicia.
 
Brindando con su quehacer seguridad y certeza jurídica, y previniendo violaciones a los derechos de las personas.
 
Tratando con respeto lo mismo a víctimas que a imputados, y actuando con objetividad para que la verdad jurídica de sus resoluciones reflejen fielmente la verdad de los hechos.
 
Manteniéndose actualizados y con los conocimientos necesarios, atendiendo así la naturaleza cambiante del Derecho. Procediendo con discreción, pero nunca con discrecionalidad.
 
Aplicando siempre el principio pro-persona, y contribuyendo, con su actuar, a la observancia de las normas que rigen la vida en sociedad.
 
Porque cada sentencia que emiten ustedes, significa la resolución de un conflicto, y con ello, la posibilidad de seguir avanzando en un México de armonía, libertades, derechos y obligaciones.

Se trata de impartir una justicia que no tenga por único objetivo condenar, sino también conciliar.
 
Que sea completa desde el estudio, análisis y resolución, hasta el cumplimiento de las sentencias.
 
Que sea expedita para que se reduzcan los tiempos procesales.

Y especialmente, que incremente la solución de controversias mediante la justicia alternativa.
 
Se trata, en suma, de garantizar el gobierno de la ley, porque el respeto a la ley es la vía que permite la convivencia de los individuos que integran la sociedad.
 
Y las decisiones de ustedes cumplen, en ese sentido, una función social única e indispensable, que contribuye a mejorar el entorno y la vida en sociedad.
 
Porque la justicia es un valor, pero también es un servicio que el Estado le da a la ciudadanía desde los poderes judiciales federal y locales.
 
Un servicio de la más alta prioridad, que por su importancia debe ser también de la más alta calidad.
 
Esto es el reto que enfrentan tanto los jueces del Poder Judicial, como los Tribunales Administrativos que se ubican en los Poderes ejecutivos federal y locales.
 
Y reconozco, en ese sentido, a la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia, y a las 11 instituciones que se agrupan en nuestro país.
 
Porque a nueve años de existencia, la AMIJ, es sin duda una asociación fundamental en la modernización y el fortalecimiento de las instituciones jurisdiccionales.
 
Y al mismo tiempo, una aliada central en la transformación del Sistema de Justicia. 
 
Una transformación como la que estamos llevando a cabo, por un lado, con un Modelo Penal Acusatorio.
 
Y una transformación, a la vez, que el Presidente Enrique Peña Nieto llamó a hacer llegar a la justicia cotidiana, la de los ámbitos civil, familiar, mercantil, laboral, administrativo y contencioso.
 
Se trata, sin lugar a dudas, de dar respuesta a una de las demandas más sentidas de la sociedad.
 
Porque hoy la ciudadanía exige, y con justa razón, acabar con la impunidad, porque acabar con la impunidad, es la vía más efectiva para fortalecer la confianza en nuestras instituciones.
 
Por eso debemos seguir trabajando juntos y redoblando esfuerzos para lograr una justicia que garantice el ejercicio de los derechos, pero también, muy importante, el cumplimiento de las obligaciones.
 
Una justicia que se sienta en el día a día de las personas y que permita resolver los problemas que afectan de manera más directa la vida de las y los mexicanos.
 
Porque tiene que ver con los derechos que reconoce nuestra Constitución, en cuyo centro están las personas y el respeto absoluto a su dignidad.
 
Por eso es tan importante lograr una transformación de fondo en la justicia cotidiana en favor de la ciudadanía, esa que vive la ciudadanía.
 
De ese tamaño es la responsabilidad que tienen en sus manos, y de ese tamaño también, es la contribución que pueden realizar en favor del Estado de Derecho.
 
Porque juntos lo tenemos que emprender y juntos lo tenemos que lograr, porque se trata de una tarea que los tres Poderes de la Unión debemos acometer en unidad, y siempre, siempre junto con la sociedad.
 
Alcanzar la justicia plena en todos los ámbitos de la vida, ha sido y es una aspiración de las y los mexicanos, que no puede esperar más.
 
Por eso el Presidente Enrique Peña Nieto llamó a emprender la transformación más profunda en décadas, y por eso habla de la justicia cotidiana. 
 
Ustedes, las y los ministros, magistrados, consejeros de la Judicatura y jueces, son la pieza fundamental para concretar este importante cambio.
 
Para que la justicia no se quede solo en el papel y se viva en el día a día de las y los mexicanos.
 
Para que nunca más se castigue a un inocente y quede libre un culpable.
 
Para que nunca más quede una víctima sin reparación del daño.
 
Para que se privilegie la resolución de conflictos a través de mecanismos alternativos y no de la prisión.
 
Para que la cultura de la legalidad sea una práctica común y no una excepción.
 
Y para que, cuando una ciudadana, un ciudadano, acuda a un juzgado, siempre, siempre sepan que habrá justicia para ellos, sin adjetivos ni concesiones. Simplemente la justicia que todo mexicano merece.
Discurso