Con base en lo anterior destacan que son las mujeres, particularmente las niñas, adolescentes y jóvenes, las más susceptibles a ser víctimas de este delito, ya que este grupo sufre de la inequidad en el acceso a la educación,  el trabajo y estereotipos de género que las desempoderan y las vuelven objetos de cambio.

Como personas inmersas en una cultura que genera roles desiguales entre hombres y mujeres, adoptamos los estereotipos antes mencionados como una manera normal de etiquetar a las personas. Haciendo un ejercicio, cuando tecleamos la palabra “Trata de personas” en un buscador de internet, las primeras imágenes que aparecen, hacen referencia a mujeres en diversas situaciones de peligro y explotación, junto con hombres que fungen como violentadores. Cuando escuchamos o leemos sobre trata de personas, muchas veces, la primera imagen que se nos presenta en la mente, es la de mujeres explotadas sexualmente. Evocar este tipo de imágenes de manera automática, se genera por el contexto que como sociedad tenemos, sobre que, al ser las mujeres un grupo considerado como vulnerable, siempre son estigmatizadas a ser víctimas de violencia.

Como sociedad, debemos iniciar un cambio respecto a ver los géneros como polos opuestos, las personas, sin importar ser hombres o mujeres, son capaces de adoptar cualidades masculinas o femeninas dependiendo de su manera de desenvolverse en su cotidianidad.

El 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de las Mujeres, fecha que nos invita a reflexionar el porqué de su creación, porqué existen fechas que enmarcan la situación de las mujeres mundialmente. Este día, tiene la intención de recordarnos como sociedad, el largo camino de lucha que han tenido, por obtener un lugar en el ámbito público, de trabajo, de educación, en la política, la convicción de lograr justicia e igualdad y dejar de ser vistas como un grupo violentado.

Meditar esta información, es el primer paso para generar un cambio en nuestro pensar y actuar a favor de la igualdad entre hombres y mujeres.