Ciudadano FELIPE CALDERÓN HINOJOSA, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.

Doctor JOSÉ ROSAS AISPURO TORRES, Vicepresidente de la mesa directiva de la Cámara de Senadores.

Ministro JORGE MARIO PARDO REBOLLEDO, Representante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Licenciado MARAT PAREDES MONTIEL, Segundo Visitador General, Representante de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Almirante MARIANO FRANCISCO SÁYNEZ MENDOZA, Secretario de Marina.

Distinguidas compañeras y compañeros de gabinete.

General de División Piloto Aviador Diplomado de Estado Mayor Aéreo, LEONARDO GONZÁLEZ GARCÍA, Comandante de la Fuerza Aérea.

Damas y caballeros.
 
Compañeros de armas.
 
Muy buenas noches.
 
“La Patria es primero” es el paradigma que VICENTE GUERRERO nos legó en 1821, cuando México nacía Independiente.
 
Desde entonces, esa es la consigna de todos aquellos buenos mexicanos que día a día suman su esfuerzo para forjar un mejor país.
 
Servir a la patria, demanda poseer acendrados sentimientos y virtudes. El nacionalismo, la lealtad y el valor, son algunos de los más trascendentes.
 
Su origen yace en nuestra historia y en la cultura que nos cohesionan en un mismo territorio y destino.
 
A lo largo de su existencia México ha sorteado riesgosas encrucijadas, pero en toda ocasión, merced a la tenacidad e inteligencia de destacados compatriotas, siempre ha poseído el don para seleccionar el mejor de los caminos.
 
Algunos de estos desafíos en su momento, exigieron entrega absoluta para defender lo nuestro.
 
En este siglo XXI, son amenazas de otra índole las que perturban nuestro futuro.
 
Conflictos de naturaleza diversa, asimétricos y trasnacionales.
 
Entre ellos de la más alta prioridad es el que protagoniza la delincuencia organizada, cuyas  violentas acciones contra las instituciones y agresiones constantes a la sociedad lo ubican ya en el ámbito de la seguridad interior.
 
Por eso el Señor Presidente de la República, determinó desde el primer día de su mandato ─ con singular decisión ─ enfrentar con toda la fuerza del Estado este flagelo.
 
Con visión estadista, diseñó una estrategia integral en la que ─ respondiendo al sentido de urgencia ─ consideró preponderante la participación inmediata de las Fuerzas Armadas.
 
El Primer Mandatario de la Nación fue claro y contundente al señalar que esta lucha tendría  un alto costo para el país.
 
No se equivocó. El tiempo le dio la razón.
 
Hoy en el marco conmemorativo de la Revolución Mexicana ─ génesis política y social del Instituto Armado ─ nos reunimos en este legendario Campo Militar “Marte”, para evocar y rendir un justo y sentido homenaje a nuestros compañeros de armas; valerosos soldados y marinos que ofrendaron su vida en el cumplimiento del deber.
 
Tropas de tierra, mar y aire, diestros y de probada experiencia, supieron cumplir la misión.
 
Murieron defendiendo la ley, luchando contra el delito y la violencia, persuadidos que nada ni nadie puede atentar contra la existencia del estado, ni afectar la tranquilidad y el desarrollo de la población.
 
Portando el uniforme de la república entregaron su vida imbuidos de un ideal ético: servir a la Patria.
 
Oriundos de la misma tierra, cielo y mares, cada uno de sus estados natales los recuerda con emoción gentilicia.
 
Conducta suprema digna de emular que se traduce en emotiva enseñanza para las presentes y futuras generaciones de militares.
 
Su actitud, no fue producto del azar.
 
Deviene de la estirpe que tiene como cepa, el honor militar.
 
Éste es el cimiento axiológico de su formación; temple que supera al temor e impulsa a llevar el sacrificio a un nivel superior.
 
Ese momento extremo, el de perder la vida defendiendo el imperio de la ley, los hace dignos de recordación especial.
 
Nos sentimos fraternos de ellos.
 
La institución se honra con tan bizarros marinos y soldados.
 
Se han ganado un lugar en la biografía castrense.
 
Son ahora parte de la memoria colectiva.
 
Sus nombres permanecerán inscritos en esta plaza y grabados en nuestro recuerdo.
 
Testaron orgullo a su familia de hoy y del mañana.
 
Ejemplo mayúsculo el que nos han heredado.
 
El luto y el dolor que dejaron en sus hogares, también lo tenemos presente.
 
Su ausencia definitiva en el seno familiar, genera preocupación e incertidumbre en el futuro.
 
Atento a estos indeseables infortunios, nuestro Comandante Supremo ─ con la sensibilidad y empatía que le caracteriza ante sus tropas ─ instruyó acciones inéditas de moral para paliar la pena y dar tranquilidad y bienestar a los dolientes.
 
Aspectos sustantivos de la vida como la manutención, la salud, la educación y la vivienda fueron atendidos con atingencia.
 
En cumplimiento a sus directivas, se instrumentaron seguros de vida exprofeso, los que aunados a las pensiones vitalicias, aportan los recursos pecuniarios tan necesarios en tales situaciones.
 
Para coadyuvar a la solvencia económica del hogar, se ofrece a la viuda causar alta en alguna área de las secretarías de la defensa nacional o de marina afín a sus conocimientos o habilidades, para que cuente con un trabajo seguro y digno.
 
La cobertura en Seguridad Social ─ que incluye el servicio médico integral ─ está garantizada para los derechohabientes del militar fallecido.
 
En materia educativa, se aplica un programa de becas que garantiza la escolaridad de los hijos, a partir de la educación básica y hasta el nivel licenciatura.
 
Para superar la necesidad de vivienda, se diseñó un plan de créditos hipotecarios que permite a las familias que confrontan estos aciagos momentos, adquirir una casa con amplias facilidades.
 
Estos beneficios representan también en otro perfil, el reconocimiento de la República a nuestros compañeros de armas caídos.
 
Amable auditorio:
 
La pérdida de estos cofrades milicianos nos aqueja, pero al mismo tiempo nos anima a seguir trabajando con redoblado ahínco en el cumplimiento de nuestras misiones generales.
 
Su inmarcesible ejemplo, fortalece nuestra moral y mantiene inquebrantable el espíritu de cuerpo.
 
Encontramos en su sacrificio, una fuente nutricia para arraigar la lealtad y la vocación de servicio en nuestras filas.
 
México, su Gobierno, sus Instituciones y la sociedad, cuentan con una granítica Fuerza Armada Permanente, adiestrada y pertrechada para seguir brindando seguridad y defensa.
 
Continuaremos, sin doblez alguno, coadyuvando al esfuerzo que realiza el Gobierno de la República y la Federación como un todo, para acotar las amenazas que interfieran en la consolidación de los Objetivos Nacionales.
 
Ratificamos hoy y siempre a las familias en duelo, nuestra adhesión y respaldo.
 
Deseamos que la sociedad civil, sensible y solidaria, vea en esta “Plaza del Servicio a la Patria” que los soldados y marinos caídos, son también sus hermanos de raza, que dieron lo mejor de sí mismos, lo más sublime de cada uno de ellos.
 
Con todo ese sentir y convicción, está fraguado este muy significativo recinto.
 
Monumento a la vida; aposento de trascendencia a la eternidad.
 
Como lo sintetizara el Mayor de Infantería Luis Núñez Velarde en su poesía “Epopeya Heroica”:
 
“… ¡Da tu vida soldado!, que morir por la Patria es nacer con la gloria a la vida inmortal…”
 
Muchas Gracias.