La Batalla del Molino del Rey fue un hecho de armas efectuado el 8 de septiembre de 1847, dentro del marco de la Guerra de la Intervención Norteamericana, donde se enfrentaron tropas mexicanas y estadounidenses. Tuvo lugar en la periferia de la capital mexicana, en las cercanías de las actuales instalaciones del Centro Cultural de los Pinos, cuyo resultado, a pesar de la bravura de los soldados mexicanos, no fue favorable a la causa nacional.
Debido a las victorias alcanzadas por el ejército estadounidense y su avance hacia el centro del país, el General Antonio López de Santa Anna se vio obligado a concentrar a sus tropas en la capital mexicana y comenzar con los preparativos de su defensa. En vista de las direcciones por las cuales amagaba el enemigo, dispuso que se formara una posición defensiva al poniente de la ciudad en el Molino del Rey y la Casa Mata, edificaciones que formaban parte de un molino de pólvora, cuyas consistentes construcciones de piedra, el acondicionamiento de fosos y otras obras de fortificación pasajeras, permitían tener una sólida posición defensiva.
Por otro lado, su contraparte el General norteamericano Winfield Scott, fijó como un objetivo prioritario tomar el Molino del Rey, ya que había recibido un informe que lo señalaba como una instalación que fungía como fundición de artillería y a la Casa Mata como almacén de pólvora. Por tal motivo, concentró una parte importante de sus hombres en las cercanías del lugar.
Sin embargo, Santa Anna pensó que las fuerzas norteamericanas buscarían atacar a la Ciudad de México por el sur, por ello la noche del 7 de septiembre movilizó a sus tropas concentradas en el Molino del Rey y Casa Mata, a otros puntos de accesos a la capital, dejando sólo una parte del dispositivo original en estas edificaciones. Las defensas del Molino del Rey quedaron reducidas a un efectivo aproximado de 4,000 elementos integrados por la Brigada del General Antonio de León, el 4/o. Batallón Ligero, el 11/o. Batallón de Línea y los Batallones de Guardia Nacional Libertad, Unión, Querétaro y Mina, este último comandado por el Coronel Lucas Balderas.
A las primeras horas de la mañana del 8 de septiembre, la Artillería Norteamericana comenzó con el ataque. A pesar de la superioridad de las armas del ejército norteamericano, las tropas mexicanas lograron rechazar una y otra vez al invasor, causándole numerosas bajas. En tan críticas circunstancias para el enemigo, se ordenó que una División de Caballería al mando del General Juan Álvarez que se encontraba en las cercanías de ese lugar cargara con sus dragones sobre el flanco estadounidense, sin embargo no lograron entrar en acción.
La llegada de refuerzos extranjeros provocó que el enemigo ganara posición sobre el Molino del Rey y que paulatinamente las tropas mexicanas se dispersaran hacia Chapultepec. El saldo de esta batalla fue de aproximadamente 800 bajas nacionales entre ellas el General Antonio León y el Coronel Lucas Balderas, mientras que el enemigo sufrió poco más de 700 bajas.
A pesar de la derrota sufrida en el Molino del Rey, este hecho de armas es recordado debido a la valentía, arrojo y patriotismo que mostraron los soldados mexicanos al defender a su nación y la soberanía nacional.
