Discurso No. 084

Palabras del secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Jorge Carlos Ramírez Marín, en el foro “Reforma Urbana: Urgencia de Seguridad Nacional” organizado por la Comisión de Desarrollo Urbano y Ordenación Territorial de la Cámara de Senadores.

México, D.F. 16 de octubre de 2013.

Hay muchas caras conocidas, muchas caras amigas, sobre todo, muchas mentes brillantes reunidas aquí el día de hoy. Pienso que fue una afortunada idea del Poder Legislativo convocarnos a discutir, convocarnos a dialogar, y le agradezco al senador Búrquez, como Secretario, está iniciativa de poner en la mesa una discusión tan amplia sobre el tema de la indispensable reforma urbana.

Hay muchas cosas que pueden llamar nuestra atención, por supuesto después de la calidad del mensaje que acabamos de escuchar estoy muy lejos de pretender dar uno, simplemente quiero tratar de externarles la gratitud de la Secretaría por este esfuerzo tanto al Senado como ustedes que lo hacen posible.

Algunos datos sueltos, por ejemplo, el caso de Guerrero. Guerrero tiene un plan de desarrollo urbano, Guerrero tiene un atlas de riesgo, Guerrero tiene una serie de instrumentos y de herramientas, pero quizá lo que pasa se los refleje mejor una frase que escuché, creo que era mi tercer día como Secretario conocido, porque el Presidente acababa de dar a conocer las reglas de vivienda. En una reunión convocada por un banco con desarrolladores, promotores, gestores, andábamos por las mesas, en esa fortuna todavía del incognito pues nadie decía: este gordo es el Secretario, simplemente no lo conocían.

Y entonces, pude tener quizá la mejor lección de lo que podíamos esperar. Una joven ejecutiva escuchaba el planteamiento -que por cierto hacía también el arquitecto Nieto- sobre las Reglas de Operación para Vivienda y le respondía a un ejecutivo, le decía preocupada: “oye, estas reglas vienen durísimas” y le contestó con una implacable firmeza y frialdad: “no hay nada mejor que una regla escrita, entonces sabes que puedes violar”.

Y esa es la historia que hemos visto, una historia del desastre legalizado, una historia que legaliza la incorrección. Guerrero tiene un plan de desarrollo urbano, y tenía uno en el 98, y en el 2001 decidieron modificar el plan original, producto de un desastre -del Paulina-; y entonces lo que era una obligación se volvió potestativo, es ilegal, lo hicieron en perfecto uso de las facultades que tenían, y entonces este artículo que exigía la no construcción, se cambió porque sólo se aceptaría cuando fuera de evidente beneficio para la metrópoli. Ese evidente beneficio, de 2001 para acá, produjo casi 98 asentamientos regulares y “n” asentamientos irregulares, dentro de la más absoluta legalidad.

Por eso destacó estas conclusiones anticipadas que nos ha hecho favor el arquitecto Rincón Gallardo de expresar, además con una extraordinaria belleza en muchos de los conceptos. Estamos ante un reto formidable, pero no es sólo un reto de legalidad, es un reto de cultura, de aceptación de una nueva realidad y coincido absolutamente con él: los viejos moldes no van a servir para el vino nuevo.

Entonces el desafío es todavía mayor. Creo estimados amigos, que han mencionado aquí dos temas, ha mencionado el arquitecto Rincón Gallardo dos temas que pudieran ser parte de la discusión completa. Primero, lo indispensable es una ley lisa y llana, una ley que diga sin temor lo que debe de decir, lo que quiere decir; y, por encima de todo, una ley que comience reconociendo esta horrible palabra, pero que es una realidad de la que debemos huir, que es la mediocridad.

Eso es, me parece a mí, ya un legado en este anticipo de conclusiones importantísimo, solamente quería saludarles, saludar esta iniciativa y sobre todo, darles las gracias a ustedes por participar, muchos de ustedes nos hacen el favor de participar en otras instancias de la Secretaría y saben que compartimos el afán; ahora necesitamos saber si somos capaces de organizar ese afán, de dotarlo de los instrumentos necesarios y tendremos el valor de llevarlo incansablemente, implacablemente a la práctica cueste lo que cueste, esa es otra materia.

Por lo pronto, quiero ratificarles la apuesta de este Gobierno por las ciudades, quiero ratificarles nuestro temor a la burocracia, no queremos más burocracia, quiero confirmarles, sí, mi sospecha por esta creación de leyes que, sin ser lisas y llanas, ayuden a evadir responsabilidades, ayuden a evadir sanciones en lugar de señalar claramente qué es cada cosa y cuál es el costo de infringir cada una de esas disposiciones.

Quiero comprometerles o ratificarles el compromiso por evitar ese cáncer fundamental que es la discrecionalidad. En la medida que las cosas no queden sujetas al arbitrio de alguien, y muchas veces es el objeto de la burocracia, hacer que la decisión esté en alguien porque entonces pueden tener la esperanza de que algún día ese alguien sea yo y las decisiones sea yo el que las tome o ese alguien sea amigo o conocido o compañero y entonces las decisiones puedan favorecerme a mí. Evitar la discrecionalidad es una garantía para evitar la corrupción.

Finalmente, estimados amigos, la convicción absoluta de que el pensamiento colectivo lejos de causar temor debe de ser nuestra principal fuente de enriquecimiento, de ideas, de leyes, de prácticas, de políticas de normas. Para esta Secretaría y para el Gobierno Federal lo es, no solamente no buscamos las decisiones en singular, tenemos un profundo temor por esas decisiones singulares que a modo de iluminación puedan abordar algún funcionario hoy y a otro mañana; y la idea del que lo iluminó hoy sea totalmente distinta a la del que iluminará mañana y entonces, lejos de tener este diseño, tendremos una serie de ocurrencias que quizá pueden marcar los kilómetros y kilómetros que recorremos y vemos, una ocurrencia aquí, otra ocurrencia allá, otra ocurrencia encima de nosotros; esa seguramente, este pensamiento colectivo y esta definición clara de políticas evitará todo eso.

Por supuesto que creemos en la necesidad de este contrato con la naturaleza, pero por encima de todo necesitamos creer y tener la seguridad de que es a nosotros a los que nos toca cambiar lo de hoy, no es una convocatoria generacional, es una convocatoria humana, todo el que este pisando este planeta tiene que asumir la responsabilidad que tiene con la naturaleza, con su diseño, con su complementación entre hombre y naturaleza, y todo el que habita una ciudad , cualquiera que sea su condición, pero más aún si su definición profesional lo ha llevado a eso o su vocación política lo ha puesto en esa circunstancia, tenemos la responsabilidad de cambiar las cosas.

Ayer el Presidente de la República dijo una frase que, me parece a mí, pinta el pensamiento del Gobierno de la República, y decía: “para nosotros la reconstrucción de Guerrero no es regresas las cosas a su estado anterior, para nosotros es la oportunidad de cambiar las cosas para siempre”.

Muchas gracias