Discurso

Guadalajara, Jalisco, viernes 23 de noviembre de 2015.


Estoy el día de hoy en esta bella Ciudad de Guadalajara, considerada la zona metropolitana con mayor potencial de atracción de inversiones en México, misma que durante 2012 representó el 6.6 por ciento de la población total del país.

Desde luego, es un orgullo que una ciudad tan prometedora albergue un evento tan importante como es este foro internacional, un evento que permitirá el acercamiento entre diversos actores de orden público, privado y social, lo que da oportunidad al fortalecimiento de las nuevas políticas públicas que permitan generar un desarrollo urbano y metropolitano sustentable.

No es gratuito que la OCDE se refiera al Siglo XXI como el Siglo Metropolitano. Hoy el planeta enfrenta una realidad donde la mayoría de los habitantes, de la humanidad, habita y habitará en las ciudades. La gobernanza metropolitana debe ajustarse por tanto a las exigencias de las ciudades de este siglo, si bien esto genera grandes retos, enfrentar la falta de coordinación, la ineficacia en los servicios públicos, el desaprovechamiento de los potenciales de la economía a escala, también se vuelve una oportunidad para hacer de la gobernanza metropolitana una vía que, si bien no transforma radicalmente la arquitectura institucional existente, sí promueve un escenario diferente de cooperación.

Permítanme iniciar con algunos datos: En los últimos años, en las últimas décadas, México ha sido escenario de una urbanización frecuente.

Hoy tres de cada cuatro mexicanos vivimos en la ciudades y este proceso de urbanización es también un proceso de metropolización. En 1976 había 12 zonas metropolitanas, en el 2000 había 36 zonas metropolitanas; tan solo 15 años después hay 59 zonas metropolitanas.

En este contexto, es importante resaltar que la expansión de estas zonas y de esta mancha urbana ha sido desordenada y excluyente en gran medida por la pérdida de rectoría del Estado mexicanos en los procesos de planeación y de regulación de desarrollo urbano. Las ciudades y las metrópolis se han alimentado de la migración de quien viene del campo a las ciudades, pero también de quienes vienen de otras ciudades, o incluso de otros países.

En estos espacios urbanos se generan el 70 por ciento de los gases de efecto invernadero, y la gestión de los desechos sólidos sigue siendo un gran problema. Tenemos ciudades con zonas prosperas, pero también con zonas que envejecen paulatinamente, así como con zonas periurbanas que son las que más han crecido y que se caracterizan por su precariedad y su pobreza.

Hoy el 60 por ciento de las personas pobres en México están en las ciudades y un porcentaje alto de este 60 por ciento se encuentra en las metrópolis: pobreza y desigualdad. Las zonas metropolitanas además son menos competitivas. Simplemente basta citar la zona metropolitana de la ciudad de México que es 48 por ciento menos competitiva que sus similares de la OCDE.  Sigue teniendo el  gran problema del uso y manejo de los recursos hídricos y de la gestión de los riesgos, porque seguimos no solo siendo un país en zonas metropolitanas sujetas a riesgos por la naturaleza, sino porque también a diario construimos riesgos, porque construimos en zonas no aptas, construimos en zonas donde estamos generando inseguridad para familias, para hombres y mujeres, también en este contexto a la mayoría de los ciudadanos se les expropió el derecho a la ciudad, el derecho a disfrutar el espacio público, el derecho a vivir en una ciudad seguridad.

La movilidad sigue siendo uno de los grandes problemas de nuestras metrópolis. Hay quienes a veces hacen seis horas para desplazarse entre la ida y el regreso al trabajo. El 77% de los recursos en zonas metropolitanas para movilidad están destinados a infraestructura vial, particularmente la infraestructura relacionada con el automóvil, y la ciudad cuenta solo con el 23 por ciento de esos recursos para el transporte público, el 11 por ciento para infraestructura peatonal y el 1% para infraestructura ciclista.

La ciudad además generó este proceso de expansión a partir de la construcción  o autoconstrucción de viviendas precarias sin servicios, sin los equipamientos urbanos necesarios, pero también por un modelo de desarrollo de vivienda fuera de las zonas de trabajo, fuera de los espacios de movilidad y sin las condiciones para que vivan ahí quienes compraron sus viviendas y finalmente la ciudad nunca se ha pensado en función de las mujeres. Las ciudades y las metrópolis se construyeron y se ensancharon pensando en que la mujer estaba en la casa, que la mujer era la cuidadora, que no importara que el hombre trabajara lejos porque las mujeres estarían en casa cuidando a los hijos.

Hoy las mujeres trabajamos, las mujeres dejamos durante horas a nuestros hijos en las viviendas porque nos debemos transportar lejos para trabajar y, al mismo tiempo, no tenemos el equipamiento en los servicios de cuidado necesarios para sustituir la labor que antes realizábamos, las mujeres no nos movilizamos igual, no tenemos un destino lineal, no vamos de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, vamos de la casa a la escuela, de la escuela al trabajo, del trabajo al súper, al mandado, después a recoger a los hijos y finalmente otra vez a la casa.

Al mismo tiempo tenemos diversos tipos de metrópolis, las metrópolis que implican municipios de una sola entidad como es el caso de esta zona metropolitana de Guadalajara, tenemos otras que involucran a dos estados, como es el caso de la Laguna. Para ir al caso extremo tenemos el de la megalópolis en la ciudad de México que significa la conjunción de diversas metrópolis que involucra a la capital de todos los mexicanos, pero también a municipios de entidades diferentes de la República, como es el caso del Estado de México, de Puebla, de Morelos y de Hidalgo.

Con este enfoque tenemos que ir a una discusión innovadora que permita realimente que tengamos verdaderos sistemas de coordinación que hoy resultan insuficientes si nos atenemos a las consecuencias. Por eso el Presidente Enrique Peña Nieto desde su primer día de gobierno, como parte de esta visión, creó  a la SEDATU porque entendió el desarrollo urbano y el ordenamiento territorial es uno de los grandes desafíos del México moderno, y para ello puso en marcha diversos instrumentos, entre ellos una nueva política de vivienda que partiera del hecho de que  tendrían que construirse viviendas cerca de los centros de trabajo con equipamientos y ahí donde hay servicios, sobre la base de la redensificación y destinar los subsidios precisamente para favorecer este esquema de cercanía de la vivienda.

El Presidente Peña se ha comprometido también con el número 11 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030 para generar en nuestro país ciudades compactas, seguras, competitivas, sustentables, resilientes, incluyentes, con enfoque de género, es decir, ciudades para convivir.

En este mismo esquema, el Presidente ha reivindicado el Derecho a la Ciudad y hemos puesto, además, de manera de especial énfasis en el enfoque de género lanzando de manera creativa el esquema de Ciudades Seguras para las Mujeres y también el Plan de Accesibilidad Universal, pero en lo fundamental hay que ir más allá.

Se requiere de una reforma urbana, una profunda reforma urbana que responda a la realidad del México actual, una reforma urbana que le permita al Estado mexicano reasumir su función en la planeación, en la regulación y en la sanción para tener los instrumentos que le permitan ordenar el desarrollo, una reforma urbana que conciba la participación ciudadana como un eje central en la construcción de la metrópoli y del México moderno, de ahí la importancia de discutir la Ley de Asentamientos Humanos que data ya de muchas décadas y que no corresponde al México actual, porque de lo que se trata es pasar de lo local a la política nacional de desarrollo urbano y de ordenamiento territorial a la política nacional metropolitana. Para ello, requerimos diversos instrumentos, entre el debate y la reflexión que tenemos que plantear en la mesa es precisamente el de la gobernanza.

¿Es suficiente con los instrumentos para generar una gobernanza para las metrópolis? No, no son suficientes los instrumentos y requerimos abrir nuestras mentes e imaginar lo que hasta ahora no hemos podido imaginar, eliminar las barreras para generar una gobernanza metropolitana que nos permita gestionar democráticamente nuestras ciudades.

Una gobernanza planeada en la planeación que permita una ley acorde con esta visión y que los fondos metropolitanos estén precisamente en función de esta visión de desarrollo naciona;

Una gobernanza que parte de abajo hacia arriba, porque son los ciudadanos y las ciudadanas, los vecinos y las vecinas los que tienen que construir junto con su gobierno esta visión y esta nueva gobernanza;

Una gobernanza metropolitana que planteé una canasta de proyectos para que los fondos metropolitanos con los que hoy cuenta México sean concursables y destinados precisamente a los proyectos de infraestructura que realmente requieren las metrópolis;

Una gobernanza que tenga la parte de la evaluación, particularmente a través de la Secretaría encargada del ramo, cabeza del sector, para evaluar el impacto metropolitano de cada una de estas obras, y ahí sí dar la palomita para la aplicación de estos recursos;

Una gobernanza metropolitana que entienda que la gestión, en aspectos tan importantes como transporte, agua, como folios, y otros, requieren de la participación de diversos mecanismos, empresas y fideicomisos, gerencias, etc.;

Una gobernanza metropolitana que nos permita en nuestro esquema federal, en nuestra visión republicana, crear nuevos instrumentos   que sean vinculatorios y obligatorios para los municipios y para los estados, ya sean las gerencias, ya sean las agencias de desarrollo metropolitano, el mecanismo que mejor consideremos, pero que tengan precisamente este carácter vinculatorio para que sean obligatorios para todos.

De nada vale, como sucedió en la ciudad de México y en su zona metropolitana, que en una parte de esa metrópoli se decidiera no construir nada de vivienda y dos cuadras se decidiera construir miles y miles de viviendas, de nada vale que en una parte de la metrópoli se actúe en función de controlar la contaminación y en otras partes no se hagan las tareas necesarias para ello. Todos estos aspectos son de manejo metropolitano, y la visión parcial no nos va a permitir, ni las soluciones parciales nos van a permitir generar las metrópolis que todos queremos, no nos van a permitir generar la prosperidad urbana que todos deseamos. Las decisiones que hoy tomemos, sobre todo de quienes estamos al frente de cargos que impactan en la vida pública y en las políticas públicas, tendrán un impacto en el 2030. Y las que dejemos de tomar también, estamos a tiempo, trabajemos para ello.

Muchas gracias.