Boletín No. 023

Chilpancingo, Gro.- Este fin de semana se mudaron a su nuevo hogar las primeras 42 familias que habitan el predio “El Mirador” y gozan del cobijo de una casa nueva.

Ahora cuentan con un espacio propio, privado y digno, como ellos mismos califican su vivienda entregada por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), luego de que perdieron sus casas a causa de los fenómenos naturales Ingrid y Manuel.

Baltazar González de Jesús de oficio albañil, con una gran sonrisa confiesa: “tengo ganas de bailar, estoy feliz. En mi vida construí muchas casas, pero jamás imaginé tener la mía, por fin me liberé de pagar una renta”.

Las casas de concreto con 45 metros cuadrados, están equipadas con los servicios básicos de agua, luz, drenaje y como una acción extraordinaria, se les dotó con dos camas, un refrigerador y una estufa para que sus moradores empiecen una nueva historia de vida.

El fin de semana fue de mudanza y el lunes, el primer día laborable desde su nuevo hogar, las prisas los despertaron, las madres se esmeraron en bañar, vestir y dar el desayuno a los niños que van a la escuela, mientras los adultos salieron más temprano, para medir tiempos y evitar llegar con retraso a su empleo.

Las familias reubicadas con la supervisión del Gobierno de la República vivían en su gran mayoría, en zonas de riesgo, en zona federal, durante los trágicos acontecimientos que provocaron la tormenta tropical Ingrid y el huracán Manuel, y lo poco que poseían se lo llevó la creciente del Río Huacapa.

16 meses vivieron en un albergue, donde intercambiaron recuerdos y trataron de superar su dolor y tristeza, pero hoy comparten esperanza en una pequeña comunidad tangible.

Juanita del Carmen Hernández, ubicada en una vivienda de planta baja, comenta que la espera valió la pena. “Muchas veces perdí la esperanza de vivir aquí en El Mirador o en cualquier espacio digno, hoy que tengo un techo y una pared donde nadie me mira, me siento valorada”.

Esta mujer, que supera los 50 años, agregó que en nada se parece al lugar donde vivía, su casa a orillas del río era de madera y se la llevó el agua, “aquí donde vivo, en suelo plano me siento segura y sé que siempre habrá quien se preocupe por nosotros”.

La población que permanece todo el día en las nuevas viviendas, se ha dado a la tarea de limpiar su casa, los adultos mayores algunos incluso con una discapacidad, se quedan bajo resguardo del inmueble y comentan que el día transcurre lento, pero en paz, ya no tienen que aguantar a las bromas y el escándalo de los niños como ocurría en el albergue. Ahora todos son dueños de su espacio y de su tiempo. Su lema es: “casa nueva, vida nueva”.

La manzana habitada en el predio, no es ajena a la obra que todavía se levanta para dar cabida a más familias damnificadas. Las ventanas son el espejo de cómo se ensamblan nuevas casas.

Las plataformas que sostienen las casas prefabricas de concreto, garantizan la estabilidad del suelo y la capacidad de resistencia, incluso, tienen un certificado de laboratorio.