DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL

México, D.F., 26 de marzo de 2015.

 

Buenos días tengan todos ustedes. Agradezco muchísimo al ingeniero Rodrigo Alpízar, presidente de Canacintra, el darme el privilegio de estar con ustedes esta mañana para hacer la declaratoria inaugural de los trabajos de la Convención Nacional de Industriales…

A mí me gustaría empezar por algunas reflexiones fundamentales. El nombre de esta convocatoria para este análisis remata con el término: “es el momento de la industria”. Sin duda, este momento de la industria ha sido reconocido no sólo en el ambiente de Canacintra, el ambiente industrial manufacturero de México, sino ha sido reconocido en el ambiente de América del Norte.

En los Estados Unidos, el Presidente Obama le ha llamado a este momento en la historia “el momento del renacimiento de la manufactura en América del Norte”. ¿Y por qué es un momento de renacimiento de manufactura en América del Norte? Porque es justamente en este momento cuando están confluyendo elementos fundamentales para un nuevo despegue competitivo de la industria en esta región del mundo.

Por una parte tenemos la ventaja de que gracias a la tecnología y a la investigación hay nuevas fuentes de energía con un petróleo y un gas que por primera vez en la historia lo tenemos a un tercio en el caso del gas del costo que ocurre en Asia o en Europa que le da una ventaja competitiva natural al sector manufacturero en donde su fase de cadena sea petroquímicos, en la industria del textil y plástico, sea la cadena del cemento, son elementos fundamentales para la integración de la competencia.

El segundo elemento fundamental para marcar este momento de la industria o este renacimiento de la manufactura en América del Norte es el bono demográfico de México. Cuando otras regiones del mundo están decreciendo sus fuerzas laborales, en Asia, por ejemplo, Corea y Japón en un 30 por ciento en los próximos, digamos, de aquí al año 2050; en México este bono demográfico nos incrementa la población en edad de trabajar en un 32 por ciento. Y si a eso le agregamos una reforma educativa que va enfocada a la calidad de la educación y a su cobertura, sin duda ese bono será un impacto positivo en el talento humano en el sector industrial y manufacturero de México.

Y el tercer pilar tiene que ver con la investigación y el desarrollo, con la aplicación en la empresa de las nuevas ideas que transforman la frontera de la competencia en una industria que se renueva día con día. Y en ese sentido, la relación bilateral con Estados Unidos nos lleva a un esquema de colaboración justamente con las instituciones empresariales y de investigación mexicanas para poder estar en la frontera en ese proceso de investigación y de nuevas tendencias para poder aportar nuevas formas de hacer mercado, de hacer producto y de poder competir exitosamente.

Pero en este contexto que hoy hablamos del renacimiento, esto no siempre fue así. Un tema común permanente de trabajo con Rodrigo, su mesa directiva y todo el gremio, es el tema de la política industrial. Para poder enfocar nuestro esfuerzo y nuestro desarrollo diario en el diseño y la metodología de este esfuerzo conjunto, voy ahora a hacer un recuento de cómo este concepto de política industrial ha transitado en la historia de México.

Muchos de ustedes industriales de esfuerzos de muchos años recordarán que en los setentas cuando hablábamos de política industrial hablábamos fundamentalmente de cerrar la economía y proteger las ramas industriales con aranceles elevados para mantener para nosotros exclusivamente el mercado interno.

Este modelo funcionaba mientras la economía interna iba en permanente crecimiento de un país con escaseces y deficiencias a un país con condiciones más favorables en la producción de satisfactores básicos.

Funcionaba cuando había un gobierno que enfrentaba una tasa más moderada de crecimiento demográfico y tenía finanzas públicas para poder subsidiar sectores industriales.

Aquellos que contamos ya con más de cinco décadas encima podemos recordar aquellos gobiernos de los setentas que tenían empresas públicas desde hoteles, fábricas de bicicletas hasta empresas siderúrgicas y alguna que otra intromisión obviamente en sectores como el azucarero y otros más en la economía mexicana.

El gobierno mexicano en aquel tiempo llegó a tener hasta 900 empresas de intervención estatal. Ese modelo de economía mixta basado fundamentalmente en una creencia que el mundo debe permanecer estático encontró rápidamente su agotamiento cuando enfrentamos las primeras oleadas de la globalización.

Y México y los mexicanos tuvieron que tomar un reto fundamental: o nos quedábamos encerrados creando un mundo propio que cada día generaba más ineficiencias o tomábamos por los cuernos la globalización y nos subíamos a la ola para tratar de dominarla. Creo que la decisión fue la correcta. Y en los ochentas nos incorporamos al GATT, hoy Organización Mundial del Comercio, y más adelante hicimos uno de los tratados, sin duda, pioneros en la historia de los tratados, que es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. No era fácil.

Hace poco recordábamos en la inauguración de una nueva Planta, de un nuevo proyecto de inversión, de Cervecería Cuauhtémoc-Heineken, en el norte de México, cuando discutíamos y negociábamos en el cuarto de junto esa negociación en los noventas, los empresarios de la cerveza estaban aterrorizados.

Hoy México es el primer exportador mundial de cervezas en el mundo. Hoy la fusión Heineken-Moctezuma, por ejemplo, representa, la cerveza mexicana, el 50 por ciento de la línea de valor de lo que Heineken vende en Estados Unidos.

Lo que finalmente aprendimos es que teníamos las capacidades y los talentos si dábamos las condiciones necesarias para crecer y enfrentar la competencia. Y sí lo hicimos. Y lo hicimos con mucho éxito. No les voy a repetir los resultados que han sido recurrentes a través de la explosión del comercio internacional. Sólo el año pasado nuestras exportaciones fueron más de 400 mil millones de dólares, ocho veces más de las que eran antes del Tratado. Nuestra inversión extranjera directa que era 2.5 billones, miles de millones de dólares antes del Tratado, en promedio, después del Tratado, hasta el año 2012 fueron 19 mil millones de dólares. Hoy, en los dos primeros años de la administración del Presidente Peña, la inversión extranjera directa acumulada son 66 mil millones de dólares promedio además de 30 mil millones por año, que nos lleva un 50 por ciento más aún a la inversión extranjera promedio de la etapa pos-tratado.

Pero aún y con todas estas historias de éxito, hay una parte de la historia fundamental que no es una historia exitosa, y que es que en este crecimiento no fuimos capaces de incorporar las cadenas de valor que impacten a todos los tamaños de empresa en México y a todas las regiones del país. Y ahí es donde nos quedamos cortos.

Cuando analizamos la historia de éxito vemos que la mayor parte de la economía mexicana, las pequeñas y micro empresas no están conectadas a ese eslabón de globalización. Vemos que hay diferencias en los niveles de productividad, entre las grandes y las micro hasta de siete veces de diferencia.

Cuando observamos las regiones del país vemos que el norte, centro, occidente son los estados fundamentales de procesos manufactureros y de exportación. Sólo cuatro estados de la República Mexicana son responsables prácticamente del 60 por ciento de las exportaciones, mientras que cuando observamos al sur-sureste sólo el dos por ciento de éstas están ubicados en los estados del sur-sureste.

La productividad de los estados del sur-sureste es una sexta parte de la productividad de los estados del norte. Y cuando analizamos informalidad, mientras que el norte la informalidad es del 39 por ciento, en el sur-sureste, en muchos estados llega hasta el 75 por ciento.

Esta es la historia que lamentablemente también se escribió en estos 20 años de éxito. La historia de los dos Méxicos: el México hábilmente conectado a la globalización y el México que no ha podido disfrutar de las oportunidades del desarrollo.

Para ello fue fundamental, por primera vez desde que nos integramos a la globalidad, enfrentar una realidad que tomó 20 años a las fuerzas políticas poder cambiar, y es que había que cambiar las condiciones de juego internas para aprovechar la globalidad y para que los beneficios fueran parejos.

Teníamos que transformar la manera como la economía se desenvuelve internamente a través de eliminar la falta de competencia, la concentración de mercados. No era posible exigirle a los empresarios de México competir globalmente cuando no les dábamos las condiciones de competencia interna adecuadas.

Y así fue necesario, a pesar de que hace 20 años se creó la COFECE o la institución que regulaba la competencia, a hacer un nuevo esfuerzo porque esa creación original no había logrado romper las concentraciones de mercado y obligaba a muchos y pequeños y medianos empresarios a pagar mucho más por insumos de sus contrapartes al cruzar la frontera pagaban hasta 40 por ciento menos en insumos estratégicos.

Y aquí fue necesario reconocer que una política energética cerrada y sin competencia obligaba a las empresas de México a pagar más por recursos energéticos más ineficientes y obviamente enfrentándolos a un escenario totalmente menos competitivo.

Así es que cada una de las reformas que fueron necesarias durante 20 años finalmente encuentran una cristalización en un periodo no más amplio que fueron dos años y tres meses justamente en esta administración.

Gracias a que los actores políticos se dieron cuenta que su responsabilidad era empezar a generar las condiciones necesarias para el crecimiento.

Pero esas reformas que nos emparejan el terreno de juego para que las pequeñas y medianas puedan por primera vez acceder a niveles mejores de competitividad a través del financiamiento, a través de la flexibilización de las contrataciones laborales, a través de energía más abundante y más competitiva, a través de muchos elementos que ya empiezan a cristalizarse con la implementación de las reformas.

Al mes de febrero, los recibos de electricidad en el sector industrial han podido disminuirse entre un 16 y un 26 por ciento. Y aquí le pido al presidente de esta Cámara que me haga favor de recolectar las experiencias por sector de qué está pasando en la cuenta eléctrica para evidenciar y comprobar que efectivamente el ahorro está llegando a los industriales de México.

En ese sentido, es claro entender que estas reformas transformacionales generan transversalmente un beneficio para la productividad. Por eso la Secretaría de Economía no puede quedarse simplemente colgada de los éxitos del Ejecutivo, del Legislativo, sino tiene que definir conjuntamente con los organismos empresariales la definición sectorial específica para una nueva política industrial.

¿En qué basamos ese diálogo desde el inicio? En un tema muy sencillo: la nueva política industrial debe de ser acorde a una economía abierta y globalizada que nos permita diseñar estratégicamente agendas de política pública sector por sector para liberalizar su potencial.

Dan Roderick, uno de los más famosos economistas reconocidos en política industrial, establece que esta nueva política industrial es justamente el acuerdo conjunto entre autoridades y empresarios, sector por sector, para definir aquellos temas que pueden beneficiar profundamente el desarrollo de la industria cuidando que ningún interés específico capture a la autoridad en perjuicio de otros sectores y a quién me refiero en esto es que la autoridad no puede caer en la tentación de sobreproteger a un sector básico de una cadena con perjuicio a la competitividad de la integración subsiguiente de la cadena. Y en este sentido ustedes entenderán que ese equilibrio es un equilibrio delicado que se tiene que estar librando todos los días.

Y así establecimos con la industria tres áreas fundamentales o segmentos de los sectores. Los sectores tradicionales o maduros, donde está el sector textil, el sector acero, el sector calzado; los sectores dinámicos, donde están los nuevos sectores de crecimiento y desarrollo acelerado en la economía: el aeroespacial, el automotriz; y los sectores de avanzada o de futuro, donde están los sectores como el de tecnología de la información y el de aparatos médicos o artículos médicos, que ha sido una industria en crecimiento en los últimos años en México. Y para cada uno de ellos hemos ido avanzando.

Con el sector automotriz establecimos un paquete de políticas públicas. Primero, detener la hemorragia de la importación de chatarra. Bajo los argumentos del acuerdo de libre comercio se estaban introduciendo a México casi 800 mil vehículos al año o más, fundamentados en amparos indebidamente dados por el Poder Judicial que inundaron a este país de chatarra con una competencia desleal a la industria automotriz mexicana. Eso se frenó. Se puede importar, sí, pero cumpliendo con las condiciones mecánicas y ambientales necesarias para una competencia justa en el escenario nacional.

También convinimos con la industria automotriz poder establecer un sistema integral de apoyo a la cadena de proveeduría que se llama ProAuto, pudiendo apoyar con Nacional Financiera, ProMéxico, el Banco Mexicano de Comercio Exterior e INADEM paquetes integrales de intervención para poder alentar a pequeños y medianos empresarios a ser parte de la cadena de valor del sector.

Sin duda la industria ha avanzado muchísimo y hoy incorpora entre un 35 y un 50 por ciento de valor agregado, pero debemos de ir por más.

Así como la textil, después del devastador proceso de competencia ilegal que sufrieron con contrabando técnico por subvaluaciones, con entradas de contrabando, con una serie de violaciones a la Ley de Propiedad Industrial y de marcas, finalmente se estableció una acción entre la Secretaría de Hacienda y la Secretaría de Economía, para ponerle un precio mínimo a las importaciones para evitar la subvaluación, para poder determinar anuncios previos de importación y poder determinar el origen y las condiciones de venta. Con esto, en los primeros meses de este año se han llevado a cero las entradas subvaluadas de mercancías y se han eliminado los amparos en ese sector teniendo un impacto importante en la demanda de textiles y de confección en el país.

Es una industria que da empleo a más de 450 mil mexicanos y que en condiciones de competencia está entre las mejores del mundo.

Armamos también con ellos la construcción del nuevo Centro de Investigación de Diseño y Moda en Hidalgo, en el estado de Hidalgo, en Pachuca, para poder también ayudar a contribuir a valor agregado que nos permita seguir compitiendo en el contexto internacional.

Llamarle maduro tradicional al sector textil a veces puede ser distorsionante. Hoy el sector textil mexicano es exitoso en exportaciones de alto valor, en tejidos inteligentes, en alto diseño, donde están los nichos ganadores. Hoy no es el volumen y la baja calidad lo que caracteriza el éxito en los mercados internacionales, y en eso muchos mexicanos textileros están teniendo un gran éxito en el proceso.

En el sector calzado fue una historia similar, que nos permitió revertir una tendencia de competencia ilegal en el sector. Con el sector acero, cuando llegamos a este gobierno, en diciembre del 2012 tenía una nueva disminución de la cortina arancelaria pactada desde el 2008.

En la administración anterior, que había logrado un acuerdo con Concamin, donde los industriales aceptaban ir bajando aranceles unilateralmente frente a países con los que no tenemos tratados de libre comercio, a cambio de que el gobierno hiciera los esfuerzos de mejorar el costo-país.

Y ese acuerdo se cumplió del lado de los industriales todos los años, pero del lado del gobierno no bajó el precio de la luz, no bajó el precio del gas y no se dieron mejores condiciones de competencia en costo-país para los industriales.

Por eso cuando llegamos en diciembre, el sector textil y del calzado nos pidió frenar temporalmente la desgravación que nos llevaría de aranceles promedio de veintes a dieces en función de que el gobierno empezara a cumplir en materia costo-país para poder reiniciar la apertura total de ese sector. Lo hicimos con un decreto presidencial dándole un congelamiento transitorio a ese proceso.

Los acereros, al llegar el gobierno, los criterios ya habían sido sujetos a la bajada del arancel con anterioridad, y nos pedían regresar aranceles previos a esa cortina, aranceles del 2008. En un diálogo con ellos les hicimos entender que si México regresaba aranceles el mensaje internacional es que nos alejábamos de la práctica de libre comercio y regresábamos a un estado proteccionista.

A cambio de ello, en la Secretaría de Economía nos comprometimos a trabajar con los instrumentos que nos dan los tratados internacionales para a través de la Unidad de Prácticas Comerciales defenderlos de prácticas desleales del comercio. Y así iniciamos investigaciones por prácticas desleales en 24 casos; 15 de ellos en la industria metal-mecánica, 400 por ciento más de lo que se hizo en los últimos 12 años. De ello ya se agregaron cuatro cuotas compensatorias definitivas que junto con las existentes nos dan un total de 28 cuotas compensatorias vigentes para el sector manufacturero. Ellas 42 por ciento corresponden a… con subsidios de China. En esto también se incluye la cerámica, el textil, el calzado, el acero. Y aquí no es perfeccionismo. Es igualar el terreno de juego para los industriales mexicanos, para que no sean sujetos a una competencia desleal por subsidios de otros países que artificialmente generan esta competencia.

Avanzando sobre el esquema de integración sector por sector, en los sectores dinámicos ya puse el ejemplo del sector automotriz; en los sectores de avanzada, como el de tecnologías de la información el futuro es fundamental.

Hoy México es el tercer proveedor mundial de tecnologías de la información. Podemos todavía ascender en la cadena de valor. Se fundamentan en cuatro pilares: creación de contenidos; solución de softwares; producción de equipo, hardware; y finalmente, procesamiento de datos de grande magnitud para corporativos o empresas internacionales elaborados en México, las nóminas o los procesos de administración.

En los cuatro estamos trabajando con la industria para hacer de México una de las mejores plataformas para tecnologías de la información.

Ayer, en una reunión con el Secretario de Hacienda, se comprometió a que junto con el SAT, la Secretaría de Economía explorará cómo darle al sector de exportación de servicios el mismo tratamiento que se le da al sector de exportación de mercancías para que no paguen los impuestos internos cuando se trata de fijar servicios.

Esto le dará un nuevo impulso a la contratación de ingenieros y computólogos mexicanos para seguir creciendo el sector que está dando servicios internacionales a muchos corporativos globales y poderle dar una mayor eficiencia en el proceso.

Finalmente, el último reto que tenemos es el que conjuntamente Canacintra, Concamin, Coparmex, el Consejo Coordinador Empresarial, la Secretaría de Economía, el sector académico con el Politécnico, el Tecnológico de Monterrey y la UNAM estamos haciendo conjuntamente a este nuevo reto de la reforma energética y del desarrollo de las cadenas de valor en un sector donde México empieza a aprender después de 70 años de tener una economía cerrada en el sector energético.

En ese escenario estamos trabajando para garantizar que de arranque todo proyecto de energía en el país tenga un 25 por ciento de contenido nacional. En promedio es lo que vamos a lograr. Algunos proyectos tendrán más, como es el caso de los gasoductos, donde el tubo por lo general lleva un gran contenido de las acereras nacionales, pero la idea es que en proyectos más sofisticados las alianzas estratégicas nos permitan ir avanzando con transferencias de tecnologías para tener una mayor aportación.

Los invito a todos los integrantes de esta gran organización a que a través del trabajo que estamos haciendo en el catálogo nacional, sean empresas hoy ligadas o no al sector energético, hay sectores laterales como el metal-mecánico, que con una pequeña transformación pueden convertirse en oferentes de servicios y de producto en el sector energético para poder lograr este gran esfuerzo nacional de desarrollar una cadena de valor en el sector energético.

Termino con esto realmente convocándolos a que sigamos en el diálogo que el Presidente Enrique Peña nos invitó desde el inicio de su administración. A veces podremos tener diferencias, pero esas se solucionan con el diálogo. Lo más importante es encontrar las coincidencias para que todos juntos construyamos las posibilidades que este gran país tiene para bien de ustedes, empresarios, de sus empleados y de las familias de México.

Muchísimas gracias por darme la oportunidad de estar aquí esta mañana con ustedes.