México, D.F., a 03 de abril de 2013.

 

Debemos de utilizar el instrumento que fue el Tratado de Libre Comercio para ubicarlo dentro del contexto de cómo entender la agenda bilateral, y cómo este instrumento logra ser un parteaguas en la manera en como estas relaciones se venían conduciendo a través del tiempo, porque nos da un parámetro sobre cómo podemos seguirlas revolucionando hacia el futuro.

Debemos de partir de un hecho real. Todos ustedes, estudiantes, vienen algunos de escuelas públicas, algunos de escuelas privadas, no sé qué tantos vendrán del Colegio Americano,  pero es bien interesante ver esta bipolaridad que a veces tenemos cuando como sociedad analizamos nuestra relación con los Estados Unidos.

Por un lado tenemos esta carga histórica que se reproduce en nuestra educación a través de las confrontaciones históricas, de las invasiones del 57 y de los temas bélicos de la historia que nos construye que de alguna manera predisponen una conciencia social en esta relación, pero al mismo tiempo ustedes recuerdan que en esos debates que tenían, por ejemplo, en la preparatoria o en otras oportunidades, al mismo tiempo los mismos esquemas de nacionalismo extremo, o sea, eran los primeros que en Semana Santa toman el avión y van a comprarse los ajuares a Miami, traer los tenis de moda y los productos más destacados del diseño que viene de los Estados Unidos.

Entonces, esta bipolaridad, por un lado, esta carga histórica, y por otro lado esta sociabilidad fundamental nos deja en una situación donde tenemos que conducir hacia el futuro esta relación de manera responsable y de manera constructiva.

Y es ahí como nos toca a inicios de los noventas, como nación, tomar una decisión fundamental, y esa decisión era una integración a la globalidad que había iniciado de manera pues (…) en los mediados de los ochentas con el acceso al GATT, lo que es hoy la Organización Mundial de Comercio.

Realmente a mediados de los ochentas es cuando México se integra a este proceso tratando de salir de una época de proteccionismo del pasado y nos vamos a inicios de los noventas en ese sexenio a iniciar una reflexión sobre el reto que representaría proponer una integración económica de profundidad con Canadá y Estados Unidos.

Algunos de ustedes que han leído libros que dan el antecedente del TLC recordarán la reflexión de los tomadores de decisiones del momento, donde después de esa administración tuvo su primer presidencia en Davos, en el Foro Mundial de Davos, se dieron cuenta que Europa estaba concentrada en la reciente caída del muro de Berlín y las posibilidades que Europa del Este representaban, y en ese momento la reflexión de los responsables de la política pública del momento fue “no demos tantos brincos estando el suelo tan parejo”.

Nuestra principal oportunidad al  mercado más grande del mundo está hacia el Norte, y si no enfocamos los esfuerzos para reconducir y profundizar esta relación, vamos a desperdiciar un momento histórico.

En el momento donde se anuncia la petición con la administración de aquel tiempo de George Bush, para poder iniciar pláticas conducentes a un Tratado de Libre Comercio con América del Norte sorprendió a todos. Nadie esperaba que en tres economías con niveles tan diferenciales de desarrollo pudieran poner en la mesa una propuesta de política pública  para lograr una integración de esa magnitud desde el punto de vista económico.

Y el reto no era menor, el reto era muy importante, porque obviamente en ese momento empiezan a generarse los anticuerpos, como siempre se generarán cuando hay una iniciativa de avanzada en este sentido. Y los anticuerpos y la resistencia qué decía. Las asimetrías entre el tamaño de México y de los Estados Unidos son tan grandes que un acuerdo sería imposible. Habría una dominancia automática en alguno de los jugadores.

Por el otro lado, en Estados Unidos se decía: México siendo tan barato en mano de obra y con regulaciones que ellos consideraban menos exigentes ambientales, se va a convertir en lo que Ross Perot uno de los principales enemigos del TLC decía en aquel tiempo, “greatsuckingsound”, era la expresión de Ross Perot, y su argumento es que los empleos iban a ir a México, iban a dejar a la fuerza laboral en Estados Unidos en oportunidades en el sector manufacturero y que de alguna manera la inversión se iba a venir a México, porque iba a aprovechar elementos ambientales más relajados.

O sea, todos estos elementos de anticuerpos que se construyeron, obviamente han sido desvanecidos por la realidad. En el momento en que inician las negociaciones sí hubo necesidad de tomar decisiones fundamentales para no quitarle su viabilidad política. Qué elementos se tuvieron que tomar, trascendentales. Yo puedo recordar dos que fueron fundamentales para no perder la viabilidad política de la iniciativa.

Uno, fue el gran no de que el petróleo mexicano no iba a estar incluido en las negociaciones. De haber sido lo contrario no hubiera tenido viabilidad política en México.

El otro gran no de parte de los Estados Unidos es que el tema migratorio no iba a ser incluido en las negociaciones.

Esas exclusiones que sin duda tienen repercusiones, eran fundamentales, porque como bien dijo Rafael Fernández De Castro, cuando se diseña política pública no sólo se requiere la capacidad técnica de quienes lo hacen, sino también su sensibilidad política para poder delegar viabilidad a los instrumentos que diseñamos.

Y si no hubiéramos hecho esas exclusiones el Tratado no hubiera sido aprobado ni en México y Estados Unidos, porque no había condiciones políticas para hacerlo.

¿Cuáles han sido las realidades post-Nafta a casi 20 años de haber firmado, de haber puesto en operación el Tratado de Libre Comercio? El Tratado, recordarán ustedes, entró el primero de enero de 1994, así es que en el año 2014 este Tratado cumplirá justamente 20 años de haber entrado en operación.

La primera que yo les diría, es: tanto en crítica como en exceso de optimismo para muchos en aquel debate el Tratado iba a ser la panacea que iba a resolver todos los problemas de México. En realidad el Tratado ha sido exitoso, pero bajo ninguna circunstancia ha sido la panacea de la solución del tema de desarrollo nacional.

¿Qué ha traído el TLC? Efectivamente, las exportaciones de México a Estados Unidos se han multiplicado por siete. Los niveles de inversión extranjera directa post-Nafta, de todos los orígenes del mundo, no sólo norteamericano, se ha incrementado en promedio cuatro veces lo que era antes de Nafta. Sin duda, las regiones beneficiadas por el Tratado que son Centro, Occidente, Norte, Noreste y Noroeste, han tenido un gran desarrollo.

Ustedes no tienen la edad para recordar pero ciudades, estados como Aguascalientes, como Querétaro, o San Luis Potosí, la radiografía económica antes de Nafta era otra. Hoy las plantas automotrices, hoy las plantas manufactureras han sido un gran éxito.

El salario promedio pagado en el sector exportador es aproximadamente entre tres y cuatro veces superior al salario promedio pagado en el resto de la economía tradicional.

Sin duda, sí ha habido grandes beneficios de esta estrategia de integración. ¿Cuál es la tarea pendiente? Estos beneficios no se han generalizado en la totalidad de la economía mexicana. El sureste de México está muy alejado de integrarse a los beneficios del Sur-Sureste, de la globalidad.

Hay sectores importantes de pequeñas y microempresas dentro de las cifras del Inegi, del (…) de los cuatro o cinco millones de establecimientos económicos, donde un 98 por ciento son micro y pequeñas, y donde realmente los niveles de productividad están muy lejos de ser iguales a los de las grandes empresas conectadas a la globalidad.

Pero eso no es resultado de un mal diseño de la política de integración económica externa, eso es resultado de no haber hecho las tareas internas que este país debió haber enfrentado en ese momento. Cuando firmamos Nafta y lo pusimos en operación, debimos de haber avanzado en competencia económica; debimos de haber avanzado en reforma energética; debimos de haber avanzado en una restructuración del sistema financiero, que fueron los temas que realmente impidieron que esta estrategia de integración global no se dispersara su beneficio integralmente a todos los sectores de la economía mexicana y a todo el territorio nacional.

Así es que el instrumento fue el adecuado, la estrategia de integración global del país fue el adecuado, pero sin duda hay temas internos que se empiezan a resolver a través de lo que hoy se está logrando con el Pacto por México con la participación de todas las fuerzas políticas y atiende justamente a esta agenda que ha quedado pendiente en estas dos décadas, para hacer la tarea interna fundamental de poder tener beneficios en la globalización.

Les doy ejemplos muy sencillos: si ustedes le piden a la clase empresarial competir globalmente y no tienen condiciones de competencia justa en el territorio nacional, pues no tiene los insumos competitivos necesarios para competir globalmente.

Si a ustedes les piden competir globalmente y no tienen electricidad y petróleo a precios eficientes a nivel internacional, pues obviamente no van a poder tener esa capacidad de poder competir globalmente.

Así es que esa tarea es fundamental, el país sigue avanzando de acuerdo a los resultados que está dando esta integración de las fuerzas políticas en México.

Ahora, el tema es, en el momento en que, y esto es interesante para el grupo de trabajo, una de las cosas que siempre se veía a la hora de la negociación y tiene que ver con esta concepción del modelo de país que representa los Estados Unidos, todo mundo tiene esta imagen de que es un bloque monolítico con un solo interés representado por el Estado, de Norteamérica, en Estados Unidos.

En las negociaciones, una de las dudas que tenía la opinión pública mexicana es, ¿vamos a tener posibilidad real de negociar o nos van a imponer? Pero el día que uno se encuentra, este por más grande que sea el tamaño, por más importante que sea la (…).

Cuando uno está negociando en la mesa de negociaciones y cree que es el mismo interés que va a reflejar el negociador norteamericano en el tema, por ejemplo, de electrónicos, va a ser igual que el de IBM, que es una de las principales empresas norteamericanas en el sector de electrónica y de la información, pues la realidad es que a veces no era el mismo interés, porque IBM es una empresa global que lo que le interesa es poder construir su oferta de una manera competitiva.

Y les doy un ejemplo, en la mesa de negociación cuando hablamos sobre la regla de origen de cómo se integran los productos para ser considerados de América del Norte, la negociadora Carla Hills quería a fuerzas que las pantallas de los microprocesadores fueran elaboradas en América del Norte porque quería favorecer una planta en Texas, pero IBM no le interesaba esa regla de origen porque le era más conveniente la competitividad que le daba Guadalajara en la producción de las pantallas y le interesaba una regla de origen incluso de integración de Asia – México para integrar estos equipos.

De tal manera que uno se da cuenta en la mesa de negociación que no es imposible negociar. ¿Por qué? porque  el gran conglomerado que representa Estados Unidos es la composición de un conjunto de intereses que no necesariamente se mueven en la misma línea a la hora de negociar cosas tan particulares como un Tratado del Libre Comercio y en eso de desmitifica la idea de que en una mesa de negociaciones necesariamente el país más pequeño económicamente hablando pierde condiciones de negociaciones a la par.

¿Qué nos ayudó a resolver el TLC? Un gran tema el de las disputas comerciales no quiere decir que estamos exentos de disputas; el tratado le da un ordenamiento a esas disputas. Anteriormente las disputas comerciales eran no resueltas o se podían escalar. A partir de Nafta hay un capítulo de solución de controversias que nos permite decir diferimos en atún, diferimos en tomate, diferimos en transporte, pero hay un mecanismo ordenado con páneles imparciales que nos ayudan a definir la solución de los problemas.

En este sentido, sin duda el TLC nos da ese marco de avance en la relación bilateral y nos pone en un umbral;  la siguiente pregunta para poder ya concluir, es hacia dónde vamos a partir de este logro, el tema de la prospectiva.

Yo creo que en tema de la prospectiva si bien utilizando como un ejemplo el TLC el gran reto hacia delante es fundamental. Sin duda los resultados son exitosos, pero hoy el mundo compite por regiones, hoy el mundo compite por cadenas de valor integradas entre países. Nos tenemos que dar cuenta en esta región que si no nos ponemos las pilas y nos integramos como región para competir en el mundo de una manera más profunda que la relación comercial que hoy tenemos, lo que yo hoy le llamo pasar de una asociación comercial a una asociación productiva, no vamos a ganar la competencia global.

Cuando firmamos Nafta,  la proporción del mercado de exportaciones que Estados Unidos, México y Canadá tenían del mercado mundial de exportaciones era el 19 por ciento; hoy sumando los tres países sólo tenemos el 13 por ciento; América del Norte perdió seis puntos porcentuales en su participación de las exportaciones mundiales. La pregunta es ¿quién las ganó?  La respuesta es obvia, las ganó Asia y fundamentalmente China.

Y en ese sentido el proyecto del Presidente Obama, el compromiso de duplicar las exportaciones norteamericanas en los próximos cinco años no se va a lograr si no es visto en una asociación estratégica entre Canadá, México y Estados Unidos para aprovechar las complementariedades. ¿Cuáles son esas complementariedades? México es el único que tiene una estructura piramidal poblacional con un bono favorable por juventud que tiene que ser obviamente fundamental en países de maduración como es el caso de la población norteamericana y de la población canadiense. México tiene y sin duda ya ha demostrado sus capacidades competitivas y en esa integración la idea fundamental es trabajar para profundizar la integración que ya logramos.

¿Cómo profundizarla? Primero, la logística es un tema fundamental en la competencia global; la cercanía al mercado más importante del mundo no se materializa si no tenemos fronteras eficientes, si no tenemos un diseño de infraestructura pensado en logística en movimiento de mercancías y personas, no en un inventario de carreteras por un lado, de aeropuertos por otro, de puertos por otro, sino de conjuntamente el objetivo es cómo mover mercancías que llegan por mar, se transforman en territorio nacional y se exportan a través de la frontera o a través del Atlántico al Pacífico y del Pacífico al Atlántico, la única manera de lograrlo es coordinar los esfuerzos para facilidades fronterizas para reducir los costos de cruces en las fronteras, hoy en día lamentablemente por los ajustes presupuestales los trailers están tardando hasta cuatro y cinco horas en el cruce de mercancías. Eso va en contra de la competitividad de América del Norte.

El siguiente gran reto es estandarizar nuestras normas productivas para poder integrar mejor nuestras industrias, poder homologar todos los estándares de sectores productivos, o sea, hay una agenda que estamos construyendo conjuntamente con nuestros socios comerciales para poder realmente bajar estos temas en materia de hacer las economías más eficientes.

Yo creo que en este caso México hacia el futuro está consciente de que integrándose más a fondo en América del Norte pero diversificando sus sanciones comerciales como lo estamos haciendo con el Tratado TransPacífico, el TPP,  y como lo estamos haciendo en América Latina con la Alianza Pacífico podemos lograr un reposicionamiento regional y continental fundamental.

El gran tema que hoy se debate en Estados Unidos es el inicio del dialogo transatlántico donde los dos grandes bloques mundiales más importantes es Estados Unidos y Europa, Unión Europea, están empezando pláticas para integrar un nuevo mercado de libre comercio a través del Atlántico, la pregunta fundamental es ¿lo deben hacer bilateralmente? O dado que Canadá está terminando su Tratado con Europa y México lo tiene desde hace 12 años, lo más inteligente sería hacerlo regionalmente.

Muchos grupos de interés importantes, norteamericanos y mexicanos, la Cámara de Comercio norteamericana, los mismos business round table, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, el sector privado tanto mexicano como norteamericano, piensa que hay una gran ventaja de hacer esta negociación regional debido a las ventajas de la integración y de la competitividad que representa la relación con Europa es una decisión que en su momento nuestros líderes tendrán que tomar, pero por lo pronto queda claro que una vez más los agentes privados mueven más rápidamente la agenda pública que las propias instituciones gubernamentales porque son los que sufren los beneficios o los daños de un mal diseño de política pública en la relación bilateral.

Con esto concluyo dejando espacio para sus preguntas y les agradezco mucho esta oportunidad de haber podido platicar con ustedes esta mañana. Gracias.