Buenos días tengan todos y todas ustedes.

Para mí es un verdadero privilegio poder asistir a esta ceremonia, que, por supuesto se trata de una ceremonia sencilla, solemne, pero con un profundo contenido.

Un profundo contenido republicano y con, sin duda alguna, un sentido patriótico de fondo, por eso José Rosas Aispuro Torres, para mí es un gusto, un privilegio y un honor poder estar aquí con usted atestiguando esta entrega recepción del facsimilar de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.

Seré portador del mensaje que transmite usted al Gobierno Federal, al Señor Presidente de la República.

Mi gratitud por la generosidad de sus comentarios.

Es un motivo de enorme satisfacción estar acompañando aquí a quienes presiden la ceremonia a la señora diputada Gina Gerardina Campuzano; al doctor Esteban Calderón; al señor Subsecretario de Educación Superior; a la señora sindica municipal; a las señoras y señores diputados federales y al congreso del estado; a presidentes municipales; al señor coronel; a la delegado de la Secretaría de Gobernación; a delegados federales; a los integrantes del poder judicial de este estado; a representantes de los medios de comunicación y a jóvenes que el día de hoy nos hacen el favor de estar aquí presentes.

A todas y a todos ustedes mi agradecimiento por acompañarnos.

Soy portador de un afectuoso saludo del Lic. Enrique Peña Nieto, Presidente de nuestro país. En su representación tengo el honor de hacer entrega formal al Estado de Durango de una edición Facsimilar de nuestra Carta Magna, copia fiel del ejemplar resguardado por el Archivo General de la Nación. La entrego, efectivamente, señor gobernador como un símbolo de la unidad que debe prevalecer entre las y los mexicanos.

Este acto forma parte de la celebración que el gobierno federal y en este caso, del Estado de Durango han organizado para conmemorar el centenario de la Constitución Política de 1917, uno de los más importantes legados de la Revolución Mexicana.

Nuestra Constitución fue y sigue siendo, una de las más avanzadas del mundo por haber incluido explícitamente los derechos sociales del pueblo. Fue, de hecho, la primera declaración de los derechos sociales que se hizo en el mundo. Se trata de un documento que inauguró y anticipó toda una era de la humanidad, sustentada en la búsqueda de los derechos sociales y de los derechos humanos.

En ella se plasmaron los valores y principios que han guiado a México durante el último siglo: la democracia, la justicia social, la soberanía, la identidad, la división de poderes, el federalismo y la tutela sobre los más desprotegidos. Nuestra Carta Magna en síntesis recoge parte de nuestra historia y sin duda, los ideales de las gestas fundamentales de nuestro país.

Al reconocer las garantías sociales, se planteó la búsqueda del bienestar colectivo como principio fundamental de la acción de gobierno. El Estado mexicano, desde su origen, ha sido fundamentalmente un Estado social y, por tanto, con el compromiso de impulsar de manera prioritaria políticas sociales que beneficien a los más lo requieren.

La Constitución representa igualmente la materialización del “pacto” que suscribió un grupo representativo de la sociedad como conclusión de la Revolución Mexicana. Durango, es una de las cunas de nuestra Revolución. De hecho, la ciudad de Gómez Palacio fue la primera en ser tomada por la insurrección convocada contra la dictadura por Francisco I Madero, en el Plan de San Luis.

En Durango, por otra parte, en San Juan del Rio, nació José Doroteo Arango, Pancho Villa o el Centauro del Norte, quien es considerado uno de los líderes más populares, más progresista, más representativo de la Revolución Mexicana.

En Durango nace y se fortalece la División del Norte, el ejército popular revolucionario más importante de nuestra región, América Latina, y además elemento fundamental para el triunfo de Revolución Mexicana.

De la gesta revolucionaria emana el acuerdo social concretado en nuestra ley fundamental que ha experimentado modificaciones a lo largo de un siglo para responder mejor a los cambios sociales y políticos de país, sin embargo, ha mantenido su esencia: las ideas de nación, de estructura del Estado y las obligaciones con la democracia, entendida ahora como forma de vida comprometida con el desarrollo social armónico.

Para los escultores del México moderno, para los arquitectos de nuestras instituciones, para los visionarios del porvenir, para quienes cultivaron la identidad y el alma mexicanas, para nuestros diputados constituyentes, el agradecimiento de una nación. En especial a los diputados duranguenses que representaron a esta entidad. Nuestro recuerdo y gratitud para siempre. Para siempre a Fernando Castaños, Silvestre Dorador, Rafael Espeleta, Fernando Gómez Palacio, Antonio Gutiérrez, Alberto Terrones Benítez y Jesús de la Torre.

Ellos son parte de una generación de mexicanos que superaron la complejidad de las batallas y los horrores del rencor acumulado, situaciones que no consiguieron nublar su visión respecto del porvenir, que no lograron cortar su sueño de edificar, después del enfrentamiento, una patria nueva para todos.

Una Patria libre, soberana y justa, en la que la prioridad se centrara en la búsqueda del bienestar colectivo. Una nación en la que prevalecieran la defensa y el respeto a las garantías individuales. Un México distinto, con democracia y libertad en el que predominara la certeza de vivir con dignidad y de tener un futuro promisorio.

La Carta Magna ha servido de sustento para diseñar las instituciones de la sociedad y también de inspiración para su desarrollo; instituciones que han resultado fundamentales para la convivencia y para el progreso armónico de nuestra gente. Al perfeccionarlas mejoramos nuestra vida en una doble dimensión, la personal y la colectiva. Su creación ha resultado esencial para el surgimiento y consolidación del México moderno, para la integración de una sociedad originalmente heterogénea y plural.

Las instituciones han contribuido a mejorar los niveles de vida de la población y nos han dado estabilidad y paz social. Por eso nuestra obligación es preservarlas y fortalecerlas. Al mismo tiempo, debemos reconocer que aún existen deudas sociales que debemos saldar con urgencia, ya que hemos tardado demasiado tiempo en atenderlas.

Los mexicanos tenemos que seguir remontando la desigualdad ofensiva que nos acompaña y los dolorosos niveles de pobreza que todavía nos caracterizan y que no son compatibles con el progreso al que se aspira. Nuestros problemas son estructurales, no coyunturales y es por ello que debemos atrevernos tampoco del presente. Por ello debemos atrevernos a pensar en grande y a fijar objetivos de largo alcance. Esta la razón de la convocatoria del Presidente Enrique Peña Nieto a la unidad ya rechazar el encono y la división.

La situación nacional que hoy enfrentamos, por otra parte, representa una oportunidad para confirmar el rumbo. Nuestro país tiene la capacidad y los recursos para resolver sus problemas, los ancestrales y los que resultan de las nuevas realidades. Estamos en el momento adecuado para reformular lo que sea necesario cambiar, para tomar medidas y enfrentar nuestros grandes desafíos. Los momentos de apremio suelen ser grandes incentivos para avanzar. Superemos nuestros problemas afianzando con orgullo nuestra soberanía.  

¡Hoy México requiere de nuestro mayor esfuerzo! La historia será la encargada de juzgar nuestra actuación. Respondamos como lo hicieron nuestros antepasados, con responsabilidad y de cara al porvenir. Promovamos la unidad y dejemos de lado las divisiones inútiles.

Mucho se ha perdido cuando los mexicanos hemos estado divididos, cuando el interés de los grupos y sectores se ha antepuesto al interés superior de la nación. La historia nos ha enseñado que las luchas internas nos han dañado más que las acechanzas del exterior. Las divisiones entre insurgentes y realistas, centralistas y federalistas, liberales y conservadores, permitieron la injerencia de potencias externas e incluso que perdiéramos parte del territorio. No permitamos que los errores se repitan, promovamos la unidad nacional.

Señor gobernador José Rosas Aispuro Torres, termino esta intervención, con la reiteración del saludo del Presidente de México y con la expresión de su compromiso de trabajar por la unidad de los mexicanos, por la resolución de nuestros problemas y dificultades, por la superación integral de los duranguenses.

Tenemos una deuda con la historia y con nuestra gente. Saldemos las facturas para evitar fracturas. Lo peor que nos puede pasar como sociedad es que no aprendamos de la historia. ¡Enfrentemos los retos con entereza, con la confianza en nuestras fortalezas!

Señor Gobernador, distinguidos asistentes:

Somos parte de un pueblo con una historia común que nos llena de orgullo. Tenemos un profundo sentido de nuestra identidad nacional, contamos con raíces culturales ricas y profundas; somos una sociedad plural y diversa, orgullosa de nuestras tradiciones, de nuestros orígenes y nuestra estirpe.

Con profunda convicción lo digo: somos parte de un pueblo con memoria y esperanza, que sabe soñar, pero también concretar sus ideales, sus utopías. Estamos ciertos de nuestras riquezas naturales, culturales y humanas, de nuestras potencialidades y capacidad de labrar, sembrar y construir futuro.

Honremos nuestro pasado y preparémonos para cambiar, para avanzar, para seguir mejorando el México que nos heredaron los Constituyentes del 17. Trabajemos con su inspiración y su legado para heredar a los hijos de nuestros nietos un país mejor, más justo y democrático, sin excesos y con el orgullo de cumplir con nuestra responsabilidad. Que así sea en honor de la Constitución del 17.

077. Entrega Narro Robles al Gobierno de Durango Facsimilar de la Constitución

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