Para mejorar la atención a las adicciones, es necesario mantener un diagnóstico actualizado del problema, reforzando el Observatorio Mexicano de Tabaco, Alcohol y Drogas (OMEXTAD) para contar con indicadores homogéneos que permitan la evaluación de las políticas públicas y la toma de decisiones.

Coincidieron en lo anterior expertos que participaron en la mesa sectorial Prevención de adicciones, que se realizó para la integración del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, conducida por Celina Alvear Sevilla, Directora General del Centro Nacional para la Prevención y Control de las Adicciones (CENADIC).

Cabe mencionar que en febrero pasado, en la Instalación de la Comisión Intersecretarial para la prevención social de la violencia y de la delincuencia, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, instruyó a la Secretaría de Salud a garantizar una atención médica oportuna, diseñar y poner en marcha una campaña nacional de concientización y prevención integral de las adicciones.

En el Instituto Nacional de Rehabilitación, los expertos en la materia de entidades públicas y privadas, nacionales e internacionales, coincidieron en la conveniencia de enfatizar las acciones preventivas en la población que aún no presenta un consumo de sustancias (95%), focalizando las intervenciones en los grupos de riesgo.

Los programas preventivos dirigidos a jóvenes tienen un impacto importante, debido a que el consumo de drogas en el último año fue menor en jóvenes expuestos a prevención.

Asimismo, en ampliar la cobertura de atención, integrando los modelos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a las unidades de salud y tratamientos exitosos basados en evidencia, para asegurar su disponibilidad y accesibilidad.

Dijeron que es indispensable actualizar la legislación para el control del tabaco y el alcohol, con el fin de asegurar la no venta a menores de edad. Incidir en las estrategias de educación y persuasión, para un consumo responsable y asegurar la disponibilidad de intervenciones breves y tratamiento para quienes tienen un consumo problemático.

De igual forma, fortalecer la coordinación entre los campos de la salud mental y las adicciones, e impulsar acciones, programas y modelos de prevención en el plano local, que consideren las condiciones culturales específicas, y que se promueva la participación activa de los jóvenes en su diseño, despliegue y evaluación.

Otras propuestas se centraron en promover, desde el preescolar, programas preventivos enfocados al fortalecimiento de habilidades para la vida, asegurando su continuidad en los siguientes ciclos escolares. Así como programas de crianza positiva dirigidos a fortalecer en los padres sus habilidades de parentalidad.

Entre las recomendaciones presentadas, se dijo que es necesario impulsar acciones de detección temprana e intervención oportuna a través de mecanismos estandarizados en las instituciones del sistema de salud; asegurar la accesibilidad y disponibilidad a los servicios de tratamiento, a través del fortalecimiento de las redes estatales de atención a las adicciones, y contar con un Directorio Oficial de Establecimientos Especializados en el Tratamiento de las Adicciones.

También, profesionalizar y certificar a los recursos humanos que operan los establecimientos de servicios de tratamiento y rehabilitación de las adicciones.

Incrementar mecanismos y montos de financiamiento para el apoyo a organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la prevención y tratamiento de las adicciones. Capacitar a los equipos de salud de los servicios de urgencias para la adecuada atención de los cuadros agudos de intoxicación y síndrome de abstinencia.

Alvear Sevilla consideró necesario impulsar la investigación básica y aplicada, así como la diseminación de las mejores prácticas, a fin de reducir el consumo de sustancias adictivas.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones 2011, casi 12 millones de personas entre 12 y 65 años tienen problemas con su manera de beber, hay 17.3 millones de fumadores activos, y en drogas ilícitas, la mariguana es la sustancia que más se consume, con una prevalencia anual de 1.2%, seguida por cocaína con 0.5%.