Noemí Ehrenfeld documenta la disminución de la
fecundidad de las adolescentes sin desestimar las
consecuencias que acarrea la maternidad en la vida
futura de éstas. Se basa en cifras de los nacimientos
estimados en mujeres de entre 15 y 29 años de edad,
en el periodo de 1970-2020 y en la tasa de fecundidad
y porcentaje de la tasa global de fecundidad de
mujeres de ese grupo de edad, de 1970 a 2008. Además,
expone el debate en torno a las consideraciones
del embarazo adolescente como un problema social,
sustentado principalmente en tres elementos: el problema
sustantivo de la definición de la adolescencia
con base en la edad, cuyos intervalos varían según
el referente que se tome en cuenta; la necesidad de
interpretar con cautela algunos indicadores de salud
reproductiva como la morbilidad obstétrica en adolescentes,
debido a problemas de subregistro y mala
clasificación y, finalmente, las interpretaciones de
las propias adolescentes y jóvenes de estratos urbano-marginales,
quienes, por las características de sus
contextos socioculturales, requieren de acceder a la categoría de “mujer” a través de la maternidad, para ser
valoradas y consideradas importantes en sus relaciones
sociales.
Las problemáticas específicas del embarazo en la adolescencia
y el contagio por el VIH en la juventud han obligado
a las políticas públicas y a las investigaciones a dirigir su
atención a las prácticas sexuales en esos momentos de la
vida, así como a buscar mecanismos para proveer servicios
que promuevan la prevención y la atención a las y los jóvenes
afectados. Al mismo tiempo, se ha puesto énfasis en la
reflexión de estas problemáticas desde las ciencias sociales,
en tanto fenómenos dados en circunstancias socioeconómicas, culturales y políticas específicas para cada sociedad.
Por eso, es relevante conocer los factores de vulnerabilidad
en jóvenes ante el VIH, tal y como lo muestran Minerva Santamaría
Hernández y Flor Iliana Alegría Mar, quienes exponen
los principales resultados obtenidos de una encuesta de
opinión realizada por la organización Católicas por el Derecho
a Decidir y por la Red Nacional Católica de Jóvenes por
el Derecho a Decidir. El objetivo de esa encuesta fue identificar
los factores que ponen a la juventud en situación de
riesgo ante la pandemia de la infección por el VIH.
Según las autoras, los resultados de dicha encuesta destacan
que uno de los factores de vulnerabilidad en jóvenes
para adquirir la infección por el VIH es la falta de uso constante
y correcto del condón, debido a diferentes motivos
como el descuido, o por prejuicios o creencias. Es muy
relevante que más de la mitad de las mujeres y los hombres
jóvenes encuestados expresa una falta de actitud positiva
para la prevención. Las y los encuestados piensan que en el
discurso del amor las relaciones sexuales están en el marco
de la confianza, constituyéndose como un gran obstáculo
para el ejercicio de prácticas sexuales seguras.
Desde un enfoque construccionista, adolescentes y jóvenes
transitan por una etapa de vida inmersa en relaciones
de poder generacionales, donde la sexualidad se vuelve un
punto álgido para su desarrollo, su convivencia social e
intersubjetiva. De ahí la importancia de conocer más sobre
su salud reproductiva, su sexualidad, y la utilización de los
servicios de salud en grupos y contextos específicos, como
fue el caso del estudio que presenta Gloria Elizabeth García Hernández en su artículo “Salud,
sexualidad y reproducción en jóvenes
en la delegación Iztapalapa”.
Se trata de una encuesta realizada
a 1 250 jóvenes de esa delegación
en el Distrito Federal, y que tuvo
como objetivo analizar algunos
indicadores sobre salud reproductiva
y acceso a servicios de salud
por parte de esta población.
De acuerdo con sus resultados, las
enfermedades más frecuentes en
estos jóvenes fueron las respiratorias,
las intestinales y las dentales,
las cuales se ha documentado
que están asociadas a condiciones
de pobreza, marginación, malas
condiciones de higiene y desigualdad
social. Los resultados de la
encuesta evidencian que los servicios
públicos de salud son los que
menos confianza generan en la
población joven de esa delegación,
comparados con los servicios médicos
particulares; además de que ellas y
ellos perciben una mayor dificultad
para su acceso por el horario y los
trámites burocráticos en las instituciones
públicas. De la muestra
encuestada, más de dos terceras
partes se había iniciado sexualmente
a una edad promedio de 15.4 años,
en un medio donde el uso de métodos
anticonceptivos entre jóvenes y adolescentes
todavía ofrece obstáculos
sociales y culturales; así, los resultados
arrojaron que el embarazo temprano
tuvo mayor frecuencia entre
las jóvenes del sector más pobre, y
que 82% de las jóvenes de entre 15
y 19 años de edad nunca se había
hecho una citología exfoliativa cérvico-vaginal
(Papanicolaou), como
medida de prevención del cáncer
cervicouterino y de detección de la
infección por el virus del papiloma
humano.
Especialistas en estudios sobre juventud afirman que es necesario avanzar
en el conocimiento de lo que las y los jóvenes piensan sobre el presente y el
futuro, y delimitan campos críticos de la actualidad juvenil como el “callejerismo”,
la violencia, la migración, la mujer joven, los jóvenes “inactivos
o paralizados”, es decir, los que no estudian ni trabajan. Para hacer intervenciones
sustentadas en las necesidades de la población joven es necesario
realizar estudios que brinden información veraz sobre sus condiciones de
vida; por ello, en este número se presenta el artículo “Factores de riesgo
para adicciones y trastornos psicosociales. Aplicaciones para una prevención
con enfoque de género”, de María Elena Castro, Jorge Llanes, Adriana
Carreño, Marta Fuentes y Antonio Cadena en el que exponen los resultados
de un censo realizado en 32 891 estudiantes de educación media superior a
distancia (EMSAD), quienes desarrollan su quehacer cotidiano en los municipios
y pequeños poblados de 30 estados del país y que respondieron de
forma anónima el inventario de riesgo-protección (IRPA). Se trata de un
instrumento autoaplicable que mide 14 factores de riesgo psicosocial en las
áreas de manejo inadecuado de la sexualidad, actos antisociales, eventos
negativos, empleo, estilo de vida, salud, factores escolares, consumo de sustancias
en los estudiantes y en sus predictores del consumo. En el análisis de
datos, las autoras y autores comparan los resultados obtenidos en hombres
y mujeres, y concluyen que existe un mayor número de hombres que reportan
riesgo psicosocial en todas las áreas y un coeficiente de riesgo mayor
que las mujeres. Mientras que 7 de cada 100 estudiantes reportaron algún
factor de riesgo psicosocial, en la categoría de “foco rojo” (alto riesgo)
sólo 2 mujeres de cada 100 los reportan. Para la vulnerabilidad psicosocial
encontraron que 16 de cada 100 estudiantes hombres se localizan en la
categoría de alto riesgo, mientras que, en el caso de las mujeres, sólo 3 de
cada 100 se localizan en esta categoría.
Aunque buscar las diferencias entre hombres y mujeres no es suficiente para
hacer un análisis con enfoque de género, los datos son importantes para llamar
la atención de colegas e instituciones involucrados fundamentalmente
en la prevención del abuso de sustancias, sobre la importancia de que las
intervenciones preventivas consideren como eje transversal el enfoque de
género y específicamente entre los adolescentes se cambie la percepción
social y la noción de masculinidad en nuestro medio, en la que ser hombre
significa tomar más riesgos y hacer uso de sustancias como medida demostrativa
de la valentía y la masculinidad. Con base en los resultados del censo,
las autoras y autores recomiendan que las intervenciones tengan además
un enfoque en habilidades para la vida y no estén directamente centradas
en las condiciones o factores para el consumo de sustancias.
En lo que se refiere a estrategias para brindar educación sexual a las y los
adolescentes es de suma importancia considerar su sustento en información
veraz, científica y confiable, como lo exponen Rossana González Osorno,
Juan Pérez Sánchez y Alejandro Rosas Solís en su "www.yquesexo.com: una fuente de información adecuada en sexualidad y salud
reproductiva pensando en las y los adolescentes”. En
este artículo, la autora y los autores dan a conocer
los resultados de un análisis de las visitas a este portal,
dirigido por la Subdirección de Salud Sexual y
Reproductiva, de la Dirección de Salud Reproductiva
y la Dirección General Adjunta de Salud Reproductiva
del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud
Reproductiva. Describen las características del sitio,
presentan datos estadísticos desagregados por sexo,
escolaridad, y tipo de preguntas planteadas. Destacan
que quienes más lo visitan son mujeres jóvenes, y
que en promedio tienen un nivel de escolaridad alto.
Concluyen que el portal forma parte de las estrategias
de información, educación y comunicación que
opera la Secretaría de Salud, y que están dirigidas a
la población joven en México.
De acuerdo con el número de consultas, www.yquesexo.com, se ha ido posicionando como una fuente
confiable, actualizada y oportuna de información en
salud sexual y reproductiva, que está contribuyendo
a promover el respeto de las y los jóvenes en el ejercicio
de sus derechos sexuales y reproductivos. Este
recurso de la internet es una importante contribución
a la promoción de la salud sexual y reproductiva
de la población adolescente y joven, por ser un
espacio abierto, permanente, gratuito y confiable,
en la mayoría de las veces resolutivo y que en muchas
ocasiones funciona como enlace entre las y los adolescentes
y los Servicios Amigables de Salud, de la
Secretaría de Salud, en el territorio nacional.
Por otra parte, en este número del boletín Género y
Salud en Cifras se incluye una colaboración de María
Luisa Güido Williamson, llamada “El alcoholismo
como predisponente y facilitador de la violencia
contra la mujer“, donde la autora destaca que de
entre los factores asociados a la violencia de pareja
se encuentra el tema de la ingesta excesiva de alcohol.
Con base en datos de la Encuesta Nacional de
Violencia contra las Mujeres 2003, en la cual se documenta
la relación positiva entre violencia y consumo
de alcohol, la autora rescata el supuesto que subyace
en tal encuesta acerca de que el alcohol es un facilitador
y no un factor de riesgo, como regularmente
se considera desde la ortodoxia epidemiológica; es decir, el hecho de que alguien sea violento no depende del
alcohol, sino que más bien éste sería considerado como un
desencadenante de la conducta violenta.
Justificar el maltrato efectuado bajo la influencia de causas
externas, y desresponsabilizar en parte a la pareja están
presentes en la subjetividad femenina. Así, el consumo de
alcohol parece estar entre los pretextos ideales para que
se genere la violencia, ya que es permitido y hasta alentado
suponer que alguien bajo el efecto del alcohol o las
drogas puede hacer lo que quiera pues “estaba borracho”,
“estaba drogado”, incluso se llega a justificar diciendo “no
sabía lo que hacía”. María Luisa Güido llama la atención
en este sentido y argumenta la importancia de ubicar la
ingesta del alcohol como facilitador de la violencia contra
la mujer.
En esta ocasión, la sección Para Compartir nos muestra la
experiencia de una institución de asistencia privada con
una gran trayectoria en el trabajo con niños callejeros.
Ricardo Ayllón introduce brevemente la historia de Educación
con el Niño Callejero (Ednica), organización que cuenta
con un Modelo de Intervención Comunitaria que busca
fortalecer las capacidades de autogestión y organización
de la comunidad, con el fin de que sea ella quien genere
sus propias iniciativas en favor de la infancia y la juventud
contra los riesgos asociados al proceso de callejerización,
ofreciendo de esta forma alternativas de mediano y largo
plazo a la resolución del fenómeno del callejerismo. Como
parte de las actividades del Programa de Equidad de Género,
específicamente en lo relacionado con el trabajo en
masculinidades, Ednica inició actividades de intervención
en la comunidad en el año 2005, mediante proyectos de
intervención para la sensibilización e información de la
comunidad acerca de otra forma de ser hombre, desde
la equidad y la no violencia, dirigidos fundamentalmente
hacia los niños de las comunidades. Se aplicó la perspectiva
de género como un referente básico para la promoción
de la equidad, con el basamento de que propicia el desarrollo
de las habilidades psicosociales y crea relaciones de
cooperación desde la propuesta de la educación para la paz
y los derechos humanos.
La interlocución ideal para esta organización de la sociedad
civil mexicana debía ser una par, por lo cual, María Elena
Castro Sariñana, Directora del Instituto de Educación
Preventiva y Atención de Riesgos, AC, con conocimiento
de causa, aprecia y hace un reconocimiento al trabajo de Ednica, y recomienda acciones muy concretas en torno a la
evaluación de resultados, de proceso y de impacto.
Finalmente, este número ofrece datos sobre algunos problemas
prioritarios de salud en adolescentes y jóvenes en
México, que habrán de ser considerados para las acciones
dirigidas en su beneficio y mejora de su salud, como es el
caso de los daños a la salud de adolescentes por accidentes
de transporte de vehículo de motor, y los porcentajes de
los que dijeron haber estado bajo los efectos del alcohol
en el último año.
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Género y Salud en Cifras. Volumen 6, No. 1 Enero - Abril 2008. CNEGSR
Revista Oficial del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva
Secretaría de Salud |
30 de abril de 2008
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