Género y Salud en Cifras. Volumen 6, No. 1 Enero - Abril 2008. CNEGSR

Revista Oficial del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva

Secretaría de Salud | 30 de abril de 2008
Noemí Ehrenfeld documenta la disminución de la fecundidad de las adolescentes sin desestimar las consecuencias que acarrea la maternidad en la vida futura de éstas. Se basa en cifras de los nacimientos estimados en mujeres de entre 15 y 29 años de edad, en el periodo de 1970-2020 y en la tasa de fecundidad y porcentaje de la tasa global de fecundidad de mujeres de ese grupo de edad, de 1970 a 2008. Además, expone el debate en torno a las consideraciones del embarazo adolescente como un problema social, sustentado principalmente en tres elementos: el problema sustantivo de la definición de la adolescencia con base en la edad, cuyos intervalos varían según el referente que se tome en cuenta; la necesidad de interpretar con cautela algunos indicadores de salud reproductiva como la morbilidad obstétrica en adolescentes, debido a problemas de subregistro y mala clasificación y, finalmente, las interpretaciones de las propias adolescentes y jóvenes de estratos urbano-marginales, quienes, por las características de sus contextos socioculturales, requieren de acceder a la categoría de “mujer” a través de la maternidad, para ser valoradas y consideradas importantes en sus relaciones sociales.

Las problemáticas específicas del embarazo en la adolescencia y el contagio por el VIH en la juventud han obligado a las políticas públicas y a las investigaciones a dirigir su atención a las prácticas sexuales en esos momentos de la vida, así como a buscar mecanismos para proveer servicios que promuevan la prevención y la atención a las y los jóvenes afectados. Al mismo tiempo, se ha puesto énfasis en la reflexión de estas problemáticas desde las ciencias sociales, en tanto fenómenos dados en circunstancias socioeconómicas, culturales y políticas específicas para cada sociedad. Por eso, es relevante conocer los factores de vulnerabilidad en jóvenes ante el VIH, tal y como lo muestran Minerva Santamaría Hernández y Flor Iliana Alegría Mar, quienes exponen los principales resultados obtenidos de una encuesta de opinión realizada por la organización Católicas por el Derecho a Decidir y por la Red Nacional Católica de Jóvenes por el Derecho a Decidir. El objetivo de esa encuesta fue identificar los factores que ponen a la juventud en situación de riesgo ante la pandemia de la infección por el VIH.

Según las autoras, los resultados de dicha encuesta destacan que uno de los factores de vulnerabilidad en jóvenes para adquirir la infección por el VIH es la falta de uso constante y correcto del condón, debido a diferentes motivos como el descuido, o por prejuicios o creencias. Es muy relevante que más de la mitad de las mujeres y los hombres jóvenes encuestados expresa una falta de actitud positiva para la prevención. Las y los encuestados piensan que en el discurso del amor las relaciones sexuales están en el marco de la confianza, constituyéndose como un gran obstáculo para el ejercicio de prácticas sexuales seguras.

Desde un enfoque construccionista, adolescentes y jóvenes transitan por una etapa de vida inmersa en relaciones de poder generacionales, donde la sexualidad se vuelve un punto álgido para su desarrollo, su convivencia social e intersubjetiva. De ahí la importancia de conocer más sobre su salud reproductiva, su sexualidad, y la utilización de los servicios de salud en grupos y contextos específicos, como fue el caso del estudio que presenta Gloria Elizabeth García Hernández en su artículo “Salud, sexualidad y reproducción en jóvenes en la delegación Iztapalapa”. Se trata de una encuesta realizada a 1 250 jóvenes de esa delegación en el Distrito Federal, y que tuvo como objetivo analizar algunos indicadores sobre salud reproductiva y acceso a servicios de salud por parte de esta población.

De acuerdo con sus resultados, las enfermedades más frecuentes en estos jóvenes fueron las respiratorias, las intestinales y las dentales, las cuales se ha documentado que están asociadas a condiciones de pobreza, marginación, malas condiciones de higiene y desigualdad social. Los resultados de la encuesta evidencian que los servicios públicos de salud son los que menos confianza generan en la población joven de esa delegación, comparados con los servicios médicos particulares; además de que ellas y ellos perciben una mayor dificultad para su acceso por el horario y los trámites burocráticos en las instituciones públicas. De la muestra encuestada, más de dos terceras partes se había iniciado sexualmente a una edad promedio de 15.4 años, en un medio donde el uso de métodos anticonceptivos entre jóvenes y adolescentes todavía ofrece obstáculos sociales y culturales; así, los resultados arrojaron que el embarazo temprano tuvo mayor frecuencia entre las jóvenes del sector más pobre, y que 82% de las jóvenes de entre 15 y 19 años de edad nunca se había hecho una citología exfoliativa cérvico-vaginal (Papanicolaou), como medida de prevención del cáncer cervicouterino y de detección de la infección por el virus del papiloma humano.

Especialistas en estudios sobre juventud afirman que es necesario avanzar en el conocimiento de lo que las y los jóvenes piensan sobre el presente y el futuro, y delimitan campos críticos de la actualidad juvenil como el “callejerismo”, la violencia, la migración, la mujer joven, los jóvenes “inactivos o paralizados”, es decir, los que no estudian ni trabajan. Para hacer intervenciones sustentadas en las necesidades de la población joven es necesario realizar estudios que brinden información veraz sobre sus condiciones de vida; por ello, en este número se presenta el artículo “Factores de riesgo para adicciones y trastornos psicosociales. Aplicaciones para una prevención con enfoque de género”, de María Elena Castro, Jorge Llanes, Adriana Carreño, Marta Fuentes y Antonio Cadena en el que exponen los resultados de un censo realizado en 32 891 estudiantes de educación media superior a distancia (EMSAD), quienes desarrollan su quehacer cotidiano en los municipios y pequeños poblados de 30 estados del país y que respondieron de forma anónima el inventario de riesgo-protección (IRPA). Se trata de un instrumento autoaplicable que mide 14 factores de riesgo psicosocial en las áreas de manejo inadecuado de la sexualidad, actos antisociales, eventos negativos, empleo, estilo de vida, salud, factores escolares, consumo de sustancias en los estudiantes y en sus predictores del consumo. En el análisis de datos, las autoras y autores comparan los resultados obtenidos en hombres y mujeres, y concluyen que existe un mayor número de hombres que reportan riesgo psicosocial en todas las áreas y un coeficiente de riesgo mayor que las mujeres. Mientras que 7 de cada 100 estudiantes reportaron algún factor de riesgo psicosocial, en la categoría de “foco rojo” (alto riesgo) sólo 2 mujeres de cada 100 los reportan. Para la vulnerabilidad psicosocial encontraron que 16 de cada 100 estudiantes hombres se localizan en la categoría de alto riesgo, mientras que, en el caso de las mujeres, sólo 3 de cada 100 se localizan en esta categoría.

Aunque buscar las diferencias entre hombres y mujeres no es suficiente para hacer un análisis con enfoque de género, los datos son importantes para llamar la atención de colegas e instituciones involucrados fundamentalmente en la prevención del abuso de sustancias, sobre la importancia de que las intervenciones preventivas consideren como eje transversal el enfoque de género y específicamente entre los adolescentes se cambie la percepción social y la noción de masculinidad en nuestro medio, en la que ser hombre significa tomar más riesgos y hacer uso de sustancias como medida demostrativa de la valentía y la masculinidad. Con base en los resultados del censo, las autoras y autores recomiendan que las intervenciones tengan además un enfoque en habilidades para la vida y no estén directamente centradas en las condiciones o factores para el consumo de sustancias.

En lo que se refiere a estrategias para brindar educación sexual a las y los adolescentes es de suma importancia considerar su sustento en información veraz, científica y confiable, como lo exponen Rossana González Osorno, Juan Pérez Sánchez y Alejandro Rosas Solís en su "www.yquesexo.com: una  fuente de información adecuada en sexualidad y salud reproductiva pensando en las y los adolescentes”. En este artículo, la autora y los autores dan a conocer los resultados de un análisis de las visitas a este portal, dirigido por la Subdirección de Salud Sexual y Reproductiva, de la Dirección de Salud Reproductiva y la Dirección General Adjunta de Salud Reproductiva del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva. Describen las características del sitio, presentan datos estadísticos desagregados por sexo, escolaridad, y tipo de preguntas planteadas. Destacan que quienes más lo visitan son mujeres jóvenes, y que en promedio tienen un nivel de escolaridad alto. Concluyen que el portal forma parte de las estrategias de información, educación y comunicación que opera la Secretaría de Salud, y que están dirigidas a la población joven en México.

De acuerdo con el número de consultas, www.yquesexo.com, se ha ido posicionando como una fuente confiable, actualizada y oportuna de información en salud sexual y reproductiva, que está contribuyendo a promover el respeto de las y los jóvenes en el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos. Este recurso de la internet es una importante contribución a la promoción de la salud sexual y reproductiva de la población adolescente y joven, por ser un espacio abierto, permanente, gratuito y confiable, en la mayoría de las veces resolutivo y que en muchas ocasiones funciona como enlace entre las y los adolescentes y los Servicios Amigables de Salud, de la Secretaría de Salud, en el territorio nacional.

Por otra parte, en este número del boletín Género y Salud en Cifras se incluye una colaboración de María Luisa Güido Williamson, llamada “El alcoholismo como predisponente y facilitador de la violencia contra la mujer“, donde la autora destaca que de entre los factores asociados a la violencia de pareja se encuentra el tema de la ingesta excesiva de alcohol. Con base en datos de la Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres 2003, en la cual se documenta la relación positiva entre violencia y consumo de alcohol, la autora rescata el supuesto que subyace en tal encuesta acerca de que el alcohol es un facilitador y no un factor de riesgo, como regularmente se considera desde la ortodoxia epidemiológica; es decir, el hecho de que alguien sea violento no depende del alcohol, sino que más bien éste sería considerado como un desencadenante de la conducta violenta.

Justificar el maltrato efectuado bajo la influencia de causas externas, y desresponsabilizar en parte a la pareja están presentes en la subjetividad femenina. Así, el consumo de alcohol parece estar entre los pretextos ideales para que se genere la violencia, ya que es permitido y hasta alentado suponer que alguien bajo el efecto del alcohol o las drogas puede hacer lo que quiera pues “estaba borracho”, “estaba drogado”, incluso se llega a justificar diciendo “no sabía lo que hacía”. María Luisa Güido llama la atención en este sentido y argumenta la importancia de ubicar la ingesta del alcohol como facilitador de la violencia contra la mujer.

En esta ocasión, la sección Para Compartir nos muestra la experiencia de una institución de asistencia privada con una gran trayectoria en el trabajo con niños callejeros. Ricardo Ayllón introduce brevemente la historia de Educación con el Niño Callejero (Ednica), organización que cuenta con un Modelo de Intervención Comunitaria que busca fortalecer las capacidades de autogestión y organización de la comunidad, con el fin de que sea ella quien genere sus propias iniciativas en favor de la infancia y la juventud contra los riesgos asociados al proceso de callejerización, ofreciendo de esta forma alternativas de mediano y largo plazo a la resolución del fenómeno del callejerismo. Como parte de las actividades del Programa de Equidad de Género, específicamente en lo relacionado con el trabajo en masculinidades, Ednica inició actividades de intervención en la comunidad en el año 2005, mediante proyectos de intervención para la sensibilización e información de la comunidad acerca de otra forma de ser hombre, desde la equidad y la no violencia, dirigidos fundamentalmente hacia los niños de las comunidades. Se aplicó la perspectiva de género como un referente básico para la promoción de la equidad, con el basamento de que propicia el desarrollo de las habilidades psicosociales y crea relaciones de cooperación desde la propuesta de la educación para la paz y los derechos humanos.

La interlocución ideal para esta organización de la sociedad civil mexicana debía ser una par, por lo cual, María Elena Castro Sariñana, Directora del Instituto de Educación Preventiva y Atención de Riesgos, AC, con conocimiento de causa, aprecia y hace un reconocimiento al trabajo de Ednica, y recomienda acciones muy concretas en torno a la evaluación de resultados, de proceso y de impacto.

Finalmente, este número ofrece datos sobre algunos problemas prioritarios de salud en adolescentes y jóvenes en México, que habrán de ser considerados para las acciones dirigidas en su beneficio y mejora de su salud, como es el caso de los daños a la salud de adolescentes por accidentes de transporte de vehículo de motor, y los porcentajes de los que dijeron haber estado bajo los efectos del alcohol en el último año.


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