En la consolidación del México incluyente al que nos ha convocado el Presidente Enrique Peña Nieto, el acceso efectivo a la salud es una condición necesaria. El bienestar de la población depende en buena medida de su estado de salud.
La salud es también un elemento fundamental para el desarrollo económico del país. Solo a través de una población sana y del desarrollo de sus capacidades y potencialidades se puede lograr el México competitivo que estamos decididos a posicionar en el contexto de la economía global.
Por su magnitud, frecuencia, ritmo de crecimiento y las presiones que ejercen sobre el Sistema Nacional de Salud, el sobrepeso, la obesidad y las Enfermedades no Transmisibles (ENT), y de manera particular la Diabetes mellitus tipo 2 (DM2), representan una emergencia sanitaria, además de que afectan de manera
importante la productividad de las empresas, el desempeño escolar y nuestro desarrollo económico como país. Estamos frente a una situación crítica que, de no ser atendida en el corto y mediano plazo, puede comprometer nuestra viabilidad como nación.
Entre los factores que definen las necesidades de salud de la población se encuentran las transiciones demográfica y epidemiológica.
El perfil demográfico del país está determinado principalmente por cambios en la fecundidad, la mortalidad y la migración. México se encuentra en un proceso de transición demográfica, caracterizado por la disminución de la población infantil, una alta proporción de personas en edad productiva y un incremento en el número
El perfil demográfico del país está determinado principalmente por cambios en la fecundidad, la mortalidad y la migración. México se encuentra en un proceso de transición demográfica, caracterizado por la disminución de la población infantil, una alta proporción de personas en edad productiva y un incremento en el número
de adultos mayores.
Por otra parte, la transición epidemiológica se expresa en la prevalencia de enfermedades no transmisibles como principal factor de morbilidad y mortalidad en el país.
El Estado Mexicano se enfrenta al imperativo ético de evitar que un escenario de enfermedad y muertes evitables cancele las posibilidades de desarrollo del país.