La rubéola es una enfermedad provocada por un virus, que afecta principalmente a niños y adultos jóvenes. Si una mujer embarazada se infecta con rubéola puede poner en riesgo la vida de su bebé o provocar defectos congénitos. Se estima que el 80% de los casos de rubéola son diagnosticados como sarampión o escarlatina y no como rubéola.
La transmisión de esta enfermedad ocurre a través de gotas de saliva de personas infectadas cuando tosen o estornudan. Los síntomas incluyen erupción cutánea, fiebre poco intensa (<39°C), náuseas, malestar general y/o conjuntivitis.
El contagio a otras personas puede ocurrir desde una semana antes de la aparición de la erupción cutánea hasta uno o dos semanas después de que desaparece.
Una vez que se contrae el virus éste se disemina por todo el organismo en aproximadamente cinco o siete días y los síntomas aparecen de dos a tres semanas después de la exposición.
Por eso las medidas generales de prevención del contagio incluyen aislar a la persona contagiada y evitar el contacto con mujeres embarazadas.
Para asegurar una adecuada protección contra la rubéola se deben aplicar dos dosis de la vacuna combinada contra sarampión, paperas y rubéola (triple viral); la primera dosis a los 12 meses y la segunda a los seis años.
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