El pasado 26 de enero de 2017, en República Dominicana – Las y los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) aprobaron la estrategia de género de su Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre 2025. La estrategia fue creada por el Grupo Adelanto de la Mujer de la CELAC con el apoyo de FAO y busca garantizar que los impactos del principal acuerdo regional de erradicación del hambre favorezcan de igual modo a mujeres y hombres.

La estrategia fue adoptada durante la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC, en Punta Cana, República Dominicana, y propone acciones concretas para incorporar la perspectiva de género en las principales áreas de acción del Plan SAN CELAC.

 

Enfoque de género en las estrategias de seguridad alimentaria

Según el documento acordado hoy por CELAC, un primer paso fundamental es incorporar el enfoque de género en los marcos legales, leyes y políticas de derecho a la alimentación y seguridad alimentaria a lo largo de toda la región.

Además, se deben promover políticas diferenciadas que involucren a las mujeres según grupos etarios, especialmente en relación con el acceso a la tierra y el reconocimiento del trabajo de las mujeres.

Para poder medir y garantizar una mejor condición nutricional de las mujeres de la región, se debe elaborar una línea base sobre la participación de las mujeres en la seguridad alimentaria, basada en evidencia cualitativa y cuantitativa.

 

Las mujeres y el acceso a los alimentos

Para mejorar el acceso a los alimentos de las mujeres de la región, es clave una visión amplia de protección social, que incluya el fortalecimiento de los medios de subsistencia y la reducción de la vulnerabilidad.

Para ello, las mujeres deben contar con insumos, acceso preferente a activos de producción y medidas de fomento para sus organizaciones rurales y cooperativas.

El acceso a la tierra, al agua, a semillas nativas y servicios financieros es un aspecto clave para su desarrollo.

Se debe garantizar que las mujeres embarazadas y lactantes con niños menores de dos años tengan acceso a alimentos y agua potable y fomentar que la entrega de las transferencias condicionadas de ingresos –que cubren a millones de personas en la región- las reciban las jefas de hogar.

Además, se requiere incorporar a las trabajadoras agrícolas familiares no remuneradas y por cuenta propia en los sistemas de previsión y seguridad social, con un énfasis particular en las temporeras agrícolas.

 

Bienestar nutricional

Una tendencia preocupante en la región es el aumento de la obesidad femenina. Según el Panorama de la seguridad de la FAO y OPS, en veinte países de la región la prevalencia de obesidad de las mujeres es al menos diez puntos, superior a las de los hombres.

Esto se explica por múltiples factores: la pobreza (que afecta con más fuerza a las mujeres); la falta de acceso a recursos productivos; bajos niveles educacionales; falta de acceso a educación nutricional; falta de tiempo para realizar ejercicio físico; una excesiva carga de trabajo.

Para mejorar el bienestar nutricional de las mujeres de la región, la estrategia también propone asegurar que los programas de alimentación escolar beneficien por igual a niños y las niñas, e utilizarlos para promover el trabajo decente para mujeres rurales.

Un aspecto clave mencionado por la estrategia es la necesidad de incentivar una mayor corresponsabilidad en la promoción de la salud, tanto a nivel familiar (participación de padres, madres y tutores) como del Estado. Para avanzar hacia ello, es fundamental articular las políticas de seguridad alimentaria con aquellas que buscan una distribución equitativa de la carga doméstica.

 

Prevención de desastres

Según la estrategia de género del Plan SAN CELAC, se debe asegurar la incorporación de las mujeres de manera diferenciada en los planes nacionales de prevención de desastres.

Para ellos las organizaciones de mujeres deben formar parte de los comités de emergencia, para que sean consideradas en su papel como productoras de alimentos cuando se establecen programas de recuperación productiva después de una catástrofe.

Esta medida debe estar vinculada con los planes nacionales de manejo de riesgo y prevención de desastres, que reconozcan el rol de las mujeres en la sostenibilidad ambiental y en la adaptación a los efectos del cambio climático.

 

Fuente: http://www.fao.org/americas/noticias/ver/es/c/468251/