La producción hidroagrícola depende de una serie de factores climáticos, fitogenéticos, de manejo de suelo y agua, así como comerciales. En un entorno de cambio climático global, la ciencia, la investigación, la innovación y la transferencia tecnológica serán esenciales para lograr una producción que satisfaga las necesidades nacionales de una población creciente, pero también para que los productores obtengan beneficios de su actividad con un enfoque de sustentabilidad. Estudios realizados por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, con un horizonte al año 2050, analizan dos vías para incrementar la producción hidroagrícola: la expansión del área cultivada  y el incremento de la productividad por unidad de superficie física para contribuir a cubrir las necesidades de 150 millones de habitantes en nuestro país de acuerdo a proyecciones para dicho año.

Algunos datos en contexto

Se estima que para la producción de los productos hidroagrícolas que demanda una persona requieren de un volumen de agua de 4.5 metros cúbicos por habitante por día, lo que implica que con la población mexicana actual se necesitan 200 kilómetros cúbicos por año, y en 2050 se necesitarán 250 kilómetros cúbicos de agua por año, lo que equivale a 44 y 51 por ciento de los recursos hídricos renovables respectivamente.

De acuerdo con la disponibilidad hídrica nacional, el volumen de agua es suficiente para una producción que sostenga la seguridad alimentaria. Sin embargo, su distribución espacial y temporal para satisfacer las etapas de desarrollo de los cultivos con la calidad requerida es diversa en todo el territorio nacional.

De acuerdo con datos oficiales, en la actualidad la agricultura de riego utiliza el 76.6 por ciento del agua que se extrae en el país para irrigar una superficie de 6.9 millones de hectáreas. En las áreas bajo riego, si bien solamente cubren el 25 por ciento de la tierra cultivable, se siembran cultivos cuya comercialización representa casi la mitad de la producción agrícola total. Aunque el riego se ha vuelto más eficiente en los últimos años mediante la aplicación de diversas innovaciones tecnológicas, es previsible que el acceso al agua sea un reto para la agricultura en los próximos años a medida que crecen las necesidades de agua para este y otros sectores como el urbano y el industrial.

Por otro lado, un reto que enfrenta la agricultura es la atención de la presión derivada de la creciente demanda de alimentos, piensos, fibras y recientemente biocombustibles como consecuencia del crecimiento demográfico, los cambios en la dieta y, al surgimiento de la industria de la bioenergía. Para el año 2050, la producción per cápita en México deberá aumentar alrededor de 22 por ciento.

Ante el cambio climático global, la temperatura de la superficie terrestre muestra un aumento de .078 grados centígrados desde el comienzo del siglo XX y diversos escenarios prevén posibles incrementos entre 1.1 y 6.4 grados para el año 2100, así como incremento en la severidad de eventos meteorológicos extremos, como ondas de calor, sequías e inundaciones. En este sentido, se trabaja en el análisis de medidas de adaptación para el sector hidroagrícola, como la migración de los sistemas de riego por gravedad hacia los presurizados en las zonas donde el agua se verá reducida, así como el desarrollo de semillas y plantas más resistentes al estrés hídrico. En contraste, en las zonas donde se prevén incrementos en la precipitación, se deberán de desarrollar sistemas de drenaje más eficientes. Por lo que respecta a la agricultura que depende del temporal,  se estudia la adecuación y sustitución de cultivos de acuerdo a las condiciones climáticas que prevalecerán en el futuro previsible.

Ante este escenario, el Dr. Nahún García Villanueva, Coordinador de Riego y Drenaje del IMTA, señaló en el Seminario para Periodistas “Problemas y retos en torno al agua y la producción de alimentos en México: oportunidades para el desarrollo sustentable del sector hidroagrícola”, que el Instituto trabaja en el desarrollo de alternativas tecnológicas para alcanzar la máxima productividad posible mediante la agricultura protegida, como invernaderos e hidroponía; el desarrollo de sistemas de temporal tecnificado y la transformación de tierras de temporal al riego; así como el desarrollo de sistemas de producción de autoconsumo de bajo costo con el empleo de energía alternativa, entre otros.

El desarrollo, adaptación y transferencia de tecnología para el uso sustentable del agua en la producción agrícola ha sido una de las líneas de trabajo sustantivas del IMTA a lo largo de sus treinta años de existencia.