Cada partícula de la persona tiene una forma de expresarse, elige sus palabras, tiene un lenguaje, entonces: ¿quién es el lenguaje? ¿Cuántas voces están dentro de nosotros, viviendo a la par de la voz superior, dándonos o haciendo nuestra vida también? Somos muchas voces. Que  se funden en la voz universal que es la literatura. Tal vez sea ese el primer descubrimiento y reto del título La invención de un diario, de Tedi López Mills.

Pensamos que  un diario intenta dar una coherencia a lo que ha sido y somos;  estructurar el andén  de la cotidianidad que obligadamente recorremos. Pero cuando aparece el lenguaje, la sintaxis del yo  y del tiempo se deconstruyen, a partir  de la imposibilidad del mismo para reflejar el átomo, el centro.

En la experiencia que no alcanza la palabra, ahí donde el silencio prohíbe  con vehemencia el decir,  ocurre  la desviación irremediable hacia la metáfora, a pesar de que la narradora quiere huir de ella cuando escribe: “habrá que provocar una ausencia de alusiones, el agua será otra vez agua…”.

Hay una especie de mistificación alrededor de las narrativas personales, la apuesta por la parrhesia, el discurso que lo dice todo, el discurso libre que la obra de López Mills parece replantear en ciertos momentos: “¿Qué pienso a solas? Ni aquí podría ponerlo sin alterar el equilibrio de esa entidad que es mi persona a veces”, dice la narradora de este diario, que inventándose a sí misma es varios personajes, Ella, la hija del hijo, la madre del hijo. Cada una en posesión de un fragmento  de la historia. Y es también personas: la que olvida y la que no puede respirar.

Armar con palabras, implica buscar el estilo que debe tener el  discurso de la vida que se vive a diario, pero cuando eso es recurrente comienza a soltarse de las cronologías, despidiéndose de la linealidad, “¿cómo demuestra uno que hubo ayer?”. La memoria no es sino un capricho de la mente, que aparece y desaparece en la narradora, cuando comienzan los episodios, “las lagunas en mi cabeza son charcos amables de lejos, pero cuando me acerco y busco mi cara en la superficie, no hay nada”.

Sobreviene entonces la revelación: “el miedo podría establecer las pautas del estilo”. El sabor de las alucinaciones tiene una estética que le resulta problemática dado su rústico surrealismo.

La polaridad entre la lógica y la intuición es la callada corriente en la que transcurre el diario, representada sobre todo por La amante de Wittgenstein, de David Markson. Explosiva, vivaz se vuelve una interlocutora, o una guía fuera del mundo desde la existencia estética. Esta amalgama aterriza en la lógica del Tractatus de Wittengstein, en las soluciones que no solucionan nada, en la bocacalle de la realidad y del hecho, que no abarcan lo real. Los límites del lenguaje que urgen la aparición un metalenguaje.

La poesía en el diario es un chicotazo, un cable dando coletazos, repartiendo chispas, provocando fuegos, aunque la narradora haya decidido que ya no es poeta, en cada entrada las palabras evocan y se imponen a la renuncia.

Pound, Apollinaire, Jules Renard, Baudelaire, Joyce, Michon, el cuadro va pintándose con sus texturas, conforme la realidad se llena de  violencia en un país que parece resignado a su existencia y contigüidad.

En esa proximidad todos los tiempos, todas las caídas de la civilización representadas en la Historia general de las cosas de la Nueva España de Bernardino de Sahagún, de cuya lectura la narradora va extrayendo ciertos pasajes,  y en la disolución de la civilización de seis de Ezra Pound.

Si Virginia Woolf escribió la vida de una mujer en un día, Tedi López Mills nos atrapa en cuántos somos en un año.

Tedi López Mills (Ciudad de México, 1959) ha publicado once libros de poesía: Cinco estaciones; Un lugar ajeno; Segunda persona (Premio Nacional de Literatura, Efraín Huerta); Glosas; Horas; Luz por aire y agua; Un jardín, cinco noches (y otros poemas); Contracorriente (Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares), Parafrasear; Muerte en la rúa Augusta (Premio Xavier Villaurrutia; Almadía, 2009) y Amigo del perro cojo (Almadía, 2014; Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada, 2015); además de los libros de ensayo: La noche en blanco de MallarméLibro de las explicaciones (Almadía, 2012; Premio de Narrativa Antonin Artaud). Obtuvo la primera beca de poesía de la Fundación Octavio Paz en 1998, fue becaria del Fonca en 1994 y del Fideicomiso para la Cultura México/Estados Unidos en 1996 y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en varias emisiones.

Tedi López Mills, La invención de un diario; Almadía, México, 2016, 315 pp.

Información: ARR

Documentos

Descarga el PDF Kit de prensa

 

Multimedia

Puedes descargar el audio AUDIO