“Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga”.  

Este es el inicio de la novela Los recuerdos del porvenir escrita por la mexicana Elena Garro, edición que el próximo lunes 25 de noviembre cumplirá 50 años, pero que este domingo 14 de julio a las 12:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes recibirá un homenaje adelantado a través de la charla “50 años de Los recuerdos del porvenir”.


Una obra remendada

Los recuerdos del porvenir es la primera novela de Elena Garro (11 de diciembre, 1920- 22 de agosto, 1998) y ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos inglés y francés. Desde su publicación esta novela demostró ser, como lo dijo Octavio Paz, “una de las creaciones más perfectas de la literatura hispanoamericana contemporánea”, a tal grado que el mismo año de su aparición (1963) ganó el Premio Xavier Villaurrutia.  

La historia de cómo Elena Garro construyó esta novela es asombrosa, ya que de acuerdo a una carta que la propia novelista escribió y mandó el 29 de marzo de 1980 a su amigo entrañable y destacado crítico literario Emmanuel Carballo, ella nunca llegó a concebir esta obra y mucho menos a imaginar el impacto que tendría, ya que no pensaba ser escritora. 

“La idea de sentarme a escribir en vez de leer me parecía absurda. Abrir un libro era empezar una aventura inesperada. Yo quería ser bailarina o general. Sin embargo mi padre creía que podía escribir por mi afición a la lectura: en ese caso, decía,  todos en casa deberíamos de ser escritores”.

En esta carta la escritora puntualiza que el origen de esta novela se remonta al año de 1953, siendo una época difícil para ella ya que se encontraba enferma “y después de un estruendoso tratamiento de cortisona escribí Los recuerdos del porvenir como un homenaje a Iguala, a mi infancia y aquellos personajes a los que admiré tanto y a los que tantas jugarretas hice”. 

Elena Garro añadió en esta carta que después de escribir la novela la guardó en un baúl por muchos años, junto con algunos poemas que le escribió a Adolfo Bioy Casares, “el amor loco de mi vida y por el cual casi muero, aunque ahora reconozco que todo fue un mal sueño que duró muchos años”.

Fue entonces hasta 1960 que la hermana de la escritora, Estrellita, recogió ese baúl que se encontraba guardado en el hotel Middletown de Nueva York y en el que Elena Garro, cansada de escribir, había abandonado parte de sus obras, entre éstas Los recuerdos del porvenir.

“Entonces mi hermana me trajo el baúl a Francia. La novela estaba medio quemada. Yo la puse en la estufa y Helenita Paz y mi sobrino Paco la sacaron del fuego. De manera que tuve que remendarla porque a Octavio Paz le encantaba, sobre todo por la escena de la fiesta dada por órdenes del general.

“Le parecía genial y la contaba en todas partes. Fue tal el interés que despertó que Maka Strauss vino a decirme que Carlos Fuentes y Buñuel me la iban a robar. Eso era en 1957. No me interesó. Ya estaba medio quemada y nadie la quería”. 

En entrevista con Conaculta, el escritor, ensayista, crítico literario, editor y periodista Emmanuel Carballo –quien de acuerdo con otra carta de Elena Garro, fechada el 22 de febrero de 1980, fue el único intelectual mexicano que se dignó escribir sobre su novela- narró que fue gracias a Octavio Paz, entonces esposo de Elena Garro, que la  novela llegó a los lectores, ya que Elena no quería saber más de las letras porque siempre peleaba con Paz por lo que escribían, no escribían o simplemente por lo que soñaban.

“Elena ya no estaba muy entusiasmada con las letras y como sabemos quemó sus obras, entre ellas se encontraba Los recuerdos del porvenir y entonces asombrado de la reacción de Elena, Octavio Paz corrió, la sacó de la chimenea e inmediatamente se la llevó a la Editorial Joaquín Mortiz para que fuera publicada.

“Desde entonces fue un punto y aparte en la literatura mexicana y la mejor cultivadora y creadora del realismo mágico en México, ya que nos descubre de forma excelsa la literatura fantástica aplicada a la niñez, a la juventud, al amor, la soledad y la muerte. Lo triste es que con esta obra empezó, culminó y después de ella no hay gente que haga realismo mágico con calidad. Eso la convierte en una obra única en México que llegó, dejó y se fue”. 

Un retrato de la fragilidad del hombre

En Los recuerdos del porvenir Elena Garro recrea la vida de un pueblo del sur de México, Ixtepec, contada por el mismo. A lo largo de sus páginas el pueblo va mostrando la impresionante serie de acontecimientos que lo afligen,  a los personajes que lo habitaron en otro tiempo –bajo un ambiente fantasmal– y su realidad desdibujada, durante uno de los movimientos más complejos y menos comprendidos de México: la ‘revolución’ cristera. 

En entrevista con Conaculta, Patricia Rosas Lopátegui, albacea de la obra de Elena Garro, docente e investigadora en la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, detalló que Los recuerdos del porvenires la epopeya de México, una obra que revela muchas cosas, “principalmente que la realidad política, económica y social del México de ayer no es muy diferente a la de hoy. Pero también que Elena Garro es el único genio que hasta hoy ha sido capaz de decirnos cómo somos y debemos ser en México.

“Lo que ella nos dice en esta obra es que en un país en donde no haya democracia, esté gobernando la tiranía, no haya libertad de expresión, justicia, inclusión de lo indígena, pluralidad y diversidad multicultural, esa nación está condenada a morir, ya que nada puede darse o fructificar, todo fracasa, todos mueren y nada ni nadie se salva, ni siquiera el amor, porque todos estamos condenados a morir de hambre, desesperación y angustia”. 

Por eso es que en la novela se pueden ver párrafos como: [Francisco Rosas se miró la mano sorprendido del dolor que le produjo el golpe. ¿Por qué había de matar siempre a lo que amaba? Su vida era un engaño permanente; estaba condenado a vagar solo, dejado a su suerte…Aquí la ilusión se paga con la vida.] 

[Los Moncada le enseñaron el mundo de la compañía y cuando entraba en él, confiado, se lo arrebataban para dejarlo otra vez solo, entregado a la nada de sus días. Nunca más perdonaré a nadie, se dijo dolido. Desde entonces él era también un fusilado de la suerte. ]  

Para la investigadora se trata de una lectura desmitificadora de lo que fue la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, una novela que va totalmente en contra de la historia oficial, “que crítica ásperamente la traición a la Revolución Mexicana, a Carranza que se autonombra presidente de México, a Álvaro Obregón y a Plutarco Elías Calles. Pero que también va en contra de la Iglesia Católica”. 

“Es una obra muy experimentadora que reúne todos los requisitos de la novela del boom Latinoamericano y se publica en 1963, precisamente cuando este movimiento arranca. Es una obra como dijo Emmanuel Carballo, tan actual como el periódico del día.

“La cual destaca por el manejo del tiempo; por un lado el de la cultura occidental, moderno y por el otro incorpora la cosmovisión, el manejo del tiempo prehispánico, mítico, finito. Esa dualidad del tiempo es lo que la hace una novela innovadora, porque nadie antes había hecho eso”.

Para Emmanuel Carballo Los recuerdos del porvenir es la novela creadora del realismo mágico en nuestro país, cuya principal aportación “fue que gracias a ella surge la literatura  femenina verdaderamente amada. Es un texto que llegó y cambio la literatura mexicana desde el punto de vista femenino. 

“Si bien es cierto que había escritoras destacadas; poetas como Rosario Castellanos y dramaturgas como Luisa Josefina Hernández, pero es gracias a ella que las novelas empiezan a ser tan buenas y a veces mucho mejor que las escritas por los hombres”. 

El también poeta y narrador agregó que se trata de una novela viva en sus 360 grados, a la que no le falta ni sobra nada por eso es una obra que nadie corrigió ni apoyó, una novela que sale directamente de la pluma de Elena Garro con virtudes y defectos, la cual refleja su sensibilidad y talento. 

“Es una novela novedosa poéticamente y prosísticamente hablando, en cuanto a creación de personajes, el estilo y la estructura, esto se nota en la primera parte en donde Elena presenta a niños haciendo diabluras y con una enorme capacidad de destrucción y diversión, que si vemos bien son Elena, sus hermanos, sus primos y el tío que los ayuda. Estos niños de Elena son los tres personajes con más vida y dimensión de la literatura femenina y mexicana de esos años”. 

Esto se observa en párrafos como: [Cuando llegaban las fiestas, Dorotea y doña Matilde se encargaban de vestir las imágenes.  – ¿Queremos ver a la Virgen desnuda! –gritaban Isabel y sus hermanos al entrar a la iglesia corriendo y por sorpresa. Las mujeres cubrían con rapidez las imágenes. – ¡Por Dios, niños, estas cosas no las deben ver sus ojos!].  

Para Emmanuel Carballo se trata de la obra cumbre de Elena Garro a través de la cual habló del amor y mostró sus facetas, que eran muy poco tratadas en esa época. Un texto en donde pone al descubierto las relaciones interpersonales entre hombres y mujeres.

“Relaciones en donde ya no es la mujer la que va a ser dominada y sojuzgada, que se acostará con el hombre y hará la comida, sino que son mujeres absolutamente de 360 grados que están a la altura de los hombres y que se aprovechan de ellos. Quizá por eso los editores de su época que son hombres no la publicaron porque va contra su género”. 

En entrevista también con Conaculta, Alicia Eugenia Revueltas, doctora en Letras Hispánicas por la UNAM, traductora, profesora y académica especializada en la novela mexicana contemporánea, consideró que Los recuerdos del porvenir es una obra fundamental dentro de la novela mexicana contemporánea.

“No sólo porque fue escrita por una mujer, sino porque marca un quiebre entre los escritos hechos por mujeres en la época, además de destacar por sus estrategias narrativas notables desde el título, una idea que pareciera un sinsentido, porque ¿cómo tener recuerdos de algo que todavía no está?” 

En este sentido, destacó, su aportación a las letras mexicanas es que mostró que las mujeres pueden escribir cosas profundas “sin decir piecitos de niños temblorosos, sino que estamos frente a una creadora que escribe desde su género no de forma cursi, sino desde su capacidad metafórica y poética para crear una nueva realidad que transforma el mundo, la cual refleja su  cultura innata de saber decir las cosas de forma poética”.

La traductora agregó que si bien es notable que el tema del libro sea la época de la ‘revolución’ cristera, también es transcendental que habla de las pasiones de los seres humanos, “las cuales transitan en las almas de sus personajes. Destaca la vena de la locura que habita a la familia protagonista de la novela, los Moncada, que también es notable en la familia de Elena Garro”. 

Para la académica se trata de un texto muy complejo que invita la reflexión desde la creación de un espacio narrativo que es escenográfico, fotográfico y realista; desde su juego narrativo y temporal, y desde su capacidad de transformar la realidad para crear una realidad imaginada.

“Pero también por los objetos y colores que van amueblando el espacio y porque vemos elementos autobiográficos con los que Elena Garro construye sus universos literarios. Es una obra que transforma el mundo real a través de metáforas que son memorias y recuerdos que se van a transformar e ir marcando el futuro de los personajes que toman vida en sus páginas”. 

Esto se observa en: [Isabel podía convertirse en un estrella fugaz, huir y caer en el espacio sin dejar huellas visibles de ella misma, en este mundo donde sólo la grosería de los objetos toma forma…La voluntad de separarse del todo es el infierno…]     

En breve entrevista con Conaculta la escritora Amparo Dávila destacó que Los recuerdos del porvenir “es mi obra favorita de Elena Garro,  un libro bastante bien logrado, muy interesante y rico que muestra la maestría que Elena tenía para escribir. En él se abordan cosas muy interesantes como el amor, cosas resultado de su imaginación bastante grande, un lenguaje muy depurado y magnífico que nos hacen tenerla presente siempre”. 

Para el periodista y escritor Carlos Landeros, Los recuerdos del porvenir es una obra significativa e importante para la literatura mexicana y latinoamericana, cuya huella y vigencia es notable hoy día y después de que ya han pasado 50 años de su publicación “por su prosa, poesía, contenido y el impresionante  reflejo de la realidad de nuestras pasiones y sentimientos, con los que Elena juega, por eso es una obra profunda y no una hojarasca que se lleva el viento al olvido. 

“Es una historia de amor que termina en una tragedia espantosa y con la desaparición de las familias que habitan el libro. Por eso es una novela casi podríamos decir, de suspenso, que es muy bien reflejado en una escena que remite a los preparativos de una fiesta, que es la acción clave de la historia, la cual termina en una tragedia, con la matanza y la desaparición de todas las familias y del pueblo mismo”.

Narra Elena en su novela: [Las primeras sombras nos encontraron en grupos inertes y sucios. A nadie le importaba ya la suerte de nadie. El pueblo seguía muerto. Vagamente habíamos escuchado el ruido de las guardias de soldados que se relevaban de tiempo en tiempo. Doña Carmen se asomó al balcón para ver el final de aquel día muerto dentro de aquel pueblo muerto. ]

Para la narradora Ana García se trata de una novela mágica y dolorosa, “una obra en la que el dolor se envuelve en un ámbito mágico y fantástico que no lo salva, sino que lo proyecta más. Lo que más me gusta es que tiene un lenguaje deslumbrante y que la prosa de Elena Garro fluye con altura poética y profundidad,  y no como una prosa cursi.

“Esta novela fue la primera del realismo mágico y siento que el género se desvirtuó y cayó porque ya nadie ha sido capaz de hacer un intento de escribir poesía que dice algo, que sea inquieta, mueva y haga pensar como la de Elena Garro. Creo que ahora no se escriben con ese estilo obras buenas y que lo que se ha hecho últimamente se ve como una especie de poesía barata”. 

Añadió que la aportación de esta novela a la literatura mexicana es que a pesar de haber sido publicada hace 50 años, refleja cosas y temas actuales, entre los que destacan; el amor, el mecanismo del poder y la fascinación, “que son vigentes porque desde entonces no han sido resueltas, por ejemplo, que el estado mexicano no es del todo laico.

“Los mecanismos que se reflejan son los mismos antes y ahora, y muchas veces suceden a tal grado que las personas de hoy nos comportamos como la gente de ese pueblo, por ejemplo, viendo a los generales con sus queridas”. 

Mientras que para el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida, Los recuerdos del porvenir es una obra extraña en la producción literaria mexicana de aquella época, “una especie de culminación de la novela de la Revolución Mexicana, porque la novela tiene que ver con la situación social de México y sus problemas políticos. 

“Al mismo tiempo es una novela llena de imaginación y el mismo título lo dice, ¿quién va a tener recuerdos de lo que aún no es, no existe, del porvenir?, desde el título mismo esta obra es  una audacia. 

El poeta, periodista y académico agregó que la aportación de esta novela es una obra asombrosa por su lenguaje poético y manera de narrar novedosa y completa, elementos que no se usaban en las novelas de la Revolución de la época. 

“Una gran cantidad de novelas y relatos estaban centrados en la vida del campo o en la lucha revolucionaria. Esta es una de las dos novelas que sin romper el tema irrumpen desde el punto de vista del lenguaje y estructura con lo que se hacía en ese momento; Pedro Páramo de Juan Rulfo y Los recuerdos del porvenir de Elena Garro.

“Además es una obra que destacó por su la calidad y la fuerza de los personajes, que cambió la visión que México tenía de sí mismo, esto porque nuestro país en ese momento parecía `cerrado en sí mismo´. Octavio Paz dijo que la Revolución, que fue una súbita inversión de México en sí mismo y por eso se habló después de manera crítica de México como una cortina de nopal, la cual, de cierta manera fue rota con estas dos novelas”. 

Y para el escritor y periodista Alejandro Toledo, Los recuerdos del porvenir “es un título hermoso para una novela que lleva la voz narrativa para tejer un caleidoscopio de historias de los años veinte (el callismo, la guerra cristera) que se concentra en dos personajes femeninos de gran energía, Julia Andrade e Isabel Moncada, ambas obligadas a servir, en dos momentos distintos, como queridas del general Francisco Rosas, y ambas con un destino trágico. Una ‘Novela anómala’, la llama Emmanuel Carballo, ‘tan extraña como cautivante’”. 

Narra Elena Garro en su libro: [Desde que asesinamos a Madero no tenemos sino una larga noche que expiar. Sus amigos lo miraron con rencor. ¿Acaso Madero no había sido un traidor a su clase? Su muerte no sólo era justa sino necesaria. Él era el culpable de la anarquía que había caído sobre el país.] 

[Los años de guerra civil que siguieron a su muerte habían sido atroces para los mestizos que sufrieron a las hordas de indios peleando por unos derechos y unas tierras que no les pertenecían.]


Personajes de la memoria atareados en el olvido  

La primera reseña de Los recuerdos del porvenir fue realiza por el crítico literario Emmanuel Carballo. En su libro Protagonistas de la literatura mexicana, editado en su primera edición en Lecturas Mexicanas en 1986, el escritor expone a detalle su amistad entrañable con la escritora y la crítica que realizó a esta novela. 

“La historia del libro cuenta la vida de un pueblo al sur, Ixtepec. Dividida en dos partes, una y otra se subdividen a su vez en dos momentos: el de la desdicha y el del milagro, o dicho de otra manera, el de la rutina y el de la ilusión.

“En una y otra partes, una y otra se subdividen a su vez en otras partes, el amor, que todo lo puede, opera en los personajes un cambio fundamental: de seres comunes y corrientes se convierten en criaturas maravillosas, de excepción, que lo mismo encuentran la felicidad que el aniquilamiento. La felicidad es un camino que conduce fatalmente al exterminio. 

“Ordenado el mundo por la desdicha y el milagro, las relaciones sociales, la economía, la política y la religión son el contexto de personajes privilegiados a quienes el amor les da la ilusión, es decir, la vida. Personajes que dejan atrás el pasado y se desentienden del futuro, viven en un presente infinito y en ocasiones perfecto, que luchan contra la muerte, simbolizada por la rutina y que aspiran solamente a ser felices”.  

Don Martín, Isabel, Juan y Nicolás Moncada; el general Francisco Rosas; el coronel Justo Corona; Justino Montúfar; Tomás Segovia; Julia Andrade; doña Matilde; Elvira y Conchita Montúfar; Pepe Ocampo; el extranjero Felipe Hurtado; Juan Cariño; el doctor Arrieta; Antonia, Luisa, Rosa y Rafaela queridas de los militares; las “cuscas” y los criados Dorotea, Félix, Rutilio y Blandina, son algunos de los personajes que integran esta novela.   

De acuerdo a Emmanuel Carballo se tratan de personas ricas y pobres, de gente decente y seres de la vida airada, viejos y jóvenes, civiles y militares, eclesiásticos, campesinos y artesanos, cuerdos y locos, viudas, solteronas, casadas y arrejuntadas, fanáticos e incrédulos, revolucionarios, ociosos y diligentes. 

Sin embargo –detalla Carballo en su libro– y en sentido estricto, cinco son realmente los verdaderos personajes: Julia (la heroína de la primera parte) e Isabel (la protagonista de la segunda); el general Francisco Rosas, Nicolás (el hermano de Isabel) y Felipe Hurtado. 

“Julia e Isabel son las dos caras de la misma moneda: para aquella el amor es dicha: para ésta, infortunio. El general Rosas y Nicolás sienten el amor, pero no realizan plenamente sus apetitos: aman a quien no los ama. 

“Felipe, el ‘mensajero de la ilusión, el ‘no contaminado por la desdicha’, es reo de una maldición: la de vivir el amor compartido y no sabe de dónde viene ni a dónde va. Quizá el personaje más interesante, por complejo, sea Francisco Rosas, ese hombre-sombra que ‘perseguía la sonrisa de un pasado que era la única realidad que le quedaba’”. 

De acuerdo a Patricia Rosas Lopátegui a través de Isabel Moncada, Elena Garro hace una crítica a la falta de oportunidades para la mujer. “En ella hay una lectura feminista, porque es la chica, la mujer que no quiere casarse, que quiere tener otras alternativas de vida, pero en el contexto de la tiranía, de la opresión, es la mujer que elige lo prohibido, se enamora del tirano y es lo que la condena, porque no hay alternativas.

“Es la personificación de la mujer que hoy día no tiene alternativas para estudiar, hacerse un proyecto de vida, ser una pintora, escritora, periodista o doctora. Un personaje femenino que se revela en contra del rol tradicional”. 

El general Francisco Rosas -personaje favorito de Elena Garro- representa el hombre que tiene un ideal por hacer algo bueno por un pueblo, pero que con la traición y corrupción se corrompe, no tiene destino y cae en un abismo. 

“Es un personaje maravilloso que a primera lectura vemos como el tirano, el opresor, pero en verdad es un hombre angustiado, que ha caído en desgracia porque por el ideal por el que peleaba se perdió. Es un hombre que al final se va del pueblo y nunca más se sabe a dónde se va, dónde se pierde, es decir, muestra como los ideales buenos desaparecen por los corruptos”. 

Felipe Hurtado retrata un tema que a Elena Garro le interesaba recuperar en la literatura mexicana: la magia. Este es un personaje “que representa lo extranjero, lo que viene de fuera, que no está contaminado por la tiranía, por el mundo putrefacto. Representa el mundo de la creación, de la imaginación, el único mundo que nos puede salvar, decía Elena Garro”

Julia Andrade simboliza la belleza del arte, del ser humano y del amor verdadero. Es la mujer más bella del pueblo, un personaje que está secuestrado, atrapado, confinado, “que es maltratado y golpeado porque Francisco Rosas no logra hacer que lo ame y a fuerzas quiere que lo haga, por eso es un personaje que ofrece una lectura del machismo. 

“Metafóricamente Felipe Hurtado y Julia son Romeo y Julieta, remiten a una historia de amor, del amor verdadero y que no se puede secuestrar, pero que antes de separarse, prefiere morir”.  

Para Carlos Landeros, el personaje más destacado es el general Francisco Rosas, por ser un personaje fuerte; para Alicia Eugenia Revueltas son Isabel y el general por su relación tan compleja de odio-amor y para Ana García es Isabel, por ser un personaje sorpresivo y deseante, “que cruza el límite prohibido en aras de sus deseos más ocultos y retorcidos”.

Un libro indispensable

Para Emmanuel Carballo este es un libro que debe de tenerse y leerse por más de 50 años porque permite al lector viajar por un mundo mágico, “ya que pierde su mundo razonable y se instala (lo instalan) en un mundo en el que todo es posible por obra y gracia de la imaginación.

Para Patricia Rosas Lopátegui se trata de una novela “tan actual que tú la lees ahorita y lo comparas con lo que pasa y ves que nada ha cambiado desde hace 50 años. Es una obra vigente porque muestra que no hay destino y que estamos condenados a repetirnos si no hay cambios fundamentales, ya que estamos anclados en el mismo sistema político y tenemos la misma manera de ser. 

“Los recuerdos del porvenir es un retrato de México, de lo que somos y también una sacudida, porque nos enfrenta a nuestra realidad que estamos viviendo, por eso es una novela que todos los mexicanos deberíamos de cargar en la mochila, leer y releer siempre si queremos cambiar los recuerdos de nuestro porvenir”.

Información: LCL

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