Salvador Flores Rivera, conocido como Chava Flores (Ciudad de México, 14 de enero, 1920 – íbid., 5 de agosto 1987) es un compositor crucial para comprender un momento de gran relevancia en la sociedad mexicana, pues en sus canciones retrató los primeros gestos del desarrollo urbano del Distrito Federal. Este 5 de agosto se cumple su 26 aniversario luctuoso.

Nació en la Merced, en la calle de La Soledad, aunque sus biógrafos señalan que creció en Tacuba, la colonia Roma y Santa María la Rivera. En la Unidad Cuitláhuac vivió hasta 1986, año en que se mudó a Morelia, Michoacán. Pero antes, en 1933, falleció su padre por lo que tuvo que trabajar desde muy joven. Tuvo infinidad de empleos: fue costurero, encargado de almacén, cobrador, vendedor ambulante, administrador de una ferretería, propietario de una camisería y una salchichonería, así como impresor. 

Para Agustín Sánchez, investigador e historiador, la presencia de Chava Flores en el contexto del desarrollo de la cultura popular lo ubica como un cronista con varios rostros, “pues en su caso este término se aplica de manera muy eficaz, como lo señaló en su momento Carlos Monsiváis, quien lo pone junto con Gabriel Vargas, como uno de los grandes narradores de la vida del país.

“Con su música se convirtió en un juglar moderno que hablaba de la vida en una ciudad achaparrada, de quinto patio cuando todavía no había condominios de quinto piso. En ese contexto el compositor retrató de una manera magnífica el acontecer ciudadano, pero también ejerció la crítica política en un momento muy complejo, de mucha represión, pero lo realizó con una elegancia enorme”.

Agustín Sánchez se refiere a la manera en que con sus canciones criticaron a uno de los personajes más autoritarios que ha habido en la capital del país, como lo fue el regente Ernesto Uruchurtu Peralta, quien estuvo en el cargo entre los años de 1952 y 1966. Temas como Las gladiolas, hacen escarnio de las políticas aplicadas durante su mandato.

“Me parece que este es un aspecto de su vida que poco se ha valorado. La parte como cronista es la más difundida, pero la parte crítica de sus temas casi no se ha estudiado, a pesar de que nos regaló temas como La vecindad de la Lupe, en la que es evidente la postura que asume frente al gobierno del mencionado gobernante. En otro sentido, está también el manejo tan maravilloso que hizo del albur, en este caso con canciones como La tienda de mi pueblo.

“Así que es muy interesante comentar esta parte de sus composiciones, pues Chava Flores fue un crítico políticamente incorrecto que defendió a la ciudad de México la cual le perteneció, y ante las arbitrariedades de las glorietas y de las gladiolas que sembró Ernesto Uruchurtu Peralta por todos lados, él compuso canciones críticas muy fuertes, y desde luego incluyó a los granaderos de 1968, por lo que las antologías musicales dedicadas a esa época no pueden estar completas sin sus canciones”.

Por los trabajos que realizó en su juventud, Chava Flores tuvo la oportunidad de conocer todos los aspectos de la misma, entrar en contacto con sus habitantes y acumular la experiencia necesaria para luego desarrollar su labor como compositor. Los barrios, calles y colonias de la ciudad de México son sus personajes centrales, con las cuales creó hermosas imágenes de la vida cotidiana del pueblo.

El tema que le dio popularidad al inicio de su carrera fue Dos horas de balazos. A esta canción siguió La tertulia, ambas grabadas por la compañía RCA Victor en 1952. A la par de este proceso, comenzó a presentarse en carpas y cabarets de la ciudad, lo cual favoreció su fama en el resto del país, en América Latina y en Estados Unidos. 

Para 1976 ya había grabado siete discos de larga duración, y era dueño de la disquera Ageleste. Apareció en siete películas, entre ellas Mi influyente mujer, La esquina de mi barrio, Rebeldes sin causa, Bajo el cielo de México, El correo del norte, La máscara de la muerte y ¿A Qué Le Tiras Cuando Sueñas Mexicano?, en la cual actuó al lado de Luis de Alba. Sus canciones aparecían cantadas en otras películas, en voz de actores como Germán Valdés y Pedro Infante (por ejemplo El gato viudo y La tertulia, respectivamente).

Agustín Sánchez refirió que “Chava Flores es un personaje múltiple que como muchos otros grandes de nuestro país aún está por descubrirse y estudiarse, realmente creo que no se ha hecho lo suficiente en ese sentido, no hay un recuento de su obra que vaya más a allá de la forma mítica con que en ocasiones se presenta a este tipo de creadores. En su caso hace falta un estudio muy serio y objetivo para mostrarlo en su grandeza.

“Junto con Gabriel Vargas, con Carlos Monsiváis o Salvador Novo, él es uno de los artistas que conceptualizaron la forma de ser de los habitantes de este país y específicamente la ciudad de México. Es justo decir que su hija ha hecho una gran labor de recopilación de su obra musical, pero faltan otros aspectos por conocer, como su relación con el cine, ámbito en el que tuvo un fuerte vínculo con Pedro Infante y en la música de algunas de sus películas. Así que hablar de Chava Flores es entrar en un universo enorme porque incursionó en el radio, los discos, los tríos, la crítica política”.

Un momento relevante en su vida como compositor, es cuando toma la decisión junto con los amigos de la imprenta en la que trabajaba, de realizar el Álbum de Oro de la Canción, sobre el cual Chava Flores comentó en alguna ocasión: “Mi amor por las canciones de México y sus compositores fluyó a mi mente. Me sabía miles de ellas aunque no conociera personalmente a ningún autor, y de mi mente desesperada por el infortunio surgió el álbum de oro de la canción. Una revista quincenal que desahogara mis ansias guardadas por ese hermoso arte que tanto amé y que nunca fue mío”.

Este es uno de los esfuerzos más importantes de promoción de la música popular, a pesar de que tuvo un periodo corto de vida, debido principalmente a que la imprenta decidió dejar de lado el proyecto, y el precio del papel se elevó a tal grado que el proyecto se volvió incosteable.

Pero en 1949 comenzó a editar una colección de cuadernos de 32 páginas con el mismo sentido y contenido. El precio de cada ejemplar fue de sesenta y cinco centavos, y en ellos aparecían las canciones más gustadas de todos los tiempos. La publicación duró cuatro años y al lado del Cancionero Picot, ha sido lo más esmerado de la música popular.

Mientras que su legado se ha prologado a través de los años, aunque uno de sus puntos más alto son los años 70, cuando abundaron los grupos en las peñas que interpretaron sus canciones, e incluso cantantes como Amparo Ochoa y Oscar Chávez, entre muchos a quienes se les acredita el desarrollo de la nueva canción mexicana, tomaron como punto central las canciones de Chava Flores. 

“Otro aspecto que me parece necesario destacar es su relación con Gabriel Vargas, pues ambos fueron amigos e incluso decían que andaban cachetando la misma banqueta, porque los dos hablaron del mismo universo. Es muy curioso cómo ambos se complementan, uno con la Familia Burrón y el otro con sus canciones. Lamentablemente no hay nadie que haya continuado con una labor como cronista y crítico de las autoridades de la ciudad de México como él. También es necesario reconocer que tenemos una crisis cultural muy compleja porque no hay grandes creadores para los jóvenes”.  

Información: JRA

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