Los códices eran herramientas que los antiguos pueblos mesoamericanos utilizaban para preservar y transmitir sus conocimientos, tradiciones y saberes.

Eran documentos constituidos por imágenes que conformaban un sistema de comunicación radicalmente diferente al que utilizamos en el presente; pues se sustentaba en la oralidad, la memoria y códigos que solamente podían ser interpretados por quienes poseían esa capacidad.

Para su elaboración se implementaba piel de venado o papel amate y eran montados a manera de biombo para su lectura.

Tras la irrupción de los españoles en el territorio, los códices llamaron la atención de los conquistadores, autoridades eclesiásticas y autoridades civiles; por lo que en esa época se realizaron múltiples copias de códices ancestrales para comunicar al imperio español sobre diversos aspectos de las culturas indígenas. Lamentablemente muchas piezas originales se extraviaron o fueron destruidas.

Una de estas reproducciones es el Códice de Mendoza o Códice Mendocino, que recibe su nombre de Antonio de Mendoza, primer virrey de México que mandó a hacer este documento con la finalidad de que el rey Carlos V conociera a través de este tipo de elaboraciones la historia y organización social de los mexicas.

La copia se realizó en 1542 con la ayuda de los tlamatinime (sabios indígenas), quienes hicieron una explicación del contenido, la cual fue traducida y trascrita al español en hojas previas y sucesoras a laminas con los pictogramas, o incluso sobre ellas.

El códice está conformado por 71 páginas divididas en tres secciones, a través de las cuales se presenta una lista con los tlatoanis mexicas, se hace un registro de los pueblos sometidos y se incluye una narración sobre la vida cotidiana de los mexicas.

La primera sección inicia con la historia de la fundación de México-Tenochtitlan y la leyenda del águila posada en un tunal como un signo divino mandado por el dios Huitzilopochtli para establecer su asentamiento; entre otros personajes aparece Tenoch, un sacerdote que se muestra sentado sobre un petate mientras aprecia el portento.

En esta sección se marca el período en el que estuvo cada uno de los tlatoanis en el poder desde la fundación de México-Tenochtitlan y hasta la caída de Moctezuma Xocoyotzin; asimismo, se enlistan los pueblos que conquistó el imperio mexica.

En la segunda sección se presenta la extensión del poderío mexica, los pueblos conquistados y los tributos que éstos les hacían, como maíz, frijoles, armas, águilas, plumas de quetzal, oro, entre otras cosas.

Finalmente, la última sección incluye rasgos más específicos como la organización social y las costumbres. Se describe la educación en colegios y la instrucción en el Ejército; se desglosan los tipos de guerreros, sus armas y se alude a sus triunfos; se presentan diversos oficios, fiestas, ceremonias, juegos y tradiciones; incluso hay laminas que muestran el interior del palacio de Moctezuma. Asimismo, se expone su sistema de justicia enlistando grandes delitos y la manera de castigarlos.

A diferencia de otros códices, este no fue hecho sobre piel de venado sino en papel español y no se montó a manera de biombo, sino que fue encuadernado para que el rey de España pudiera comprenderlo. Estas son algunas oposiciones entre sistemas de pensamiento que se concentran en este códice; sin embargo, es uno los documentos más importantes para comprender la historia de México antes de la conquista.

Este documento, que es considerado por diversos estudiosos como uno de los más completos códices mesoamericanos, actualmente se encuentra en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, en Reino Unido, recinto que lo alberga desde 1659. Asimismo, en 2015 el Instituto Nacional de Antropología e Historia lanzó, como una forma de repatriación virtual, una plataforma en la que el códice se puede consultar íntegramente de manera digital.

 

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