Hace 19 millones de años, la población de berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis) era tan extensa que estos mamíferos podían verse en paisajes abiertos desde lo que hoy conocemos como Canadá hasta el territorio que forma el estado de Puebla, en México.

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Es el animal de pezuña más veloz del mundo, llega a pesar entre 55 y 70 kilos y puede correr a una velocidad de 95 kilómetros por hora durante varios minutos.  

A diferencia del chita, que puede correr 13 segundos a su máxima velocidad que son 113 kilómetros por hora, el berrendo corre a 95 kilómetros durante varios minutos.

También posee una vista muy aguda, es capaz de distinguir objetos a 2 kilómetros de distancia.

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En el proceso evolutivo, adaptó su cuerpo a temperaturas extremas, cuenta con una capa subcutánea de músculos que le permite mover su pelaje y con ello liberar o mantener calor. Visto desde un microscopio su pelo es hueco, lo que le ayuda en la termorregulación.

Los de su especie han encontrado formas de hidratarse, lo hacen metabolizando el agua que obtienen de su alimento o lamen la humedad de la vegetación por la mañana y en la madrugada.

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Durante años  fue presa de depredadores como las aves elefante, el chita americano, los leopardos, los lobos de pradera o los tigres dientes de sable pero ninguno de esos animales lo puso en peligro como el ser humano, que el siglo pasado provocó que en la península de Baja California casi desapareciera.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) en 1993 se observaron solo 93 ejemplares en la península.

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Esa situación dio pie a la creación del Programa de Recuperación del Berrendo Peninsular, iniciativa que comenzó en 1997 como un esfuerzo conjunto entre CONANP y la asociación Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable (ENDESU), organización civil que se ha encargado de gestionar recursos con los tres niveles de gobierno, iniciativa privada y otros sectores de la sociedad.

En 2010 la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) se sumó a los esfuerzos con la asignación de 40 millones de pesos a 10 ejidos en la península de Baja California,  mediante el programa Pago por Servicios Ambientales (PSA), con el que se compromete a los ejidatarios a conservar el hábitat del berrendo.

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En nuestro país se reconocen tres subespecies: el Berrendo mexicano (Antilocapra americana mexicana), el Berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis) y el Berrendo sonorense (Antilocapra americana sonorensis).

La población de las tres subespecies en todo el país se calcula en mil 582 ejemplares.

De acuerdo con el responsable del Programa de Recuperación del Berrendo Peninsular que opera la CONANP, Víctor Sánchez Sotomayor, el censo realizado a principios de este año reveló que en la península de Baja California, la población del berrendo peninsular incrementó 32 por ciento; existen 480 berrendos, 155 más que en 2010.

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Actualmente sigue recorriendo las llanuras mexicanas en áreas que han sido delimitadas para su cuidado y en vida silvestre.

Conoce más detalles en el siguiente enlace: https://www.gob.mx/conafor/prensa/apoya-conafor-preservacion-del-berrendo-peninsular