Aunque asistió a clases de música y pocas veces toca el chelo, es capaz de construir un instrumento musical con la más alta calidad. Su secreto: sabe cómo suena la madera.

Héctor Escobedo Linares fabrica y repara instrumentos de cuerdas desde que iba en la secundaria.  

Es laudero por el oficio que aprendió de su familia. Lo perfeccionó cuando estudió la licenciatura en la Escuela de Laudería de Querétaro.

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Laudero es una palabra que deriva del francés lutherie, que proviene del árabe laud y significa madera. Es un oficio que enseñaron los frailes evangelizadores 400 años atrás.

Para la fabricación de los instrumentos se requiere saber de física, mecánica, secado, acústica y anatomía de la madera, también cómo hacer un corte y las posiciones para lograr un mejor movimiento y vibraciones.

"En la tapa uso madera de pino que se considera suave para que le dé mayor vibración y amplificación pero al fondo le pongo una madera dura como la caobilla para que el sonido rebote y sea mucho más fuerte. Para las costillas y los acabados uso madera de granadillo porque su textura es agradable a la vista y lo barnizo con resinas de diferentes árboles", explica Héctor Escobedo.

Menciona que cuida mucho el barniz ya que si queda grueso aplasta el sonido y se echa a perder todo el trabajo. 

Como lo hace un buen sastre, ajusta el instrumento a su cliente para que le quede cómodo y lo sienta como una extensión de su cuerpo.

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Héctor explica que el precio de un instrumento hecho con maderas preciosas oscila entre los 25 y 30 mil pesos, son pocos clientes los que pagan esa cantidad.

Él realiza trabajos que van desde tres mil pesos, eso no significa que se deba sacrificar la calidad, por lo que sigue experimentando con maderas más económicas que logren un efecto de sonido parecido.

La madera que utiliza proviene del cedro blanco, pinabete, chaca, aile, pino, cedro y granadillo. 

Menciona que algunas personas han adquirido con él su primer instrumento, la satisfacción más grande es el agradecimiento del cliente.

Héctor tiene su taller en Paracho, Michoacán, un pueblo mágico enclavado en la Méseta Purépecha considerado la capital de la guitarra, y aunque la mayoría de artesanos en Paracho fabrica ese instrumento, Héctor se especializa en violas, violines y chelos.

Ganó el primer lugar en el concurso de artesanías de Michoacán 2017, en la rama instrumentos de cuerda. Es tesorero y representante del grupo de lauderos de la Cadena Productiva Ukata Uri "Manos que trabajan", apoyada por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) desde 2011.

La comunidad de artesanos de Paracho mantienen su herencia artesanal de más de 400 años de instrumentos musicales de cuerdas. Este es el pueblo con más personas dedicadas a la laudería en el mundo, aproximadamente mil 200, además cuenta con más de 400 talleres y 15 fábricas. A la fecha han creado 120 modelos de instrumentos musicales.