Es tan grande la importancia de las monedas para cada país que existen rigurosas normas para diseñarlas, producirlas y regular su circulación. Además de sus funciones económicas, cada moneda es un símbolo de identidad nacional que se expresa fundamentalmente en las imágenes que en ella aparecen. Seguir, a lo largo del tiempo, la evolución de las monedas de un país es descubrir las historias de ambos, y de eso se trata la numismática.

En México, las leyes que rigen a la moneda metálica, definen la participación del Congreso y la emisión de decretos en los que se especifican sus características. Siendo documentos oficiales, nuestras monedas ostentan en el anverso el Escudo Nacional y la leyenda “Estados Unidos Mexicanos”, y en el reverso la denominación de su valor, el año de su acuñación, el símbolo de la Casa de Moneda de México y, en general, imágenes que representan los más importantes valores, personajes o episodios históricos que nos unen.

Una confusión frecuente cuando empezamos en esto de la numismática es la que nos producen las medallas, que usualmente identificamos con la religión y una cadenita aunque no es esto lo que las define. Se trata de piezas que se producen igual que las monedas pero que no cumplen las funciones básicas que señalamos antes. Por ello, las medallas no pueden llevar el Escudo Nacional ni utilizar las denominaciones de pesos o centavos. Sí son, en cambio, símbolos de unión entre quienes las comparten, ya sea para recordar alguna fecha, evento o personaje, por lo que cualquiera puede hacerlas acuñar eligiendo libremente las imágenes que en ellas aparecerán, lo que permite que a veces sus diseños sean más audaces o vanguardistas que los que vemos en las monedas, donde la idea es que todos nos veamos representados.

(Tomado de Vamos a coleccionar monedas, No. 7 de los Cuadernos del Museo Numismático Nacional, de próxima aparición).