Algo que definió el modelo de desarrollo estabilizador que instrumentó el entonces secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena fue el fortalecimiento de la moneda nacional, lo que garantizó el valor del peso mexicano ante la devaluación. Asimismo, con la implementación de tal proyecto se llevaron a cabo notables reformas al sistema fiscal para el manejo cauteloso de los recursos, quedando incluido por primera vez las estimaciones de gastos e ingresos de los principales organismos descentralizados y empresas del Estado.   

Sobre las inversiones de aquellos años se puede mencionar que la inversión pública federal se concentró en el fomento de la industria, seguido por el tema de las comunicaciones y transportes, dejando hasta el final el fomento agropecuario. Con respecto al asunto de la inversión privada, México se mostró más complaciente al capital extranjero buscando una relación económica más estrecha con los Estados Unidos, pues tal como mencionó Ortiz Mena en sus memorias: durante el periodo de desarrollo estabilizador se buscó la inversión de la iniciativa privada dando pie a una política de bienvenida de capital extranjero con algunos beneficios como la reducción de impuesto a la importación, asegurando que el capital nacional gozaba de los mismos beneficios[1].

Un tema que causó problemas durante el desarrollo estabilizador fue la situación de las inversiones en el campo, las cuales no tenían el mismo interés que la industria relacionada a las mercancías con alta demanda en el mercado mundial, razón por la cual el país no pudo consolidar una infraestructura interna, así como una producción equitativa entre zonas, quedando algunas relegadas del crecimiento económico. 

Como resultado de estas inversiones se dio un notable crecimiento económico del país entre los periodos de 1955 a 1967 lapso en el cual el Producto Interno Bruto se incrementó de 88,218 a 304,600 millones de pesos con una tasa media anual de crecimiento de 10.9%, mientras que las exportaciones e importaciones de mercancías y servicios se vieron duplicadas pasando de 1,000 a 2,000 millones de pesos. El ahorro captado por el sistema financiero también se había duplicado pues pasó de 26.2% del ingreso nacional a 40.9%.  Igualmente, la taza de la población se vio incrementada pasando de 30 a 40 millones de habitantes, siendo para 1967 el producto por persona de 533 dólares.

A pesar de este notable crecimiento en aquellos años no se puede hablar de una independencia económica para México, pues  gran parte de la inversión pública surgió de los créditos otorgados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, lo cual significaba sostener una deuda externa misma que fue justificada por el secretario Ortiz Mena que consideró necesario la obtención de capital externo para lograr el mejor aprovechamiento de los recursos naturales y elevar el nivel de vida de los sectores mayoritarios. El Banco Mundial había proporcionado a México más de 400 millones de dólares, siendo el crédito otorgado a la Comisión Federal de Electricidad por más de 130 millones de dólares el más alto. Además, consideraba que la deuda externa podía ser costeada; pues lo que se importaba representaba un 9% del producto nacional, lo cual marcaba una dependencia económica exterior baja y un crecimiento económico interior notable.   

Los costos de este modelo fueron altos para la sociedad mexicana, pues fue una generación que presenció la cara represiva del Estado, al exigirse a todo trabajador, empresario, obrero, campesino, maestro y servidor público poner de su parte para lograr la meta común y mantener la estabilidad social, por lo cual todo movimiento que atentara con el clima de paz impuesto por el Estado era silenciado, tales como el movimiento magisterial (1958), la huelga ferrocarrilera (1959) y el movimiento médico (1964-1965), los cuales no fueron reconocidos como legítimos y justos, siendo perseguidos, despedidos y encarcelados en la Penitenciaría de Lecumberri todo líder de movimiento laboral.

El golpe más fuerte que asentó el Estado fue hacia la generación más joven que en el verano de 1968 tomaron las calles, en su mayoría estudiantes de clase media misma que se había fortalecido con la estabilización, para demandar la libertad y democracia que el gobierno mantenía en sus manos. La respuesta del Poder Ejecutivo sería:

“Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados; pero todo tiene su límite y no podemos permitir ya que siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo”[2].

Sin duda alguna, presenciar unos Juegos Olímpicos acompañados por toda una juventud en huelga fue un miedo latente para el gobierno mexicano, que observaba en el movimiento estudiantil una línea de combate comunista que podía poner en peligro la aparente paz social, la inversión privada y los préstamos internacionales. Como solución ante tal situación el Estado abandonó cualquier diálogo, emprendiendo un golpe brutal y sangriento la noche del 2 de octubre de 1968.

A la factura social se sumaron los problemas económicos pues con la llegada de la década de los setenta se presentó la época de la “desestabilización económica”[3], producto de las mismas prácticas que la Secretaría de Hacienda había mantenido por cerca de dos sexenios atrás. Entre los principales problemas señalados por Hugo Margáin y Mario Ramón Beteta, funcionarios hacendarios que habían colaborado con el modelo de estabilización, se encontró el endeudamiento, recordando que fue un modelo cuya inversión pública se sostuvo a partir de los préstamos del exterior los cuales no pudieron ser liquidados ante la falta de ahorro de la Administración Pública y el nulo crecimiento de la infraestructura que permitiera el desarrollo interno del país.

En el Archivo General de la Nación se resguardan las memorias y discursos que fueron pronunciados por el secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena, los cuales permiten un análisis directo de quien fuera el artífice e impulsor del plan de desarrollo estabilizador. La obra completa está a disposición de nuestros usuarios en la Biblioteca - Hemeroteca "Ignacio Cubas".

 

[1] ORTIZ MENA Antonio. Discursos y declaraciones: 1959-1970. México: Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1970,

[2] DÍAZ ORDAZ Gustavo.  IV Informe de Gobierno. México: Cámara de Diputados, 1 de septiembre de 1968

[3] TELLO Carlos. Notas sobre el Desarrollo Estabilizador [en línea]. México: Economía Informa núm. 364, julio-septiembre, 2010. p. 71. Consultado en https://bit.ly/39Ll8Tl