• Porque la imagen que el público y algunas organizaciones tienen de los archivos no siempre es la correcta; a menudo se les confunde con las bibliotecas. La percepción de que los documentos de archivo son material para uso interno de una organización, de difícil acceso y sólo en algunos casos de interés para los historiadores, no es exacta ni clara debido a que en las instituciones produce un impacto negativo en los recursos humanos y financieros asignados por los responsables y administradores de los archivos.

  • Porque es esencial comunicar a la ciudadanía que los archivos son entidades que conservan documentos, creados, recibidos y preservados como evidencia e información; fundamentales para las organizaciones y las personas al facilitar la respuesta en obligaciones jurídicas, todo tipo de transacciones y la garantía de los derechos. Por su inestimable valor jurídico, administrativo o legal y el posible significado histórico o informativo a largo plazo, los documentos de archivo deben conservarse por quienes los producen, sus sucesores o una institución especializada.

  • Debido a que se trata de un patrimonio cultural y de una fuente de información de primera mano, el patrimonio archivístico y documental ofrece un testimonio insustituible y fundamental del desarrollo social, político, económico y cultural de la humanidad. En virtud de la diversidad de las fuentes de archivo y sus formatos, para asegurar su conservación es necesario contar con una amplia visión que contemple todos los tipos, los materiales y los soportes de la información.