Con la promulgación de la Constitución liberal de 1857 México entró a una guerra civil que se prolongaría por casi diez años, tiempo tras el cual la forma de gobierno liberal y republicano se impondría a la visión conservadora y monárquica.

El 1 marzo de 1854 se emitió el Plan de Ayutla, el cual fue reformado en Acapulco el 11 del mismo mes y año. El Plan desencadenó diversos procesos históricos que modificaron las estructuras de nuestro país. Por una parte, liquidó la etapa santanista, los remanentes coloniales y el “Estado confesional”; por otra, inauguró una nueva era en la vida nacional: la republicana, liberal y federal. Como señaló Edmundo O'Gorman: “en Ayutla se sembró la semilla de la Reforma fecunda”.

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El resultado inmediato de la Revolución de Ayutla, fue la convocatoria a un Congreso Constituyente con el fin de “constituir a la Nación bajo la forma de República democrática, representativa y popular”. El 5 de febrero de 1857 fue jurada la nueva Carta Magna, motivo por el cual la iglesia y sus adictos se levantaron en armas con el Plan de Tacubaya. En medio de la guerra el gobierno juarista expidió las llamadas Leyes de Reforma: Ley de nacionalización de los bienes eclesiásticos (12 de julio de 1859); Ley de matrimonio civil (23 de julio de 1859); Ley orgánica del registro civil (28 de julio de 1859); y la Ley sobre libertad de cultos (4 de diciembre de 1860).

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El triunfo liberal (1861) duró muy poco. Después de varios años de guerra, el territorio nacional quedó dividido y en conflicto con los remanentes del ejército conservador esparcidos en todo el país. Ante esa situación el Congreso decretó, el 17 de julio de 1861, la suspensión del pago de la deuda externa. La medida provocó la protesta de los acreedores internacionales y proporcionó la excusa perfecta para una invasión. En ese contexto Francia, Inglaterra y España firmaron el tratado de la Convención de Londres (1861). De las tres naciones sólo Francia continuó con su proyecto intervencionista; dicha situación fue aprovechada por los conservadores para reactivar el proyecto monárquico para México con un noble europeo, lo que, según sus planes, les permitiría retomar el poder y suprimir las leyes reformistas.

En junio de 1863, el general Aquiles Bazaine entró a la Ciudad de México como parte de la vanguardia del ejército francés; y el 28 de mayo de 1864, acompañado por su esposa, la princesa Carlota, llegó a México Fernando Maximiliano de Habsburgo, para dar inicio al Segundo Imperio Mexicano.

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Ante la invasión imperialista los países de América Latina se solidarizaron con el gobierno juarista. Colombia, Venezuela, Chile, Perú y República Dominicana mostraron su apoyo a la resistencia liberal, además de que despertó el respeto y la admiración de la mayoría de los pueblos americanos.

A la tenacidad con la que combatieron los liberales mexicanos a Maximiliano y sus partidarios, se sumaron dos cuestiones fundamentales para coronar su victoria. Primero: la repatriación a Francia de las legiones de Napoleón III, donde soplaban vientos de guerra; y segundo: los conservadores abandonaron el proyecto imperial, ya que el emperador se granjeó la enemistad de quienes lo trajeron al ratificar las Leyes de Reforma. Ante esos hechos el Segundo Imperio tenía las horas contadas.

El desenlace se precipitó en 1867. Sin soldados y sin dinero, el archiduque resistió un prolongado sitio en la ciudad de Querétaro. El 15 de mayo de 1867 Maximiliano le entregó su espada al general Mariano Escobedo poniendo fin a su imperio. La República triunfó sobre las fuerzas imperialistas.

El 24 de mayo se inició el juicio contra Maximiliano. El 14 de junio de 1867 el consejo de guerra clausuró el juicio en el Teatro Iturbide al medio día. Por unanimidad se le sentenció a muerte, con base en la ley del 25 de enero de 1862.

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Después de cuatro años de lucha y de presidir un gobierno errante, perseguido y amenazado, Benito Juárez, presidente de México, entraba a la capital del país con triunfo y enorme dignidad, refiere el politólogo Isaí Hidekel Tejeda Vallejo, a lo que añade: “la noticia de que en México se había dado muerte a un príncipe de la casa imperial de Austria, a un Habsburgo, cimbró las conciencias de las casas reinantes europeas, e incluso, el hecho fue desmedidamente condenado por la prensa europea de aquellos años".

Pese a no haber necesidad de ello el presidente Juárez decidió redactar un Manifiesto Justificativo sobre el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo ejecutado en Querétaro, a fin de explicar detalladamente y para "testimonio a las generaciones futuras, de las implicaciones que tuvo la intervención de una nación extranjera en México por medio del establecimiento de una casa imperial que atentó contra su soberanía, sus consecuencias y resultado final”.

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En el Archivo General de la Nación (AGN) se localiza el fondo documental del Segundo Imperio, el cual se puede consultar vía Internet, gracias al proyecto Resguardo y documentación de los archivos del Archiduque Fernando Maximiliano (Segundo Imperio, grupo documental 136), el cual fue realizado por el historiador Christian Oprießnig en el marco del Acuerdo de Cooperación Cultural, Educativa y Científica entre México y Austria 2007-2010. El trabajo consistió en la descripción y digitalización del fondo documental Segundo Imperio; y su inclusión en el Sistema de Administración de Archivos de Archivos del AGN.

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