El 29 de diciembre de 1859 en la Villa de Cuatro Ciénegas, Coahuila, nació Venustiano Carranza Garza. A los 15 años se trasladó a la Ciudad de México para cursar sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria, los cuales debió abandonar a causa de una enfermedad ocular. Por tal motivo regresó a su terruño y se dedicó a labores agrícolas.

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En 1887, inició su vida política al ser electo presidente municipal de su pueblo natal. Al estallar la revolución se trasladó a San Antonio, Texas, y se unió a la Junta Revolucionaria Mexicana. Ésta lo nombró gobernador provisional de Coahuila y jefe de las fuerzas revolucionarias de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Con el triunfo maderista fue elegido gobernador del estado que lo vio nacer.

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Al consumarse el golpe de Estado encabezado por Victoriano Huerta, el estado de Coahuila lo desconoció y llamó a la conformación de un nuevo ejército para la defensa del constitucionalismo, siendo Venustiano Carranza su cabeza. En marzo de 1913, enarboló el Plan de Guadalupe y tras cuatro años de una guerra fratricida los constitucionalistas triunfaron. De su victoria surgió, un cinco de febrero de 1917, la Carta Magna de Querétaro que sin lugar a dudas, fue una síntesis de los ideales y demandas del movimiento revolucionario que conformaron durante el siglo XX nuestro proyecto de nación. El 1 de mayo de aquel mismo año Carranza se erigió como Presidente de la República.

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Dos años después, a principios del año de 1920 se inició la lucha electoral por suceder a Carranza. En un ambiente enrarecido por el poderío militar, apoyó la candidatura del civil Ignacio Bonillas, sobre el militarismo que representaban tanto Álvaro Obregón como Pablo González. En su visión de estadista, Carranza consideró que al ser electo un civil como presidente se darían por terminados los levantamientos armados.

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El grupo sonorense (Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y Adolfo de la Huerta), se mostró inconforme con las acciones de Carranza, en especial De la Huerta, quien amparado en la soberanía de los estados emitió, el 23 de abril de 1920, el Plan de Agua Prieta, el cual fue proclamado solemnemente en la región del mismo nombre.

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El Plan dio cauce e impulso a un movimiento militar que pronto se extendió a buena parte del país, sumando adeptos de manera inmediata. El Plan, señala el historiador Pedro Castro, fue bautizado por Calles, ya que “Desde Agua Prieta, Calles pidió que fuese promulgado en esta población y refirió: ‘me sentiría satisfecho de que el Plan llevara el nombre glorioso de mi ‘república’: Agua Prieta (...) si el Plan es firmado en esta población (...) Agua Prieta vivirá para siempre en la historia de México’”,

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El movimiento devino pronto en torrente incontenible. El 5 de mayo, Carranza lanzó un Manifiesto a la Nación donde expuso los acontecimientos políticos y su posición respecto a la candidatura de un civil para detener la “amenaza de la guerra civil y el caudillaje”. Dieciséis días después, el 21 de mayo de 1920, Carranza fue asesinado en el poblado de Tlaxcalantongo, Puebla.

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El 24 de mayo Carranza fue sepultado en el Panteón de Dolores de la ciudad de México. Un gran número de personas concurrirá al entierro. Por la tarde de ese mismo día, el poder legislativo eligió, por mayoría, a Adolfo de la Huerta como presidente interino.

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Rodolfo Herrero el asesino de Carranza fue procesado en la Secretaría de Guerra, no obstante continuó en libertad, trabajando en dicha dependencia protegido por aquella facción de poder, dirigida primero por Álvaro Obregón y posteriormente por Calles, quien sería considerado Jefe Máximo de la Revolución, hasta el arribo de Lázaro Cárdenas, quien daría fin al dominio de los sonorenses. 

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